Secuoias gigantes han sido envueltas en papel de aluminio para protegerles de los incendios forestales en EE. UU. AFP

Las llamas no perdonan a las sequoias de California

Los bomberos protegen con telas ignífugas a estos auténticos colosos de los bosques, amenazados por los incendios que azotan el Estado

MIGUEL PÉREZ

Viernes, 17 de septiembre 2021, 15:49

El indio tallado en los restos de un tronco a la entrada del Parque Nacional Sequoia en California ya no recibe al visitante para indicarle la ruta hacia el Bosque Gigante. Por primera vez desde 1935, su rostro está cubierto con una manta ignífuga en ... un intento desesperado de salvarlo de los incendios forestales. Lo mismo sucede con muchas de las 2.000 sequoias que conforman este patrimonio natural único en el mundo. Los bomberos californianos han iniciado una formidable operación para proteger los árboles con telas protectoras contra el calor, ya que se encuentran en el camino de dos de los grandes fuegos desatados este verano en el Estado.

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Las llamas no dan tregua. California se ha convertido en una enorme pira, elegida por la crisis climática para mostrar su potencial devastador. Desde junio, han ardido ya más de 400.000 hectáreas de terreno forestal, 22.000 personas han sido evacuadas y no menos de 40.000 edificios han quedado reducidos a cenizas. Por quemar, se han quemado poblaciones enteras. Esta temporada de incendios se conocerá como una de las cinco peores en la historia del Estado. Las otras cuatro anteriores han sucedido en este mismo siglo, lo cual confirma que el calentamiento global no es una mera teoría, le pese a Donald Trump y sus seguidores negacionistas del clima.

Paradise y Colony son los dos frentes que amenazan una de las grandes maravillas de la naturaleza. Surgieron el pasado día 10 durante una potente tormenta eléctrica y han cobrado intensidad, ayudados por la sequía, la elevada temperatura del suelo y un viento bochornoso, seco y potente. Los dos se han fusionado en un único foco, bautizado como KNP Complex Fire, que avanza hacia la segunda reserva del país –la primera es la vecina Yosemite– y el pueblo de Three Rivers, desierto tras una evacuación de emergencia. Puede decirse que son los coletazos de un ecosistema igneo cerrado en el que los propios incendios crean las condiciones ambientales para poder reproducirse y perpetuarse. Paradise y Colony llevan calcinados 38 kilómetros cuadrados de bosque. Los empleados del parque han sido desalojados. Todo es de un color anaranjado que lucha por abrirse paso entre el humo. Como los hidroaviones y los helicópteros.

Casi medio millar de bomberos intenta evitar la catástrofe. Rocían los edificios de la reserva con agua, su museo y el centro de estudios que almacena documentos centenarios sobre el pasado forestal de Estados Unidos. El Sequoia es un bosque bien conservado y eso juega a favor. Se mantiene a punto gracias a periódicas limpiezas de maleza en sus casi 1.800 kilometros cuadrados de superficie, lo cual evita que la vegetación se convierta en un combustible natural. Pero la amenaza es gigantesca. Los equipos de extinción han profundizado estos días en el desbroce y creado cortafuegos, aunque todo parece poco. El último recurso son las mantas ignífugas. Algunas solo cubren la base de los troncos con la esperanza es que el fuego no llegue más arriba de o que podría ser un edificio de cuatro o cinco plantas.

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Las sequoias saben mucho de defensa contra las llamas. Son longevas. En California se cuentan por miles y muchas alcanzan los 2.000 e incluso 3.000 años de edad. Cabe imaginarse el desastre que significaría su reducción a cenizas. Pero también es fácil suponer que saben autoprotegerse para sobrevivir tanto tiempo en la naturaleza. Uno de sus secretos es la corteza. Tan compacta que forma una capa casi impenetrable para las llamas si la intensidad es baja. La debilidad está en las copas y las raíces. Si el incendio es muy vivo puede propagarse a las ramas más altas y hornear las raíces.

Y eso es lo que sucede con el cambio climático. Los expertos advierten que este fenómeno modifica las reglas del juego tradicional en los fuegos forestales y cada vez son más potentes y de mayor altura. El año pasado, trágico también en este sentido, ardieron casi 10.000 sequoias en toda California, la mayoría en Sierra Nevada. y aún así, es una especie instruida para perdurar: el calor hace que sus semillas se expandan a considerable distancia. Dentro de 2.000 años alguien quizá se maraville de alguno de estos gigantes sin saber que surgió de las cenizas del KNP Complex Fire.

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Para California, los bosques de sequoias son también un edén económico. Populares por sus dimensiones, representan una atracción para cientos de miles de turistas de los cinco continentes, que todos los años acuden al oeste de California a pasmarse frente a los gigantes de madera. La mayoría rinde pleitesía al General Sherman, el coloso de 83 metros de altura y 30 de circunferencia famoso por sus entrañas. Concentra la masa más grande de madera en un solo árbol. Hace un par de años, un rayo golpeó su copa y una rama cayó al suelo. Los destrozos fueron cuantiosos. La rama medía treinta metros de longitud y pesaba dos toneladas. Ahora, el poderoso Sherman se prepara para una nueva batalla.

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