Facebook emprendió ayer una guerra de consecuencias imprevisibles en Australia al decretar un apagón informativo ante la perpleja mirada de la comunidad mundial. La red social, con entre 16 y 18 millones de usuarios diarios en este país de 25 millones de habitantes, bloqueó el ... acceso a todas las noticias locales e internacionales desde su plataforma, vetó las publicaciones de medios nacionales, así como varias páginas del Gobierno. ¿La razón? Desafiar una iniciativa legislativa que obligaría a pagar a los gigantes tecnológicos por difundir estos contenidos.
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La dura represalia llevada a cabo por la compañía de Mark Zuckerberg enfureció al Gobierno australiano. Lejos de amagar con retroceder, el primer ministro, Scott Morrison, aseguró que el país «no se dejará intimidar» por el «arrogante y decepcionante» paso dado por Facebook. Mientras tanto, grandes corporaciones mediáticas como la británica Guardian Media Group y organizaciones como Human Right Watch (HRW) arremetían contra un castigo sin precedentes. «Cortar el acceso a informaciones vitales a todo un país es inadmisible», denunció Elaine Pearson, directora regional de la ONG.
El enfado alcanzó proporciones mayúsculas al quedar incluidas inicialmente en el veto agencias gubernamentales esenciales, que emiten avisos de emergencia sobre el Covid-19, incendios forestales, inundaciones y ciclones. Facebook, si bien admitió que se trató de un error y comenzó a restaurarlas, se mantuvo firme en su rechazo a la ley que propone que las tecnológicas paguen a los editores cuando se publiquen sus artículos, en compensación por el valor que generan éstos en las plataformas digitales. El proyecto, adoptado la semana pasada por la Cámara Baja, se debate ahora en el Senado.
«El proyecto de ley entiende muy mal la relación entre nuestra plataforma y los editores que la utilizan para compartir contenido de actualidad», declaró ayer William Easton, responsable de la red social para Australia y Nueva Zelanda, al asegurar que el intercambio genera centenares de millones de dólares de ingresos a los medios. Las autoridades, en cambio, sostienen que la balanza está desequilibrada ya que la prensa sufre por una economía digital en la que Google capta el 53% de la publicidad del país, Facebook el 28%, y el resto se lo reparten el resto de actores del mercado, insuficiente para financiar el periodismo de calidad.
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El pulso entre Facebook y el Gobierno australiano es visto con atención por otros países, cuyo reguladores estudian si el sistema funciona para aplicar medidas similares. La UE, que apoya la iniciativa de las autoridades de Canberra, ya trabaja en su propia norma sobre el mercado digital. Entretanto, la red social y Google amenazan con marcharse de los lugares donde las regulaciones atenten contra el modelo que les ha permitido convertirse en las empresas más grandes y rentables del mundo.
El bloqueo de Facebook en Australia fue doblemente criticado ya que no afectó a muchas páginas de 'fake news' y teorías de la conspiración que publican artículos sobre temas de actualidad. «Esta medida irresponsable fomentará la difusión de noticias falsas, lo que es especialmente peligroso durante la pandemia», denunció Marcus Strom, de la Alianza de Medios.
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