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El presidente Biden es conocido por incluir sus propios comentarios en los discursos oficiales que le prepara el equipo de la Casa Blanca. Esta espontaneidad le ha acompañado durante toda su vida política. La semana pasada en Polonia, antes de terminar su gira europea, Biden ... dijo refiriéndose a Vladímir Putin: «Este hombre no puede seguir en el poder». Enseguida la diplomacia norteamericana se llevó las manos a la cabeza y corrigió el sentido de sus palabras. Aclararon que no se refería a que propiciara un cambio de régimen en Rusia, sino que criticaba su decisión de invadir Ucrania. Pero Biden hizo de portavoz del sentido común y expresó lo que muchos pensamos.
Otro asunto es valorar si Estados Unidos debe utilizar la fuerza en este momento para provocar el final del reinado de Putin. La condena moral del dictador ruso está más que justificada. Basta con seguir las noticias sobre el asedio de la ciudad de Mariúpol y comprobar la falta de límites de su Ejército. Pero además el antiguo agente de la KGB ha resucitado el terror nuclear de los peores tiempos de la Guerra Fría. Rusia tiene más de la mitad de las armas atómicas del planeta. Un arma táctica nuclear rusa posee cien veces más potencia que la bomba lanzada en Hiroshima.
Al principio del conflicto de Ucrania, Putin puso este arsenal en alarma máxima, sin descartar que pudiese emplearlo. Se entendió entonces como una medida de presión, con el fin de obligar a Ucrania a rendirse cuanto antes. Un mes después, el plan inicial no ha funcionado y las cosas se le complican al dictador. Uno de sus discípulos, el expresidente Medvédev, subraya ahora que su país tiene derecho a usar armas nucleares.
Entre los distintos supuestos que justificarían dicha atrocidad estarían los «actos de agresión contra Rusia que ponen en peligro la existencia del propio país». El problema es que puede llegar un momento en el que Putin se sienta acorralado y perdedor de la guerra. Una situación muy peligrosa, en la que tome decisiones aislado, sin un grupo de consejeros que frenen su identificación personal con Rusia. En su forma de pensar, él es su país, quien lo encarna y debe protegerlo.
Estados Unidos, desde el principio del conflicto, ha intentado desescalarlo, no poner tropas sobre el terreno y no imponer una zona de exclusión aérea, para evitar que la guerra se convierta en una contienda global, incluso por accidente. Desde hace un mes vivimos días tan peligrosos como las trece jornadas en las que tuvo lugar la crisis de los misiles de Cuba.
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