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M. Pérez
Viernes, 31 de enero 2025, 23:40
«Puedo confirmar que la fecha límite del 1 de febrero, que el presidente Trump estableció con una declaración hace varias semanas, continúa». Con esta frase, la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, anunció este viernes el presumible armaggedón económico que puede sacudir la ... mitad norte del continente americano bajo el mandato del líder republicano: la aplicación de aranceles de un 25% a los bienes procedentes de Canadá y México, y de un 10% a las mercancías chinas. Dado que son los tres principales socios comerciales de Estados Unidos, la medida afectará al menos a un tercio de todos los productos y servicios que se importan a este país.
Y todo parece indicar que el castigo no se quedará ahí. Trump amenazó anoche con extender la misma medida a la UE. «¿Voy a imponer aranceles a la Unión Europea? ¿Quieren una respuesta sincera o les doy una respuesta política? Por supuesto. La Unión Europea nos ha tratado terriblemente», declaró a los periodistas en la Oficina Oval.
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M. Pérez
La Casa Blanca parece haber encontrado en la política de gravámenes una poderosa herramienta para conseguir sus propósitos en el ámbito internacional. Heredera de la guerra comercial de su primer mandato, la propuesta de Trump es, sobre todo, un ejemplo de la presión que quiere ejercer sobre sus vecinos para que detengan el paso de migrantes, acepten a los deportados de su nacionalidad y corten el tráfico de fentanilo a suelo estadounidense. A China le exige acabar con el narcotráfico de las mafías orientales hacia EE UU. Hace solo unos días la estrategia de la imposición le funcionó con el presidente de Colombia y ahora se presume que quiere repetir la jugada.
Los aranceles entrarán este sábado en vigor, salvo que surtan efecto las conversaciones iniciadas este viernes por la noche -la pasada madrugada en España- con una delegación de altos funcionarios canadienses, que llevan varios días en Washington intentado desactivar las intenciones del mandatario republicano. Los enviados por el Gobierno de Justin Trudeau se reunieron con el zar de la frontera, Tom Homan, para discutir sobre inmigración y narcotráfico. De seguir el mismo camino que Colombia con el caso de las deportaciones, donde Gustavo Petro acabó aceptando los vuelos estadounidenses, cabe la posibilidad de que los aranceles con Canadá se suspendan poco después de su aplicación. Pero nada es previsible con Trump.
El primer ministro, Justin Trudeau, respondió que si se imponen las tasas habrá una respuesta «contundente» del Ejecutivo de Ottawa, pero siempre dentro de lo «razonable». Al igual que México, programa aumentar los aranceles a los productos estadounidenses, entre ellos a prósperos negocios como el whisky de Tennessee y el zumo de naranja de Florida.
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«Tenemos plan A, plan B y plan C», aseguró anoche la presidenta de México, Claudia Sheinbaum. «Siempre vamos a defender la dignidad de nuestro pueblo, el respeto a la soberanía y un diálogo como iguales». Tanto Sheinbaum como Trudeau resaltaron que una política arancelaria tan dura afectará a millones de empleos estadounidenses y al consumo, puesto que obligará a elevar los precios de un buen número de bienes de uso habitual.
Una por otra Trump desistirá de la subida de aranceles si Canadá y México aceptan las deportaciones de sus nacionales, ycortan el paso de inmigrantes y de fentanilo en la frontera. A China le exige parar el tráfico de esta droga hacia EE UU.
Valor Canadá y México, tasas del 25%; China, del 10%.
Posible excepción El petróleo. EE UU importó en octubre 4,6 millones de barriles diarios de Canadá y 563.000 barriles desde México.
En realidad, los tres países componen un enorme bloque comercial en América del Norte desde hace al menos treinta años en base a sucesivos acuerdos económicos. Desde la agricultura y el sector textil a la industria automotriz, de maquinaria o el negocio de aparatos como ordenadores y frigoríficos -de los que México es el principal abastecedor a Estados Unidos-, la región supone un gran mercado interior.
Canadá exportó a EE UU mercancías por un valor superior a los 300.000 millones de dólares en 2024. México es todavía más potente, con un volumen de entregas de 664.000 millones. Los dos gobiernos admiten la posibilidad de sufrir un gran revés -algunos expertos vaticinan que la economía canadiense podría entrar en recesión-, pero también EE UU lo notará en forma de pérdida de empleos, desabastecimiento, colapso de cadenas de suministro y un aumento de los precios a una población que votó a Trump porque ya lo le llega el sueldo a fin de mes.
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