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El agente Vladislav perdió una pierna tras la explosión de una mina. Era una mañana cualquiera de trabajo de la unidad especial de desminado de la Policía ucraniana en los campos que rodean Járkov, al este del país, y allí comprobó en primera persona el ... dicho que tantas veces repiten al hablar de su trabajo: «un zapador sólo puede cometer un error en su vida». Vladislav se recuperó, le pusieron una prótesis y regresó con sus compañeros para seguir con una labor interminable, limpiar Ucrania de minas.
Las zonas que rodean Járkov permanecieron durante siete meses bajo ocupación rusa. Cuando las tropas de Vladímir Putin se retiraron ante el empuje ucraniano dejaron tras de sí un regalo envenenado en forma de minas. El equipo de desminado del agente Vladislav lo dirige el capitán Mikhailo y está a punto de concluir la limpieza de los campos vecinos a unas aldeas en las que los agricultores han perdido el acceso a sus tierras, bosques e incluso al río por culpa de las minas. Es un equipo pionero porque utiliza un robot recién entregado por la compañía suiza Global Clearance Solutions (GCS) que les agiliza y hace más seguro el trabajo.
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Las autoridades de Ucrania piden a sus aliados armas y municiones. Tras el uso del primer misil hipersónico por parte de Rusia, Volodímir Zelenski solicitó apoyo de urgencia para mejorar la defensa antiaérea, «pero también necesitamos más robots y medios para el desminado, cuantos más tengamos, antes terminaremos», afirma el capitán. El gran objetivo de esta labor es «que la gente que vive en las zonas afectadas pueda estar segura en su tierra, que no tenga riesgo de saltar por los aires», explica el oficial.
El robot oruga de color beige tiene una pala delantera que va removiendo la tierra. El operador maneja el aparato a una distancia de 100 metros con un mando parecido al de un videojuego. La máquina trabaja a una velocidad de unos 7 kilómetros por hora y, cuando termina su trabajo, pasan los zapadores con detectores para completar la limpieza. Cuando terminan ambas operaciones, se ponen cintas blancas en los arbustos cercanos para que los vecinos sepan que se trata de un terreno revisado. El robot, del tamaño de un pequeño utilitario, es una hormiga en medio de la inmensidad de los campos trigo. ¿Los bosques? «Allí no podemos meter esta máquina, hay que limpiarlos a mano y con la ayuda de unos nuevos drones que tenemos que nos ayudan a detectar la presencia de minas y artefactos sin explotar», afirma el capitán.
En su despedida de la Casa Blanca, Joe Biden ha cambiado de estrategia y ha dado luz verde a los ucranianos para usar misiles de largo de alcance contra Rusia y minas antipersona. Es una decisión polémica porque Ucrania es signataria de la Convención sobre la prohibición de las minas antipersona, que prohíbe el uso, almacenamiento, producción y transferencia de minas terrestres. La decisión de Biden busca ayudar en los esfuerzos de frenar el avance ruso, algo que ha destacado Zelenski, y el capitán Mikhailo prefiere no entrar en polémicas. El responsable del equipo de desminado se limita a decir que «sabemos mejor que nadie que están prohibidas, pero el enemigo no cumple esta regla. Estamos en guerra y las minas ayudan a parar su avance, son efectivas y valiosas porque no las puedes ver». No quiere hablar más del tema.
Desde el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo consideran a Ucrania como uno de los países más minados del mundo y organizaciones como la Asociación Ucraniana de Desminado Humanitario denuncian que el desminado completo del territorio ucraniano podría llevar hasta 30 años. La asociación afirma que más de 156.000 kilómetros cuadrados son potencialmente peligrosos, el equivalente a un tercio del país. Las minas no son el único tipo de explosivo que representa una amenaza. Los morteros, las bombas, los proyectiles de artillería o las municiones se convierten en peligros si no explotan. Expertos mundiales aseguran que el volumen de minas y munición sin explotar no tiene precedentes en las últimas décadas.
En la aldea más cercana al campo recién desminado por el capitán Mikhailo y los suyos, no se puede revelar la localización porque el enemigo ataca a los robots de desminado con drones, hay varias casas reventadas por los combates y sólo sale humo de una chimenea. Las autoridades han reparado una vivienda para convertirla en punto de reunión al que los vecinos acuden para tener agua, electricidad y calefacción. Olga Slavgorodska aprecia el trabajo de limpieza, pero lamenta que «lleva mucho tiempo y no te da una seguridad total, el otro día explotó una mina al paso de un camión que había recogido leña del bosque. Vivimos con ese miedo metido hasta lo más dentro». Una amenaza invisible y poderosa que Rusia ha sembrado en Ucrania para un largo tiempo y que usarán también los ucranianos para frenar al enemigo.
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