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Desde el 1870 el 4 de julio es en Estados Unidos una jornada de celebración y exaltación patriótica. Desfiles multitudinarios con calles repletas de banderas, discursos, conciertos, barbacoas, fuegos artificiales, reuniones familiares... Es la gran fiesta de la nación. El Día de la Independencia. Este ... año, sin embargo, la histórica conmemoración tendrá menos brillo que de costumbre por la presencia del coronavirus, que ha puesto en jaque a todo un país con cifras récord de contagios que superan las 50.000 nuevas infecciones en apenas 24 horas.
En medio de ese estado de alarma, y con el dudoso honor de ser la potencia americana el Estado más sacudido por la pandemia en todo el mundo, con más de 127.000 muertos y 2,73 millones de casos positivos por Covid-19, el presidente, Donald Trump, inició ayer las celebraciones del 4 de julio. Lo hizo en el Monte Rushmore, en Dakota del Sur, con un discurso bajo los enormes rostros tallados en piedra de sus predecesores George Washington, Thomas Jefferson, Theodore Roosevelt y Abraham Lincoln que emergen del macizo rocoso.
A diferencia de lo que cabría esperarse dada la emergencia sanitaria, en el acto presidido anoche por el jefe de la Casa Blanca no fueron obligatorias las mascarillas para los cerca de 7.500 asistentes a los cuales se emitieron entradas con la promesa de ver unos fuegos artificiales «como pocas personas han visto», tal y como aseguró Trump. Y todo ello a pesar de las protestas de grupos indígenas que, además de reclamar esas tierras, mostraron su rechazo por el riesgo de que se desataran incendios forestales por culpa de la pirotecnia.
La gobernadora de Dakota del Sur, Kristi Noem, confirmó que los asistentes a la ceremonia ni siquiera tendrían que guardar la distancia social de dos metros recomendada por los expertos. «Hemos dicho a la gente que haga gala de su responsabilidad personal. Todos tienen la oportunidad de tomar una decisión con la que se sientan cómodos. Quienes estén preocupados, que no acudan», zanjó horas antes a Fox News.
El mandatario norteamericano, que hoy celebrará en Washington otro acto por el Día de la Independencia, volvió a dejar de manifiesto que el coronavirus no es motivo suficiente para alterar sus actos ni su agenda de campaña para la reelección, pese a que Estados Unidos concentra el 25% de casos de todo el planeta. La víspera, cuando se dio a conocer que el país había rebasado la barrera de los 50.000 contagios por día, el jefe de la Casa Blanca prefirió mirar hacia otro lado y centrar su mensaje en que la economía «vuelve a rugir» y que el año 2021 será «histórico».
Aunque Trump asegura que la crisis del Covid-19 «está siendo manejada», los datos revelan que en 45 de los 50 Estados del país sigue aumentando la media de casos cada semana. Y está claro que este 4 de julio será diferente a los anteriores. No en vano, California y Florida han decidido cerrar playas enteras para frenar la propagación. En ésta última, ayer se contabilizaron otros 9.488 positivos y el alcalde de Miami-Dade, el condado más poblado, anunció un nuevo toque de queda nocturno y advirtió de que cerrará empresas que reabrieron en junio.
En Nueva York, por su parte, se ha suspendido «indefinidamente» la posibilidad de acudir a un restaurante. Y en San Antonio, Texas, este año no habrá fuegos artificiales para festejar el que será el Día de la Independencia más atípico que se recuerda.
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