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Los apenas 57.000 groenlandeses son sobre todo eso: groenlandeses. Su inmensa y helada isla es un territorio autónomo bajo el control de Dinamarca, pero hay un amplio sentimiento independentista entre la población, que se siente olvidada por los políticos de Copenhague. Ahora ha surgido ... un tercer jugador en el tablero: Donald Trump. El nuevo inquilino de la Casa Blanca ha expresado la «necesidad estratégica» de incorporar Groenlandia a EE UU. Pero no es eso lo que quieren los habitantes. Una encuesta de la empresa Verian, encargada por el periódico danés 'Sermitsiaq', refleja que el 85% de la población no desea que su isla ártica se convierta en parte de Estados Unidos. Sólo el 6% de los consultados se muestra a favor de ser norteamericano. El 9% está indeciso.
El presidente de Estados Unidos dijo a principios de este mes que Groenlandia era vital para la seguridad de Estados Unidos y que Dinamarca debería renunciar al control de esta isla de importancia estratégica. Está situada en una ruta comercial por la que pugnan EE UU, China y Rusia. Es, además, un territorio apenas explotado que contiene gran cantidad de materias primas, incluidos minerales fundamentales para las nueva tecnologías.
La primera ministra danesa, Mette Frederiksen, ha buscado apoyo entre los otros miembros de la Unión Europea para hacer frente a Washington. Aseguró el martes que había dado su pleno respaldo al principio de mantener el respeto por las fronteras internacionales, tras las reuniones mantenidas con el presidente francés, Emmanuel Macron; el canciller alemán, Olaf Scholz, y el secretario general jefe de la OTAN, Mark Rutte.
«Me alegra que la encuesta sea una muestra de que muchos groenlandeses desean que se mantenga una estrecha cooperación con Dinamarca, probablemente de una forma diferente a la que conocemos hoy, porque todo cambia con el tiempo», declaró Frederiksen al diario danés 'Berlingske'. El Gobierno de Dinamarca anunció el lunes que va a invertir 14.600 millones de coronas (casi 2.000 millones de euros) para reforzar su presencia militar en el Ártico.
Groenlandia, con una superficie mayor que México, obtuvo en 2009 una amplia autonomía, incluido el derecho a desligarse de Dinamarca mediante un referéndum. El primer ministro de este territorio, Mute Egede, es partidario de la independencia y ha dicho repetidamente que la isla «no está en venta» y que es su pueblo quien debe decidir su futuro.
El ejército estadounidense tiene una presencia permanente en la base espacial Pituffik, en el noroeste de Groenlandia, un lugar estratégico para su sistema de alerta temprana de misiles balísticos. La ruta más corta de Europa a Norteamérica pasa por este enclave. A principios de enero, uno de los hijos de Trump, Donald Jr, visitó la isla para difundir los beneficios que tendría para los groenlandeses ser anexionados por EE UU.
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