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Marcela Valente
Viernes, 20 de julio 2018, 00:29
En un país como Argentina, donde las vacaciones presidenciales no gozan de aprobación popular, los reiterados descansos que se permite el presidente Mauricio Macri junto a su familia constituyen casi una provocación. Según cálculos de sus críticos, el mandatario, que asumió el cargo en diciembre ... de 2015, ya se ha tomado cien días de relax fuera de Buenos Aires. Una telecomedia –la más vista esta temporada en el país– reflejaba hace poco cómo vive este asunto la ciudadanía. El personaje, que tiene una amante clandestina, justificaba sus ausencias ante la esposa en problemas de convivencia con ella. La mujer, ofuscada, le respondía: «Pero qué convivencia si no estás nunca en casa... Tienes más vacaciones que el presidente».
No obstante las quejas, él mismo podría defenderse diciendo que se va mucho menos que antes de asumir la primera magistratura y a destinos cercanos en el interior del país, donde algunas veces combina el placer con reuniones de trabajo, visitas 'casuales' o asistencias a determinadas inauguraciones, que a su vez le permiten prolongar la estancia veraniega.
Cuando Macri era jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires (2007-2015), la oposición reclamó explicaciones oficiales por sus reiteradas ausencias. De 2007 a 2012, sumó entre 260 y 320 días, según publicó la periodista Gabriela Cerruti en su biografía 'El Pibe'. Y es que, en Argentina, los miembros de un Ejecutivo en funciones tienen la obligación de estar a plena disposición, salvo que medie una enfermedad. No se trata de una ley, sino de una exigencia moral y política. En un país que se considera a sí mismo en emergencia permanente, el gobernante que está de vacaciones cuando hay algún problema que conmueve a la ciudadanía paga un costo político alto.
«Es injusto, pero es así», admite a este periódico el experto en opinión pública Raúl Aragón. «Las vacaciones del presidente generan rechazo. Y es porque los argentinos percibimos que estamos siempre en una crisis. En otros países hay más previsibilidad. Pero aquí la ausencia de quien está al mando genera miedo –remarca–. Y Macri se va más que otros».
Todo medido. Asesorado por expertos para presentar cada uno de sus movimientos como casual, Macri aprovecha su estancia en el exclusivo Club Cumelén para visitar el centro comercial de Villa La Angostura en ropa deportiva y –sólo en apariencia– sin custodia.
Aficiones. Con algún pretexto familiar, el presidente frecuenta a menudo las tiendas para hacer la compra, conversa con los empleados y se deja tomar fotos con turistas. Entre sus inclinaciones deportivas, destacan el golf y el fútbol.
Por ejemplo, se tomó un descanso durante la polémica desaparición del joven Santiago Maldonado en el marco de una persecución policial, y también cuando desapareció el submarino 'ARA San Juan', con 44 tripulantes a bordo. Lo mismo en medio de emergencias por incendios forestales o inundaciones. En esos momentos se le ha podido ver jugando al golf, al fútbol o haciendo compras con su esposa. En cambio, desde que estalló la última crisis financiera, el pasado mes de mayo, sólo se ha ido un fin de semana, y a un destino cercano: el complejo vacacional de Chapadmalal, un lugar de descanso para los presidentes frente al mar ubicado a 500 kilómetros de Buenos Aires. Allí ha estado antes otras tres veces este mismo año, en pequeñas escapadas de dos o tres días.
Las vacaciones largas elige pasarlas en el Country Club Cumelén, en la localidad de Villa La Angostura, provincia de Neuquén, unos 1.600 kilómetros al sudoeste de la capital. Allí se fue junto a su esposa, Juliana Awada, y su hija Antonia –tiene otros hijos de su primer matrimonio– justo quince días después de asumir el cargo, para pasar las fiestas de fin de año y algo más. Repitió la estancia en 2017 y 2018.
Dos meses después volvieron al mismo destino y visitaron a Joseph Lewis, un británico multimillonario con propiedades en la Patagonia, a las que se ha aficionado. La permanencia de los Macri en casa de Lewis por dos días fue muy criticada, debido a que el magnate es dueño de una empresa energética beneficiada por el Gobierno con un fuerte aumento de tarifas y la condonación de una deuda.
Macri regresó al Cumelén a finales de 2017. Tres semanas para pasar la Navidad y recibir el nuevo año. «¿Por qué se va tanto el presidente?», se preguntaba entonces la popular conductora de televisión Mirtha Legrand, que suele tenerle como invitado a su programa. «Yo si fuera presidenta no me iba tanto, porque el país está difícil», advertía la presentadora. Menos diplomáticos, sus críticos en redes sociales lo apodan «fatiga». Hijo de un empresario millonario, explayboy y dirigente deportivo, Macri se fraguó fama de haragán y los descansos frecuentes durante su mandato no hacen más que confirmar el prejuicio.
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