En medio de la peor crisis de las últimas décadas en Oriente Próximo, y ya son muchas, la cumbre de El Cairo para la paz en Gaza ha reactivado este sábado la llamada solución de los dos Estados para Israel y Palestina. Este fue el ... principal acuerdo del encuentro junto a la llamada al alto el fuego, la liberación de los rehenes secuestrados por Hamás y el envío de ayuda humanitaria desde Egipto por el paso fronterizo de Rafah, que se abrió brevemente durante la mañana para que entraran los primeros veinte camiones con comida, agua, medicinas y, cómo no, ataúdes.
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En todos esos puntos coincidieron los más de veinte países árabes, europeos, americanos y africanos participantes en esta cumbre junto a la ONU y la Liga Árabe. Pero sus diferencias sobre la responsabilidad del conflicto palestino, con las naciones musulmanas culpando a la ocupación de Israel y las occidentales al terrorismo de Hamás, impidieron que la reunión concluyera con una declaración final conjunta.
En su lugar, la presidencia egipcia emitió un comunicado destacando «la importancia de reevaluar la estrategia internacional de las últimas décadas sobre el asunto palestino para que emerja de la actual crisis un nuevo espíritu político». Dicho cambio debería llevar «en poco tiempo al establecimiento de un Estado palestino independiente, con las fronteras de junio de 1967 y Jerusalén este como su capital».
En un análisis de los países árabes compartido por bastantes gobiernos europeos, el comunicado egipcio critica que la «escena internacional de las últimas décadas ha revelado una seria deficiencia a la hora de hallar una solución justa y duradera al problema palestino, porque ha buscado gestionar el conflicto en lugar de terminarlo de forma definitiva». Y, haciéndose eco de las quejas árabes contra Occidente, asegura que «mientras vemos que una parte se apresura y compite para condenar rápidamente el asesinato de gente inocente, encontramos dudas incomprensibles para denunciar el mismo acto en la otra parte. Incluso vemos intentos de justificar estos asesinatos, como si la vida de los seres humanos palestinos fuera menos importante que la de otra gente».
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A pesar de sus discrepancias a la hora de cargar más tintas contra Israel o Hamás, todos los dirigentes coincidieron en la necesidad de los dos Estados para garantizar la convivencia pacífica entre judíos y palestinos.
«¿Va esta región a vivir siempre en conflicto? ¿No es hora de encontrar una solución?», se preguntó el presidente de Egipto, Abdulfateh al Sisi, en su discurso de apertura, que fue un duro alegato contra «el silencio de la comunidad internacional sobre el asedio de Gaza». Además de advertir de que «Egipto no permitirá la liquidación de la causa palestina», exigió una «solución justa basada en los dos Estados». Sobre el paso fronterizo de Rafah, que se abrió para que entrara el primer convoy de camiones, aseguró que «nosotros no lo cerramos, pero los bombardeos israelíes sobre Gaza han impedido el reparto de la ayuda humanitaria».
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Junto al rey Abdulá II de Jordania, el emir de Catar, Tamin bin Hamad al Thani, y el primer ministro iraquí, Mohammed Shia al Sudani, por la parte árabe acudió también el presidente palestino, Mahmoud Abbas. «Nunca aceptaremos el desplazamiento forzoso de los palestinos ni siquiera bajo las bombas. Desde el primer día, hemos pedido el fin de esta bárbara agresión y la apertura de corredores humanitarios, pero Israel no ha escuchado. Buscamos una solución pacífica porque somos los únicos representantes legítimos del pueblo palestino», propuso Abbas.
Pero sus palabras, y la voluntad de los participantes de abogar por los dos Estados separados, se quedan en agua de borrajas por la ausencia de la cumbre de Israel, que ultima una operación militar terrestre en Gaza para aniquilar a Hamás. Dicha intervención podría agravar aún más la crisis abriendo otro frente con Hizbolá en el Líbano y movilizando a Irán, país que se sospecha que está detrás del brutal ataque de Hamas el pasado 7 de octubre. Para disuadir y persuadir a Israel, habrá que ver qué influencia puede tener Europa, que anunció más ayudas millonarias para Gaza, y sobre todo Estados Unidos, que envió a una diplomática de segundo nivel. «EE.UU. también está a favor de los dos Estados, pero todo el mundo sabe que este Gobierno de Israel no», respondió a ABC el Alto Representante de Política Exterior de la UE, Josep Borrell, al término de la cumbre.
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Al mando de la UE durante este semestre, el presidente en funciones del Gobierno español, Pedro Sánchez, también reclamó la solución de los dos Estados y recordó los ejemplos de la Cumbre de Madrid en 1991 y la Cumbre de Oslo en 1993.
La cumbre, en la que participaron la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, los titulares de Exteriores de Francia, Alemania, Reino Unido, Japón y Canadá, y representantes de China y Canadá, coincidió con la primera apertura del paso de Rafah para el envío de ayuda humanitaria a Gaza. A la espera de que dichos convoyes empiecen de forma regular el lunes, fue solo una gota en el desierto. Algo parecido a esta cumbre celebrada en el complejo de lujo del Hotel St. Regis Al Masa en la nueva capital administrativa de Egipto, a las afueras de El Cairo y todavía en construcción en medio de la nada.
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