«Bienvenidos a Múnich, donde ustedes pueden ser espiados»

La abultada delegación estadounidense encabezada por la vicepresidenta, Kamala Harris, -la más numerosa hasta ahora con casi cincuenta miembros entre funcionarios, jefes de seguridad y congresistas de ambos partidos- ofrece un indicador de la importancia que la reunión tenía para Washington.

Mientras los centenares de jefes de Estado y de Gobierno, ministros y dignatarios, jefes de seguridad, espías y funcionarios de inteligencia se concentraban en conversaciones de geoestrategia de alto nivel, muchos en el Bayerischer Hof sus teléfonos móviles estaban conectados a alguna de las numerosas antenas equipadas con telefonía china que rodean el hotel de cinco estrellas de la ciudad alemana.

El elefante en la habitación parece esta vez residir afuera, en los mástiles de transmisión dotados de equipamiento de Huawei, una empresa vinculada al Gobierno chino, perfectamente visibles desde los balcones del Bayerischer Hof, a solo trescientos metros de distancia y desde los que el espionaje de Pekín podría estar a la escucha. Restringir la penetración en los mercados occidentales a los proveedores chinos de 5G ha sido uno de los temas de insistencia de Washington y uno de los puntos de desacuerdo entre Berlín y los países que apoyan la medida.

Los riesgos de seguridad asociados con la tecnología de Huawei, la compañía de telecomunicaciones más grande del mundo, aumentan en la actual situación geopolítica de inestabilidad, de forma similar a como la dependencia europea del gas ruso complica la estrategia energética. Huawei ha estado implicada en casos de espionaje de alto perfil, como el de la sede de la Unión Africana.

EE UU ha venido exponiendo en el pasado el incalculable riesgo de seguridad que representa la gran dependencia europea -particularmente la de Alemania- de la telefonía del controvertido gigante asiático en la construcción de la red móvil 4G y 5G. Algo particularmente preocupante en medio de alta tensión entre Washington y Pekín por los recientes globos de vigilancia.

Un nuevo informe norteamericano revela que el déficit comercial germano con China se disparó en 2022. Otro de la firma de inteligencia de telecomunicaciones Strand Consult estima que Alemania depende de la tecnología china en un 59% en la construcción de su infraestructura de 5G. Según Strand, la presencia masiva de tecnología Huawei ya alcanza el 57% en su red 4G. Ello convierte a la mayor economía de Europa es el bastión de la presencia de Huawei en las comunicaciones móviles en Europa. «Se podría decir que Alemania es el país más inseguro de Europa», señalaba hace unos días el fundador de Strand Consult, John Strand. «Bienvenidos a la Conferencia de Seguridad de Múnich: no podemos garantizar que ustedes no sean espiados», dijo con ironía.

Aunque los organizadores de la conferencia han insistido en que las comunicaciones son completamente seguras, los tres principales operadores del país, Deutsche Telekom, Vodafone y Telefónica, utilizan tecnología Huawei junto a otras europeas en las antenas de transmisión.

La fuerte penetración tecnológica y comercial china, así como su creciente agresividad militar y su continuo suministro de materiales esenciales a Rusia un año después de su «asociación sin límites» fue uno de los temas centrales de atención en Múnich. Aunque Rusia, como Irán, no ha sido invitada -ni envió a nadie a la conferencia en 2022-, sí participó el exministro de Relaciones Exteriores y nuevo miembro del Politburó chino, Wang Yi.

Con todo el nuevo reordenamiento mundial produciéndose en tiempo real obliga a un replanteamiento de toda la defensa trasatlántica, no solo a nivel de los principios que lo regulan sino también en lo referente a las nuevas herramientas de seguridad. La rápida alineación entre bloques de democracias y autocracias llama a la consolidación de la alianza occidental en una mayor cohesión y compromiso político con un orden internacional basado en el respeto a las reglas. En su informe 'Revisión', la Conferencia de 2023 ha pedido la reconstrucción de una nueva visión compartida dentro de la comunidad internacional.

A pesar de las enormes pérdidas, la catástrofe humana y la incertidumbre de la guerra, la estrategia general parece ser la aceptación de una guerra sin fin en un futuro inmediato. En el seno de la OTAN los que abogan por la autonomía estratégica europea han sido desplazados por los que pujan por la consolidación del bloque contra Rusia.

Así las cosas, Europa y su socio trasatlántico se encuentran atrapados en una inversión militar permanente en apoyo a Ucrania, con el debate de la transmisión de armas, especialmente por parte de Alemania y Francia, generando una intensa cobertura mediática. A medida que se acerque la primavera, la cuestión de la resistencia de los dos ejércitos en los frentes de Ucrania pondrá a prueba la capacidad de la Alianza Atlántica para mantener la solidaridad a largo plazo y la creciente división Este/Oeste será objeto de gran especulación.

A pesar de la unidad creada por las circunstancias de la guerra, muchos Estados miembro del Este, que comparten frontera con Rusia y sienten su amenaza militar de cerca, perciben una creciente indecisión entre los Estados occidentales. La ampliación de la OTAN para incluir a Suecia y Finlandia, y una posible integración operativa de Ucrania -a través de un Plan de Acción de Membresía (MAP) a materializarse en julio en Vilna-, pondrán a prueba la agilidad de la organización para responder a las divisiones, así como su capacidad de cumplir con las demandas de seguridad en el entorno actual.

En este nuevo contexto geopolítico el gasto en defensa está inevitablemente destinado a aumentar, como ya han anunciado Francia y Alemania. La intensificación de la guerra ha disparado la demanda de armamento estadounidense entre muchos países europeos.