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Quedan menos de tres meses para que EE UU elija presidente en un escenario inimaginable hace menos de un año. Zarandeados por una pandemia de coronavirus que día a día causa estragos y arranca de cuajo enraizadas tradiciones. Esta vez, la grave crisis sanitaria que ... ha matado ya a más de 160.000 personas y ha infectado a unos 5 millones, ha arrebatado a demócratas y republicanos el esplendor de uno de sus actos políticos de mayor calado: las convenciones de partido que marcan el inicio oficial de la campaña y en las que sus aspirantes a la Casa Blanca asumen la candidatura en un baño de multitudes y entre discursos que son transmitidos en los principales canales de televisión.
2020, sin embargo, pasará a la historia porque la batalla electoral entre el actual presidente, Donald Trump, y su rival demócrata, Joe Biden, se librará en el campo virtual. Detrás de pantallas, a fin de evitar una mayor propagación del Covid-19 en el país más azotado por el patógeno en todo el mundo. El ex 'número dos' de Barack Obama y principal favorito a ocupar la presidencia estadounidense ya dejó claro esta semana que la prioridad es «proteger la salud pública». Por ese motivo, anunció el miércoles que no viajará a Milwaukee (Wisconsin), sede de la convención nacional que celebrarará su partido del 17 al 20 de agosto. No acudirá él ni ninguno de los oradores «ante el empeoramiento de la pandemia».
Biden, de 77 años, tiene previsto aceptar la nominación demócrata en su casa situada en la localidad de Wilmington, en Delaware, el discreto escenario desde el que ha repelido en las últimas semanas las continuas embestidas de Trump, de 74 años, y donde ha animado a sus bases a votar. La convención demócrata, según avanzan sus organizadores, será casi completamente virtual. Habrá conexiones con votantes en diferentes partes del país para hacerles partícipes y contará cada noche con una programación de dos horas, entre las 21.00 y las 23.00 hora local, que será retransmitida por televisión.
El que fue vicepresidente de Obama de 2009 a 2017 es plenamente consciente de que en la movilización y la participación está la clave para ganar enteros frente al actual inquilino de la Casa Blanca. Por eso ha informado de que invertirá 280 millones de dólares (236 millones de euros) en anuncios de televisión y en Internet, lo que supone el mayor gasto de un candidato presidencial en la historia de EE UU, y el doble que Trump. Aunque las últimas encuestas, elaboradas por el portal Real Clear Politics, le otorgan una ventaja de siete puntos respecto a su contrincante, sabe que toda artillería propagandística es poca para derrotar al mandatario.
Trump, que a mediados de julio despidió a su jefe de campaña por los malos resultados que cosecha en los sondeos, no tira ni mucho menos la toalla. Aun así, se da cuenta de que su imagen se ha visto muy dañada por su gestión de la crisis del coronavirus, primero ninguneando sus efectos y luego organizando reuniones y viajes sin usar mascarilla. A ello se añade el desgaste que le han acarreado las protestas raciales y que la baza económica con la que jugaba se ha esfumado al darse a conocer que el país ha entrado en recesión. Ahora que no podrá dar su discurso de aceptación de la nominación en la convención republicana, que se celebrará de forma limitada del 21 al 24 de agosto en Charlotte, Carolina del Norte, pierde además una oportunidad de oro para enardecer a sus seguidores.
Por si fuera poco, y después de haber desatado las alarmas al coquetear con la idea de aplazar las elecciones del 3 de noviembre, Trump se ha vuelto a situar en el centro de la polémica al sugerir que podría oficializar su candidatura presidencial desde la Casa Blanca. «Estamos pensando en ello. Sería lo más fácil desde el punto de vista de la seguridad porque no supone traslados. Es fácil. Y creo que es un entorno hermoso», dijo con absoluta serenidad a la cadena Fox News.
Sin embargo, realizar en la sede del Gobierno la alocución que debía pronunciar en la convención republicana ha sido calificado como una maniobra descarada porque está establecido que los presidentes que buscan la reelección deben separar los actos de su campaña de las actividades oficiales.
Aunque Trump matizó que podría «ir a otro lado» en caso de que «alguien tuviera problemas» con el lugar propuesto para su discurso, el aluvión de críticas no se hizo esperar. Las más duras procedieron de la portavoz del Congreso y presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi, quien calificó de «errónea» la idea y advirtió al mandatario de que «degradaría una vez más a la Casa Blanca como lo ha hecho una y otra vez». No en vano, el presidente ha convertido la residencia oficial en el telón de fondo favorito para sus apariciones televisivas, en las que no ha escatimado acusaciones y descalificativos hacia Biden.
La convención republicana, en la que participarán 336 representantes que votarán a su candidato en nombre de los cerca de 2.500 delegados de la formación, cambió la ubicación a Jacksonville, en Florida, después de que el gobernador de Carolina del Norte insistiera en mayo en limitar el número de asistentes debido al coronavirus. No obstante, Trump tuvo que volverla a convocar en el emplazamiento inicial a causa del drástico repunte de casos en el llamado Estado del sol, uno de los más golpeados por la pandemia. El acto, al que no podrán acudir periodistas, se desarrollará en versión reducida y será parcialmente retransmitido a través de internet, una decisión sin precedentes propia de un año que será difícil de olvidar.
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