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La segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas del próximo día 24 volverán a tener como principales actores a quienes protagonizaron el duelo en pro del mismo objetivo en 2017, Emmannuel Macron y Marine Le Pen. Como estaba previsto, ambos candidatos han superado a todos ... sus oponentes y ahora les toca intentar atraer los votos de formaciones como las de Jean-Luc Mélenchon (La Francia Insumisa), Valérie Pécresse (Los Republicanos), Eric Zemmour (Reconquista), Anne Hidalgo (Partido Socialista), Yannick Jadot (Europa Ecología-Los Verdes), Fabien Roussel (Partido Comunista) y otras formaciones de menor peso electoral (Resistimos, Francia, en pie, Nuevo Partido Anticapitalista, etc.)
El empeoramiento de las expectativas electorales del actual presidente respecto a su oponente no parece suficiente para preocupar excesivamente a Macron de cara a la segunda vuelta, salvo que todo el sistema salte por los aires. El margen se estrecharía respecto a lo acaecido hace cinco años, pero no debemos olvidar que las diferencias abismales de entonces (casi 30 puntos) no se repetirán en esta ocasión (entre 10 y 15 puntos). El cortafuegos, reacción democrática o movilización republicana frente a la extrema derecha, acordado por el resto de partidos hace una veintena de años, ha ido perdiendo solidez y la abstención ganándolo, a la par que se ha ido normalizando la presencia de la extrema derecha, y ello no deja de ser un aviso para todo el continente europeo. Y más en unos momentos en los que el país galo vota en tiempos extraños y excepcionales con las sucesivas oleadas de crisis y protesta social (chalecos amarillos), pandemia y guerra de Ucrania, que han anestesiado y estrangulado una campaña electoral casi inexistente y desmovilizada en la que se ha reflejado el miedo al cambio de un país angustiado por la desazón económica, territorial e identitaria.
Dentro de dos semanas seguirán estando en el epicentro de las elecciones, al igual que ha ocurrido ahora, la soberanía europea y la relación con Rusia, alteradas por la guerra de Ucrania y dando a la política internacional un protagonismo que normalmente no tiene en campañas electorales nacionales donde priman los asuntos de política interior. De ahí que su campaña haya transcurrido con calma y sosiego, porque la invasión de Ucrania ha marginado y difuminado temas ponzoñosos como la emergencia climática, el malestar social, la pérdida de poder adquisitivo, el incremento de la pobreza, la inmigración, la inseguridad, el terrorismo y la conscientemente silenciada crisis del Sahel.
El candidato del sistema ha ganado la primera batalla al populismo de derecha e izquierda, pero la aparente indiferencia política ciudadana genera gran inquietud ya que es en momentos como estos cuando se producen las alteraciones, o incluso las catástrofes, democráticas. Y no olvidemos también que todos los partidos del espectro político francés, incluidos los ganadores de hoy, tienen en su punto de mira las próximas elecciones legislativas del 12 y 19 de junio y que intentarán presentarse a las mismas lo más consolidados posible.
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