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Fotografía tomada esta semana en la plaza Mykhailivs'ka, en el centro de Kiev, que muestra a un hombre observando un tanque ruso destruido.
Fotografía tomada esta semana en la plaza Mykhailivs'ka, en el centro de Kiev, que muestra a un hombre observando un tanque ruso destruido. AFP
Primer aniversario de la invasión de Ucrania

«Tenemos miedo al día 24, a Putin le gustan las fechas señaladas»

Los tanques rusos trataron de tomar Kiev hace un año, pero no lo consiguieron. La losa psicológica y las consecuencias económicas lastran a un país que combate unido el miedo a la ofensiva definitiva

Domingo, 19 de febrero 2023, 13:57

De día, Kiev parece una ciudad casi normal. Casi, porque en las carreteras de acceso a la capital ucraniana aún hay que zigzaguear para esquivar los bloques de hormigón que delimitan los 'checkpoints'. Y porque algunos monumentos continúan protegidos por sacos terreros y en algunas esquinas todavía guardan defensas checas, esos voluminosos asteriscos de metal que impiden el avance de los tanques enemigos.

Pero el resto de la ciudad ha recuperado la vida que Rusia le arrebató el 24 de febrero del año pasado: las empresas han retomado sus negocios, la práctica totalidad de los comercios han recuperado su actividad, y la hostelería brilla como antes de la 'operación militar especial' con la que Vladímir Putin trató de tomar Kiev. Grandes cadenas como McDonald's o KFC han sido las últimas en levantar la persiana y dar así una ansiada –pero falsa– sensación de normalidad.

De noche, sin embargo, Kiev es una ciudad muy distinta. Porque los misiles rusos que escapan a las defensas ucranianas a menudo golpean la infraestructura energética del país. Y no hay personal ni suministros suficientes para repararla a la velocidad necesaria. Así que esos ataques han condenado a la capital a vivir en una penumbra que los generadores eléctricos tratan de combatir con un golpeteo constante y éxito modesto.

Los datos

7.100 civiles ucranianos

han muerto durante el primer año de la invasión rusa del país, según las cifras que se publican oficialmente en el país.

8.000.000 de ucranianos

han huido a otros países durante los últimos doce meses.

30% es el desplome

que ha sufrido la economía de Ucrania como consecuencia de la guerra que vive en su territorio.

«Por lo menos nos permite continuar trabajando. Porque a las cinco ya comienza a anochecer y sin él apenas podríamos atender a los clientes», comenta una peluquera de un establecimiento cuya calle solo iluminan las luces de los coches. En la cercana plaza de Maidán, uno de los principales símbolos de la metrópolis, únicamente el letrero de 'Amo a Ucrania' permanece iluminado en un simbólico gesto de resistencia.

Vecinos de Kiev se refugian en una estación de metro durante una alarma de ataque aéreo en la capital ucraniana el pasado día 10 de febrero. AFP
Imagen - Vecinos de Kiev se refugian en una estación de metro durante una alarma de ataque aéreo en la capital ucraniana el pasado día 10 de febrero.

Los particulares, sin embargo, rara vez cuentan con los medios para adquirir un generador de gasolina. «Nos enviaron un calendario con el racionamiento de la electricidad para que supiésemos a qué horas tendremos suministro, pero hay muchos días en los que no se cumple. Sobre todo cuando hay bombardeos», explica Nataliia, residente en un barrio obrero del este de Kiev. Por eso, las baterías portátiles se han convertido en uno de los productos más codiciados. «Al menos, el móvil lo podemos cargar con ellas. Más problemático es el frío, porque también se raciona la calefacción central debido a la falta de gas», añade.

Regreso a Kiev

Después de unos primeros meses en los que la mayoría huyó de la capital, los ciudadanos han regresado a Kiev y tratan de recuperar su rutina, a la que han incorporado el agudo preludio bélico de las sirenas antiaéreas. La mayoría ya no corre a los refugios o al metro cuando suenan, pero el peso psicológico de la invasión sigue siendo una gran losa. «Cuando alguien golpea la puerta en vez de utilizar el timbre, el corazón me da un vuelco. Porque el 24 de febrero me avisaron así de que había comenzado la guerra y debía buscar refugio», recuerda Yuliia Kalynovska, responsable de Comunicación de Dobrobat, una ONG local dedicada a la reconstrucción de viviendas dañadas.

Ella tiene suerte, porque no ha perdido a ningún ser querido. Pero más de 7.100 civiles han muerto –las cifras de los militares caídos no se publican, pero diferentes fuentes estiman que pueden estar entre 100.000 y 200.000–, casi ocho millones de ucranianos han huido a otros países –cerca de cinco millones como refugiados en Europa–, y Naciones Unidas cifra en 17,6 millones la población que necesita ayuda dentro de Ucrania.

«La sistemática destrucción de infraestructura ha contribuido al desplazamiento interno de quienes escapan a la guerra. Los ataques contra instalaciones energéticas, a menudo en los alrededores de las ciudades, provocan interrupciones en servicios públicos como los suministros de agua y electricidad, así como en la sanidad y la educación», destaca la agencia de coordinación de emergencias de la ONU en un informe publicado esta semana.

