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FERNANDO ITURRIBARRIA
Martes, 14 de noviembre 2017, 01:26
Pésame y condolencias. Emmanuel Macron y Jesse Hughes. El presidente francés y el cantante de Eagles of Death Metal. Su emotivo saludo resumió la sobria y sentida conmemoración del segundo aniversario de la matanza del Bataclan. Ninguno de los dos había asistido el año pasado ... a la efeméride. El político no accedió hasta mayo a la jefatura del Estado. Al músico le había vetado la dirección de la sala de conciertos en la que actuó aquella trágica noche del 13 de noviembre de 2015. No le perdonaron sus controvertidas declaraciones en las que aseguró haber visto a musulmanes festejar el atentado en la calle y sospechar de los agentes de seguridad.
Macron y Hughes se estrecharon la mano y abrazaron a las puertas del local en que fueron asesinadas 90 de las 130 víctimas mortales causadas por tres comandos yihadistas en París y la localidad limítrofe de Saint-Denis. «Mi corazón está aquí. Amo este lugar. El pueblo francés ha hecho posible que volviéramos a la vida», le dijo el intérprete californiano, conocido por estar a favor del comercio libre de armas. Minutos después cantó un par de temas acompañado por el guitarrista del grupo Dave Catching en una actuación improvisada en la alcaldía del distrito, entre ellos ‘Save a Prayer’ el último título que tocaron entero hace dos años antes del baño de sangre.
Cifras del terror
El Bataclan fue la última escala del peregrinaje memorial por los seis escenarios de la masacre, la mayoría terrazas concurridas aquel aciago viernes 13. En todos se repitió el mismo ceremonial: letanía de víctimas, ofrenda floral y minuto de silencio. No hubo discursos ni declaraciones. Entre otras autoridades, participaron el expresidente François Hollande, la alcaldesa Anne Hidalgo y los antiguos primeros ministros Manuel Valls y Bernard Cazeneuve.
El recorrido comenzó junto al Stade de France donde un ataque suicida acabó con la vida del portugués Manuel Dias, que esperaba al volante de su autobús a que terminara un partido de fútbol entre Francia y Alemania. «Di la consigna de no evacuar para no crear pánico en el estadio y esa decisión seguramente salvó vidas», recordó el domingo en televisión Hollande, que presidió aquel amistoso en su calidad entonces de jefe del Estado. Michael Dias, hijo de aquella primera víctima mortal, se negó a saludar a Macron en protesta por «su desprecio y abandono».
Todavía queda lejos el juicio por los peores atentados terroristas en la historia de Francia, que arrojaron un saldo de 130 asesinados, 683 heridos y 813 víctimas reconocidas, así como ocho yihadistas muertos. Los seis jueces instructores esperan cerrar en la primavera de 2019 un voluminoso sumario que ya ocupa 225 tomos con más de 28.000 atestados. Hay trece presos preventivos en Francia, Bélgica y Turquía mientras que dos sospechosos están huidos en busca y captura internacional: el belga-marroquí Oussama Atar, presunto cerebro; y el sirio Ahmad Alkhald, supuesto artificiero.
Salah Abdeslam, el único ejecutor superviviente, continúa preso y encerrado en el silencio. Los investigadores creen que sigue vivo porque su cinturón de explosivos no funcionó. En diciembre va a ser juzgado en Bélgica por participar en el tiroteo registrado allí tres días antes de su arresto en marzo de 2016.
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