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Anastasia Tarashchuk
Jueves, 28 de marzo 2024, 19:58
'Velikden', -«el gran día», en castellano- o 'Paska'. Así llaman los ucranianos a la Semana Santa ortodoxa, el periodo festivo que une a las familias incluso antes de celebrarlo porque requiere muchos preparativos. No transcurre en las mismas fechas que en España. La festividad, ... que este año comenzará el 28 de abril y concluirá el 5 de mayo con el esperado Domingo de Pascua, mantiene en la actualidad una tradición que, aunque es seguida por muy pocos, consiste en ayunar 48 días, durante los cuales se prohíbe comer carne, pescado, huevos, beber leche, fumar y tomar alcohol. Ahora bien, lo importante no son los límites en la alimentación, sino dejar a un lado las malas costumbres y mejorar lo espiritual y racional.
Racional no parece ser un término que encaja bien con el frente del Donbás, donde las bajas militares se producen a diario y los civiles sobreviven a duras penas. Por tercera ocasión consecutiva, la invasión rusa, iniciada en febrero de 2022, alterará el tradicional acercamiento de la Semana Santa. No solo en primera línea sino también en Kiev y otras grandes ciudades. Las autoridades han pedido a los ciudadanos que eviten las concentraciones familiares debido a los frecuentes bombardeos rusos mientras en el frente tampoco se permitirán ceremoniales ni reuniones.
En cualquier caso, es seguro que miles de ucranianos tratarán de cumplir con algunos de los preceptos de una festividad llena de simbolismos. Una costumbre muy extendida consiste en llevarse a casa unos ramos de salix caprea -también conocido como sauce cabruno- una semana antes. Los amentos de este árbol simbolizan la llegada de la primavera y alegran a los niños por su forma -similar a la de un «gatito», como así les llaman- y suavidad.
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Otro de los preparativos consiste en dejar lista la cesta que se lleva en la madrugada del Domingo de Pascua a la iglesia. Primero, se pintan los huevos. Antiguamente, se echaba una cebolla a hervir hasta que el agua adquiriese el color marrón y entonces se introducían los huevos durante unos siete minutos para que adquirieran esa tonalidad. Ahora, sin embargo, existen muchas pegatinas con dibujos religiosos o relativos a la primavera con las que decorar las cáscaras.
El siguiente paso es hornear un bizcocho, o 'pasja', como lo llaman los ortodoxos ucranianos. Su apariencia y el sabor es similar al panettone. Es decorado normalmente con las claras batidas mezcladas con el azúcar. Antes se preparaban muchos dulces. En una familia podían cocinarse entre cinco y diez, que luego se repartían entre los amigos y familiares.
La cesta también se puede llenar con bombones o galletas, las opciones más clásicas, pero ahora mismo hay quienes intrducen donuts o cruasanes. Y no faltan quienes ponen como broche una botella de alcohol, coñac o el vino Kahor, entre los preferidos.
Una vez preparada y tapada con 'rushnik', la toalla tradicional, no queda nada más que madrugar a las tres de la madrugada y llevar el cesto a la iglesia. Antes de la guerra cada persona o familia elegía cuándo ir, siempre antes de la hora de la comida, pero ahora mucha gente prefiere esperar a los momentos de menor aglomeración porque el Gobierno ruso «puede aprovechar una concentración en el mismo sitio» para bombardearlo, explica Mariia Vynychenko, portavoz del servicio que vigila el cumplimiento del estado de emergencia en Zaporiyia.
En los templos es obligado comprar una vela, clavarla en el bizcocho y encenderla. Si la llama sobrevive al agua santa que el sacerdote arroja sobre las cestas y los fieles, como símbolo del bautizo y la eliminación de los malos espíritus, supondrá que su portador tendrá buena suerte de por vida. En caso contrario, hay otra manera de ganársela. Chocando los huevos.
Se trata de otra tradición en la Pascua ortodoxa de Ucrania. Cada uno de los familiares coge un huevo duro y luego los golpean unos contra otros. El objetivo es que no se rompa. «A la mañana, después de traer las cestas a casa desde la iglesia, nuestra familia desayunaba el bizcocho, los huevos y un poco de Kahor. Pero antes siempre cumplíamos el rito de chocar los huevos. El que salía con uno entero, iba a tener buena suerte durante ese año», recuerda Mariia Vynychenko.
«Eran tres días del amor, cariño, conversaciones y recuerdos de nuestros ancestros. Ahora ya no es lo mismo. Mi abuela, en cuya casa nos reuníamos, permanece desde el inicio de la invasión bajo la ocupación rusa y no la he vuelto a ver. Muchas mujeres de nuestra familia se marcharon al extranjero, incluso mi madre con mi hijo. Yo no puedo salir del país. Mi padre es inválido, luchaba ya en 2014, y otros parientes siguen en el frente», lamenta Vynychenko, que no pierde la esperanza. «Ojalá ganemos pronto y nuestra gran familia vuelva a estar unida».
El jefe de la subdivisión la Guardia Ofensiva, que prefiere mantener oculto su nombre, comenta que en el frente «de momento no existe una celebración como tal, es un día de 'mañana más'. Todos se acuerdan de 'Paska', pero hay que seguir cumpliendo con las tareas militares. Si estuviera con mi familia, sí lo celebraría, claro», asegura.
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