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La primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinta Ardern, parte como favorita en las elecciones que celebra el país este sábado. Las encuestas dan una clara victoria al Partido Laborista y lo sitúan al borde de la mayoría absoluta con la Ardern podría gobernar en solitario y dar un giro a la izquierda en su segundo mandato.
Los sondeos más recientes dan entre 59 y 61 escaños a los laboristas de los 120 que tiene el Parlamento neozelandés. La duda, por tanto, radica en si Ardern deberá aliarse con el Partido Verde o si podrá dirigir el país en solitario, algo que no ocurre desde hace más de veinte años en Nueva Zelanda. «Estoy empleando cada hora que queda para recordar a la gente que vote», apuntaba la primera ministra en la víspera de los comicios, en los que también se decidirá sobre la legalización de la marihuana recreativa y la eutanasia a través de dos referendos.
La alta participación beneficiaría a la flamante jefa del Gobierno, que ha brillado en momentos de crisis. Durante su mandato ha tenido que afrontar momentos duros: un atentado terrorista contra dos mezquitas en el que murieron 51 personas en 2019; la erupción del volcán Whakaari, que dejó 20 víctimas mortales; y la pandemia del Covid-19. Su gestión ante el coronavirus le ha traido elogios internacionales. El país, de 15 millones de habitantes, solo ha registrado 1.516 contagios y 25 muertes y ha conseguido evitar una segunda ola del virus.
Durante la campaña Ardern ha prometido «estabilidad» y «transformación», como la de lograr que el 100% de la electricidad que consume el país sea generada por energías renovables para 2025. La dirigente ha reconocido, eso sí, que su Ejecutivo no ha cumplido con las expectativas en materia del acceso a la vivienda y la erradicación de la pobreza en el país. Además, Ardern ha asegurado que renunciará a ser líder de su partido si pierde las elecciones de este sábado.
La cercanía y el tacto de la mandataria han hecho que su popularidad subiera cinco puntos hasta alcanzar el 55%, frente a los tres puntos que cayó la de su principal rival, la líder nacional Judith Collins, que se sitúa en un 20%. Con todo, y según las encuestas, el Partido Nacional sería la segunda fuerza más votada y ganaría entre 40 y 41 escaños.
Collins, exabogada comercial que asumió el liderazgo del partido en julio, tiene un perfil opuesto al de Ardern. La política de 61 años se muestra como una mujer fuerte, pero no genera simpatías entre la población. Una de las razones podría radicar en que formó parte del equipo de gobierno del antiguo primer ministro John Keys, un tiempo en el que la prensa la apodó «la trituradora»,en referencia a la orden que dio en 2009, cuando era ministra de la Policía, para que confiscara y destruyera los vehículos de carreras ilegales.
En cuanto a los actuales aliados de gobierno de Ardern –el Partido Verde y los nacionalistas New Zealand First– los sondeos les auguran una representación menor. Es más, la formación conservadora New Zealand First podría hundirse y ni siquiera entrar en el parlamento, con un 3% de los votos –para lograr representación hace falta superar el umbral del 5%–.
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