
A pesar de que las críticas contra los jueces son habituales en los últimos años en Francia, desde el lunes han elevado el tono. El ... diputado lepenista Frédéric Falcon denunció «un golpe de Estado sin precedentes» tras la condena contra la ultraderechista Marine Le Pen. A la escalada verbal se le han sumado las intimidaciones físicas contra la magistrada y los fiscales de este proceso. El pasado otoño ya fueron amenazados con «una bala de nueve milímetros en la nuca» por un usuario del medio ultra 'Risposte Laique'.
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Esta agresividad se ha recrudecido hasta el punto de que han desplegado una protección policial para la magistrada Bénédicte de Perthuis, con rondas constantes en torno a su vivienda. El ministro de Justicia, Gérald Darmanin, ha subrayado en la red social X que «las amenazas proferidas contra los magistrados del Tribunal de París son inaceptables en una democracia y preocupantes para la independencia de la autoridad judicial».
«Los ataques airados al estilo Trump no se corresponden con las costumbres de la política francesa», recuerda el politólogo Jean-Yves Camus, director del Observatorio de las Radicalidades Políticas, a este medio. «Si Agrupación Nacional ahonda en esta brecha, corre el riesgo de adoptar una posición contradictoria respecto a su estrategia de desdemonización», añade. Aunque los argumentos de que se trata de una formación perseguida por el «sistema» han calado en el núcleo duro de los electores lepenistas, no parecen los más eficaces para seducir a los votantes desencantados con la derecha tradicional.
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