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A los 20 días de que Donald Trump dejase la Casa Blanca, la fiscal del Estado de Fulton Fani Willis abrió una investigación criminal contra él por sus intentos de interferir en las elecciones del Estado. Disponía de la prueba más contundente que se haya ... visto: su propia voz, en una llamada telefónica que le hizo al secretario del Estado de Georgia, Brad Raffensperger, para pedirle que le «encontrase» 11.780 votos con que aventajar a Joe Biden. Raffensperger, un republicano que votó por él, insistió hasta la saciedad en que no había de dónde sacar más votos, porque sus sospechas de fraude habían sido investigadas y desechadas. Trump llegó a amenazarlo veladamente, pero su verdadera furia se ha volcado contra Willis, la fiscal cuya reputación ha quedado arruinada, pese a que este viernes el juez diera luz verde para que continúe en el caso.
Willis jugaba con fuego cuando se enfrentó al expresidente y su banda. En lugar de ser extremadamente cuidadosa, tuvo un «tremendo lapsus de juicio», la amonestó en su sentencia el juez Scott McCafee, al involucrarse sentimentalmente con el hombre que contrató en noviembre de ese año para liderar la investigación, Nathan Wade, que ha ganado desde entonces 350.000 dólares, a razón de 250 dólares la hora. Ese será el total de los ingresos que le reporte el caso más traumático de su vida, porque si bien el juez dice que ninguno de los acólitos de Trump personados en la moción para recusarla por conflicto de intereses ha demostrado que la utilizara el caso para enriquecerse, mientras Wade siga en él se mantendrá esa percepción innecesaria. «Gente razonable podría fácilmente quedarse pensando si ha continuado el intercambio financiero entre ellos, para beneficio de la fiscal, o si se ha reiniciado la relación romántica que mantuvieron», apunta.
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Mercedes Gallego
A Willis le dio dos opciones: recusarse del caso con todo su equipo y permitir que se le asigne a otro fiscal, lo que podría enterrarlo, o deshacerse del hombre que la reconfortó en lo que calificó del «peor año de su vida». Antes de que acabara el día, Wade había presentado su dimisión, ansioso por dejar la luz de los focos que les ha puesto en el banquillo de los acusados para desnudar sus intimidades de forma humillante.
Hasta que se presentó a fiscal del condado de Fulton, Willis dice que tenía el trabajo más fácil de su vida como juez municipal, por el que ganaba más de 100.000 dólares al año y solo tenía que presentarse en los tribunales dos veces por semana. El año de la pandemia decidió lanzarse a la campaña para fiscal de distrito por el condado de Fulton, con la mira puesta en aplicar las leyes antimafia para limpiar de bandas la ciudad. Cuando le llegó el turno, imputó a Trump y su cuadrilla con las mismas leyes contra el crimen organizado que le habían dado buenos resultados, sin imaginarse que al meterlos en el mismo saco podría acabar siendo interrogada por todos a la vez sobre los detalles más íntimos, desde los consejos que le daba su padre para tener siempre efectivo en casa, a quién pagaba las comidas con su amante y, por supuesto, dónde, cuándo y cómo ocurrió esa relación.
«Esto no es como cuando estabas en el instituto y te mandaba una carta preguntándote si quieres ser mi novia», se revolvió durante la audiencia. «No sé el día exacto en el que empezamos a vernos, pero sí que fue a principios de 2022».
Una amiga aseguró bajo juramento haberlos visto acaramelados en 2019 y estar segura de que ya entonces mantenían una relación que iba más allá de la amistad, aunque no salió a la luz hasta el proceso de divorcio de Wade el año pasado. Con eso se pretendía demostrar que Willis utilizaba el caso para su beneficio personal y el de su amante, pero el juez Scott McAfee no lo ha considerado probado, porque el testimonio de esa supuesta amiga «carecía de detalles y de contexto» para considerarse concluyente.
Trump tendrá que enfrentar los 38 cargos restantes, después de que se le quitaran esta semana tres, pero deja a la fiscal, de la que se mofa en sus mítines y redes sociales, muy desprestigiada. El propio juez la amonesta en su sentencia por «la forma tan poco profesional» en la que se comportó durante su testimonio, las «malas decisiones» que tomó, los comentarios públicos que ha hecho, o su uso de la carta racial (Willis y Wade son negros). Es más, sugiere que se pida una mordaza legal y recuerda que hay otros foros de autoridad, como el Colegio de Abogados de Georgia, la Comisión Ética del Estado, la Asamblea General de Georgia o incluso la voluntad del pueblo en las urnas para castigarla por su comportamiento sin perjudicar el caso.
Los amantes, que acabaron su relación el verano pasado, no podrán descansar tranquilos, pero medio país ha respirado aliviado. El caso más sólido de los cuatro que enfrenta el expresidente puede proceder, con el añadido de que, al ser estatal, Trump no podría autoindultarse desde la Casa Blanca si llega a ser condenado.
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