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«¿A dónde vamos?». Es la pregunta que se hacen ahora miles de palestinos, muchos procedentes del norte de Gaza, ante la nueva orden israelí de evacuación en el sur. El ejército hebreo ha extendido su ofensiva militar hacia esta zona de la Franja donde ... el 80% de los gazatíes que abandonaron sus hogares hace casi dos meses se encuentra refugiado desde entonces. En total, 1,9 millones de personas que se sumaron a las 469.000 que vivían en la región, donde todas están ahora atrapadas sin saber a dónde huir.
Desde el comienzo de las hostilidades, muchas familias palestinas han tenido que escapar en dos ocasiones. Pero ya no hay zonas seguras en Gaza. «La ocupación (israelí) te dice que vayas a este área, luego la bombardean», cuenta Halima Abdel-Rahman. «Matan a gente en el norte. Matan a gente en el sur», lamenta. La incertidumbre y la ansiedad hacen que la esperanza de vivir en medio de los combates se diluya así como lo hace la sensación de seguridad.
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Obligados a moverse hacia espacios cada vez más pequeños y sin garantía de retorno, los civiles migran ahora a la costa, en el oeste del país. La Franja no tiene puerto y sus aguas son poco profundas. Una vía de escape marítima queda descartada. También se dirigen hacia Rafah, en la frontera con Egipto. Pero a lo largo del día resuenan los bombardeos y quienes acaban de llegar hace unas horas deben emprender un nuevo camino.
«La gente no se mueve porque es demasiado peligroso viajar a cualquier lugar», señala Mansour Shouman a la cadena Al Yazira. La principal carretera del país, la de Saladino, de 45 kilómetros que unen el extremo sur con el norte del enclave, «constituye un campo de batalla y es extremadamente riesgoso acercarse», aseguró el Estado judío.
Tel Aviv publicó un mapa de Gaza dividido en cientos de pequeñas zonas para informar a los civiles sobre los combates activos. Además de las reducidas vías de escape, los que deciden salir también deben estar atentos a que su ruta no sea un blanco de los misiles.
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«La gente no sabe qué va a pasar después», dice Shouman. Además de los que se agolpan en las pocas carreteras disponibles para huir de nuevo, también están los que deciden «esperar a la muerte». «No abandonaremos nuestra tierra», avisa. Quedarse o irse puede tener el mismo resultado si se tienen en cuenta las condiciones en las que viven los palestinos. «Si no los mata la guerra, lo harán las infecciones», advirtió este lunes la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La evacuación implica que los pocos refugios que quedan en pie se llenen aún más. «Una zona segura debe estar equipada con todo lo necesario», se queja Rafik al-Rekeb, desplazado de Bani Suheila. «¿Se supone que duermo con mis hijos bajo la lluvia en este área designada?», pregunta al-Rekeb. En los centros de acogida viven cientos de personas hacinadas y sin acceso a servicios ni alimentos con el riesgo de la propagación de enfermedades.
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