Las elecciones legislativas francesas que empiezan hoy pueden complicar mucho el futuro de la Unión Europea. Hace unas semanas el centrista Emmanuel Macron revalidaba su presidencia con claridad frente a la ultraderechista Marine Le Pen. Ahora necesita una nueva mayoría parlamentaria para frenar la siguiente ... ola populista, esta vez de izquierdas, y poder gobernar desde la moderación y el europeísmo.
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Jean-Luch Mélenchon encabeza la coalición que trata de hacer todo lo contrario y busca convertir estos comicios en una tercera vuelta que impugne de hecho la elección presidencial. El viejo troskista se propone como primer ministro en una cohabitación imposible. Su programa es transitar a una sexta república con acento bolivariano, muy lejos de los postulados de la democracia liberal y de los consensos de Bruselas. Ha conseguido el apoyo de buena parte de la izquierda, algunos socialistas incluidos, y también de los verdes, y su plataforma tiene buena acogida entre los jóvenes. Macron es presentado desde esta óptica cuasi revolucionaria como el representante del status quo y el inmovilismo, una vez los partidos tradicionales han dejado de ser decisivos a nivel nacional. Sería también el responsable de la delicada situación económica del país y un político fracasado en el plano internacional, tras sus repetidos intentos de influir e incluso mediar en la guerra de Ucrania.
Por fortuna las últimas encuestas muestran una ligera ventaja a favor de la coalición centrista, con la duda de si será suficiente al final de la doble votación para conformar una mayoría estable en la Asamblea Nacional. Sin una Francia europeísta y gobernada desde la moderación, la Unión no conseguirá hacer frente a los nuevos retos geopolíticos que amenazan su futuro. El tándem Scholz-Macron es imprescindible para redefinir la política energética del continente y alumbrar una seguridad y defensa comunes que sean plenamente compatibles con la Alianza Atlántica. Tras la jubilación de Angela Merkel, hay un déficit de liderazgo en el Consejo Europeo, la cúpula de poder que reúne a presidentes y primeros ministros.
El nuevo canciller alemán no tiene aún autoridad suficiente para embridar a sus homólogos en Polonia y Hungría. Su propio partido no está convencido del todo de que su país deba evolucionar hasta convertirse en la primera potencia militar europea. Es cierto que el primer mandato de Emmanuel Macron ha puesto de relieve la enorme dificultad de gobernar Francia desde postulados templados y pragmáticos. Una visión pesimista llevaría a pensar que sus problemas domésticos crecientes le impedirán ser un líder europeo. Pero nos gobernamos en buena medida desde Bruselas y la aportación de Francia a nuestro futuro compartido es imprescindible.
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