La Guerra Fría regresa en el Ártico
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EE UU y Rusia se disputan el control de las riquezas y las rutas de navegación que surgen con el deshielo polarBotín ·
EE UU y Rusia se disputan el control de las riquezas y las rutas de navegación que surgen con el deshielo polarDomingo, 24 de mayo 2020, 00:25
La Guerra Fría nunca llegó a desaparecer. Simplemente hibernaba a la espera de que llegaran al poder políticos idóneos para resucitarla. Y ya están aquí. Ahora tenemos al frente de Estados Unidos a Donald Trump con su 'America First' y como líder supremo de Rusia ... a Vladímir Putin, quien, pese a no haber esculpido una frase lapidaria como su homólogo, también hace gala de un nacionalismo exacerbado.
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Nadie teme una Tercera Guerra Mundial como la que planeó sobre el planeta en los años cincuenta y sesenta del pasado siglo, pero en caso de un conflicto bélico entre las superpotencias nucleares todo apunta a que tendría como escenario el Ártico. Por ello, no ha extrañado a los expertos en geoestrategia que el Pentágono enviara este mes hacia el mar de Barents a los destructores 'USS Donald Cook', 'USS Porter' y 'USS Roosevelt', respaldados por el buque de apoyo de combate rápido 'USNS Supply' para realizar «operaciones de seguridad marítima destinadas a asegurar la libertad de navegación y demostrar una integración perfecta entre los aliados». A ellos se unió el navío de la Marina Real británica 'HMS Kent'. Previamente a penetrar en el mar de Barents, las cinco naves habían realizado ejercicios antisubmarinos en el Ártico.
«En estos tiempos difíciles es más importante que nunca mantener estable la constante de operaciones en el teatro europeo», expuso la vicealmirante Lisa Franchetti, comandante de la Sexta Flota estadounidense, cuyo cuartel general está en el puerto italiano de Nápoles.
La Armada norteamericana no surcaba esas aguas desde mediados de la década de los 80, pero en las últimas fechas la actividad militar en la región ha regresado a niveles sólo vistos cuando el Telón de Acero separaba a Occidente de la Unión Soviética y sus países satélites. En varias ocasiones entre marzo y abril Washington anunció que había interceptado aviones rusos en el espacio aéreo de Alaska. Además, acusó a Moscú de probar un misil antisatélites en un escenario de desacuerdo entre ambas partes respecto de la manera en que deben controlarse las armas nucleares. El Kremlin, por su parte, desplegó bombarderos con capacidades nucleares y cazadores de submarinos.
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expansión
El mar de Barents baña las costas del noroeste de Rusia y el norte de Noruega. Durante la Guerra Fría, la Séverny (Flota del Norte) de la Armada Soviética utilizó sus aguas del sur como campo de acción de los submarinos armados con misiles nucleares, una estrategia que el Gobierno ruso sigue empleando.
En aquella peligrosa época, el Ártico se convirtió asimismo un escenario estratégico importante para Estados Unidos, que construyó una serie de bases militares en toda la región para interceptar eventuales bombarderos y misiles soviéticos que cruzaran el Polo Norte. Con la desintegración de la URSS en 1991 se abandonaron muchas de esas instalaciones, que, sin embargo, ahora vuelven a reactivarse y hasta a multiplicarse.
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De hecho en sus heladas aguas la distensión nunca se hizo un hueco. Por todos es sabido, pero por nadie admitido, que sumergibles rusos y norteamericanos se vigilan constantemente. «La Guerra Fría prosigue bajo el hielo», afirma Paul Beaver, especialista de la revista 'Jane's Defence Weekly'. «Se siguen, se observan y juegan entre ellos» en el marco de la expansión de la OTAN, cada vez más próxima a las fronteras rusas, y el uso de la zona como escenario de los entrenamientos de la otrora poderosa Flota del Norte soviética.
La progresiva desaparición del hielo otorga al Ártico una importancia estratégica cada vez mayor que ha reactivado despliegues militares, pero también ha renovado el interés por su explotación económica. La búsqueda de petróleo comenzó en la década de 1970 con descubrimientos tanto rusos como noruegos en Snøhvit o Shtokman.
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Asimismo, el calentamiento global abre vías de navegación insospechadas hasta ahora para poder extraer tanto crudo como gas u otras materias primas. Ya en verano de 2010 el carguero ruso 'Monchegorsk' demostró que la ruta era transitable al atravesar sin ayuda de rompehielos del Atlántico al Pacífico. Zarpó de Múrmansk y llegó a Shanghái. Tardó menos de la mitad del tiempo que llevaba la ruta tradicional Europa-Asia.
rearme
Se posibilitaría así la explotación de yacimientos de hidrocarburos y gas que existen bajo los hielos marinos desde Alaska a Siberia, además de la pesca y metales como bauxita, cobre, diamantes, manganeso, molibdeno, níquel, oro, plomo y zinc.
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Especial interés despierta la península de Kola, compartida por Oslo y Moscú y limítrofe con el mar de Barents. Esta región remota atesora níquel, mineral de hierro y fosfatos, además de petróleo y gas natural, cuya explotación es cada vez más viable.
Por ello, el control de la estratégica vía fluvial que conecta las aguas de los mares Kara y Pechora por medio del Barents al océano Atlántico se ha convertido en una prioridad económica para Rusia. De ahí que la Armada quiera garantizar la navegación de sus buques comerciales sin que sean interceptados por las fuerzas adversarias. Por eso, ha establecido el puerto de Murmansk como nueva sede de la Flota del Norte.
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Occidente no quiere quedarse sin su parte del pastel y ahora despliega barcos estadounidenses y británicos, como en marzo hizo con unas 7.500 tropas de combate norteamericanas que viajaron a Noruega para sumarse a miles de soldados de otros países de la OTAN en una gran batalla simulada con fuerzas «invasoras e imaginarias de Rusia», un ejercicio que se viene repitiendo año tras año.
Como se puede comprobar, los hielos del Ártico se derriten pero no lo suficiente para acabar con la Guerra Fría.
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