Una mujer kazaja distribuye baursaki, un pan tradicional de su país, a los lugareños cerca de una de las yurtas instaladas en el centro de Kiev para atender a la población. EFE

«Y lo peor es que la guerra no está cercana a su fin», se lamenta Oksana Furman, residente en Dmitrivka, una de las localidades arrasadas durante la infructuosa ofensiva contra Kiev. «Tengo mucho miedo a lo que pueda pasar el próximo día 24, porque a Putin le gustan las fechas señaladas y hay muchos rumores sobre la posibilidad de una gran ofensiva rusa», añade Furman, que vivió el inicio de la invasión en primera línea.

Tanto que, en abril, la primera vez que habló con este periódico, enfrente de su casa todavía yacía el cuerpo semicarbonizado del tanque ruso que abrió un boquete en la pared de su casa y destrozó parte del tejado. El edificio se ha reconstruido y ha quedado como nuevo, pero muchos en el pueblo han decidido marcharse la próxima semana por lo que pueda pasar. Y su temor lo comparten muchos.

Penuria económica

Una inflación del 27% está agotando las reservas financieras de los habitantes de Kiev

«Putin tiene previsto dar otro de sus discursos en un estadio de Moscú y creo que puede anunciar una de dos cosas: que ha cumplido sus objetivos, o que iniciará una movilización masiva para lanzar la ofensiva definitiva», elucubra Alexander Khan, un importador de material agrícola que ha sufrido en carne propia otro de los grandes efectos de la invasión: el económico. «Yo estoy en una situación muy delicada porque toda esta incertidumbre hace que nadie quiera invertir», comenta.

Las grandes empresas ucranianas también han sufrido un serio varapalo en sus cuentas. El gigante agroalimentario MHP, el mayor productor de carne de pollo de Ucrania y una de las principales empresas de cereal del país, ha visto caer sus beneficios un 40,4% en 2022, un año en el que sus costes se han disparado: un 87% en el mercado doméstico y un 180% en el internacional, debido al encarecimiento de la logística.

En camiones refrigerados

«Antes exportábamos a 83 países a través de los puertos marítimos. Pero ahora no funcionan para productos cárnicos, así que tenemos que enviarlos en camiones refrigerados con los que tenemos que llegar a nuestros centros de distribución europeos en menos de diez días», relata Viktoriia Nahirniak, responsable de los programas de cooperación de MHP. «Hay ocasiones en las que la Aduana ucraniana tarda hasta cuatro días en inspeccionar los vehículos, así que hemos pedido al Gobierno que agilice los trámites porque empresas como la nuestra son clave para atraer las divisas extranjeras que tanto necesitamos», añade.

La oscuridad se adueña de las calles de la capital ucraniana cuando se pone el sol como consecuencia de las restricciones energéticas. Zigor Aldama

MHP ha sorprendido por el trato que ha dispensado a sus empleados, a los que ha continuado pagando el sueldo durante los meses que no trabajaron. «Durante tres meses estuve con mi hijo en un refugio en Vinnytsia pagado por la compañía, que ha realojado en la región de Kiev a los trabajadores de la fábrica que tenemos en Donetsk, muy cerca del territorio ocupado», explica Nahirniak. Es la única de sus 40 plantas que ya no está operativa.

«Quizá lo único positivo que tiene esta guerra es que nos ha demostrado que tenemos que dejar nuestras diferencias a un lado y unirnos para avanzar juntos», opina Kalynovska en clave positiva. Tetiana Volochai, directora de la Fundación MHP-Gromadi, asiente. «También ha despertado la conciencia de algunas empresas», apostilla. No en vano, MHP ha duplicado los fondos que destina a programas de Responsabilidad Social Corporativa. «Eso sí, han cambiado por completo las prioridades: hemos destinado 4 millones de dólares a las Fuerzas Armadas, y nos hemos centrado en proporcionar seguridad a la población, acogiendo a desplazados internos, construyendo refugios para escuelas y hospitales, adquiriendo generadores, ofreciendo semillas para que la gente cultive su propio alimento, y canalizando ayuda humanitaria internacional», enumera Volochai.

«Solo piensa en ahorrar»

Todos estos esfuerzos, individuales, colectivos y corporativos, han mitigado las consecuencias de una guerra que ha provocado un desplome del 30% en la economía ucraniana. Pero el 'modo subsistencia' de la población y una inflación del 27% están agotando sus reservas financieras. «La gente tiene mucho menor poder adquisitivo y solo piensa en ahorrar. Ya no se celebran bodas y, por ejemplo, los fotógrafos que se dedicaban a ellas han tenido que reinventarse», comenta Svitlana Olifer, planificadora de bodas.

Primer aniversario

«Tenemos miedo a lo que pueda pasar el día 24, porque a Putin le gustan las fechas señaladas»

En un sótano de Maidán, Lidia Lóbova también ha tenido que cambiar los suvenires que vende en su tienda, porque los turistas no se prodigan demasiado. Sus estanterías están llenas ahora de insignias militares, imanes de frigorífico con la cara de Volodímir Zelenski y caricaturas de Putin impresas en papel higiénico. «Las ventas cayeron con el coronavirus, pero la invasión las dejó casi en cero. No cobré durante dos meses, y ahora gano mucho menos porque voy a comisión», relata.

Pero más le preocupa que Rusia pueda ocupar Ucrania e imponer un gobierno títere, como el de Bielorrusia. Por eso, como todos los entrevistados, reclama que la comunidad internacional envíe los tanques y cazas prometidos. «Me temo que la vida va a ser muy oscura», avanza, temerosa también de que todo derive en una guerra nuclear. «La guerra durará años y se derramará mucha sangre. La única salida es que muera Putin», sentencia Khan.

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