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Johana Gil
Lunes, 20 de febrero 2023
Al menos ocho personas han muerto durante el nuevo terremoto de 6,4 grados de magnitud en la escala Richter que asoló la noche del lunes a Turquía y la veintena de réplicas de 4 de magnitud a lo largo de este martes. El temblor ... tuvo como epicentro la provincia de Hatay, en Antioquía, una de las regiones más devastadas por el gigantesco seísmo de 7,8 del pasado día 6. El siniestro se produjo cuando los pocos equipos que aún trabajan en busca de supervivientes inspeccionaban quince edificios de la ciudad. El ministro del Interior, Suleyman Soylu, confirmó más de 760 heridos, 18 de ellas presentan en estado crítico. Según las autoridades de Ankara, se reportaron daños estructurales en los inmuebles que quedaban en pie. Los 110.000 que ya tenían daños importantes terminaron por desplomarse.
El seísmo de alrededor de diecisiete segundos de duración causó pánico y temor entre la población. Al sentir el estruendo y ver la inmensa nube de polvo, la gente salió de las viviendas improvisabas y los sitios de refugio temporal y las ambulancias salieron la ciudad en busca de heridos. «Las personas saltaron de los balcones. Otros salieron corriendo y fueron atropellados», señaló Cristina Carriedo, directora médico del hospital español de campaña instalado en Alejandreta.
Quienes pernoctan en tiendas de campaña cerca de la zona afectada recordaron el primer terremoto y tuvieron que ser atendidos de urgencia por el susto. El movimiento también se sintió en países vecinos como Siria, Jordania, Israel, Egipto y Líbano.
Además, la agencia turca de emergencias instó a la ciudadanía a mantenerse lejos de la costa mediterránea ante el riesgo de que se produzca una subida del nivel del mar de hasta cincuenta centímetros. También en la capital libanesa, Beirut, cientos de vecinos evacuaron los edificios tras el fuerte temblor.
Mientras, la esperanza de hallar supervivientes se ha apagado todavía más. Tras no encontrar a nadie con vida desde el sábado por la tarde, los equipos de rescate dieron este lunes por terminada su labor en diez provincias, salvo en Kahramanmaras y Hatay. Los muertos son más de 45.570, pero se estima que la cifra aumentará a medida que se remuevan los escombros una vez que se ha abordado ya la fase de demolición.
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Ahora la tarea más urgente es atender a los damnificados, que asciende a 26 millones de personas, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Tanto en Turquía como en Siria, la ayuda humanitaria aún es insuficiente y no llega a toda la población por las dificultades de acceso a las regiones siniestradas. Además, hay más de 85.000 heridos que requieren atención médica inmediata.
Asimismo, las autoridades prevén una oleada migratoria durante las próximas semanas, tanto al interior de Turquía como a los países cercanos. Más de un millón de desplazados permanecen en refugios y 400.000 han sido trasladados a otras provincias. Otros han salido por su cuenta gracias a familiares o allegados.
Las ciudades colindantes a la zona afectadas por los temblores empiezan a registrar problemas al recibir a tantos damnificados. Mersin, donde se instaló un punto de acogida, ya ha visto superada su capacidad. Ya padecían escasez de viviendas para un millón de habitantes y ahora han tenido que recoger a 4.000 personas más.
La búsqueda de supervivientes aún continúa en Hatay, donde el 80% de la infraestructura ha quedado destruida. Pero solo se inspeccionan quince edificios. Los últimos rescates tuvieron lugar el viernes, casi 300 horas después del terremoto. Entre los localizados con vida estaba un niño que falleció por deshidratación horas más tarde de ser liberado. En esta ciudad, las condiciones para sobrevivir son más bajas, ya que en las noches se sufren temperaturas de hasta 15 grados bajo cero. Muchas personas están obligadas a dormir en tiendas de campaña, coches, polideportivos o gimnasios.
El seísmo y las más de 6.200 réplicas, tres de gran magnitud, han dejado 84.726 edificios derruidos, según el Ministerio de Medio Ambiente, Urbanismo y Cambio Climático otomano. Por lo que las autoridades recomiendan no acercarse a sus antiguas viviendas en busca de sus pertenencias. La alerta de nuevos temblores sigue activada. Para superar la crisis de los que han perdido su hogar, el Gobierno de Ankara ha anunciado la construcción de 200.000 casas, pero no estarán listas hasta dentro de un año o más. También se planifica levantar al menos 100.000 viviendas prefabricadas en los próximos dos meses.
El anuncio de la renovación urbanística se ha hecho en medio del escándalo por corrupción en el sector de la construcción. 65 personas han sido detenidas por negligencia en la edificación de los inmuebles colapsados o gravemente dañados por la catástrofe. La Justicia ha emitido 245 órdenes de arresto, la mayoría a empresarios. Entre los detenidos figura Haydar Kurtar, el contratista de los apartamentos Atabey, donde una joven de 17 años fue encontrada con vida después de 248 horas. Asimismo, la Policía localizó al contratista Mesut Baskir mientras intentaba escapar a las islas griegas con un velero. El Gobierno ha creado una unidad especial para la búsqueda y captura de los sospechosos.
Mientras, la población sigue con las críticas al presidente, Recep Tayyip Erdogan, por autorizar la construcción de edificios sin licencia. Se ha revelado que unos trece millones de viviendas incumplían alguna norma contra terremotos o de seguridad. Aunque en Turquía se establecen regulaciones antisísmicas desde 1999, muchas casas sin la resistencia reglamentaria han sido avaladas a cambio de dinero a manera de multas.
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