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22 de noviembre de 1963

El presidente de los Estados Unidos, John Fitzgerald Kennedy, es asesinado en Dallas.

La falta de claridad en las explicaciones sobre magnicidio dieron lugar a decenas teorías de la conspiración que apuntan a todo tipo de personajes y organizaciones.

Esas teorías forman ya parte de la cultura popular.

Los relatos sobre conspiraciones se vieron alentados por el asesinato en público del principal acusado, Lee Harvey Oswald.

Jack Ruby, un oscuro personaje con conexión con la mafia, fue quien acabó con su vida antes de poder declarar en el juicio.

Los más conspiranoicos acusaban a la CIA y, en concreto, a algunos de sus agentes como Howard Hunt.

Pero las leyendas sobre el caso señalaron también a Fidel Castro o a capos de la mafia como Sam Giancana o Santos Traficantte.

Incluso existen distintas teorías que apuntan a la participación del vicepresidente Lyndon B. Johnson y la Reserva Federal.

Todos los asesinos del presidente Kennedy

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Viernes, 17 de noviembre 2023, 11:13

Probablemente, todas las teorías a las que ha dado pie el asesinato en 1963 del presidente John Fitzgerald Kennedy son un aviso de la llegada de las 'fake news'. Todo tipo de personajes se dedicaron a rellenar las lagunas que habían quedado alrededor del crimen con las ideas más peregrinas, en algunos casos, y más probables, en otros.

Todo este festín para los conspiranoicos que supone el asesinato del presidente Kennedy no es comprensible sin una serie de datos previos. El primero, el contexto de Guerra Fría al que se enfrentaba el mundo hace ahora 60 años. En el combate entre capitalismo y comunismo que caracterizó a la segunda mitad del siglo XX, Kennedy era la representación del mundo libre amenazado por incidentes como la revolución comunista en Cuba o la crisis de los misiles que se creó en el Caribe. Pero la muerte de Kennedy, además, se produce en una sociedad norteamericana que comenzaba a estar tremendamente polarizada por sus iniciativas como la defensa de los derechos civiles de los negros. Por ello, en algunos estados se veía a Kennedy como un héroe pero en otros, como en Texas, era un demonio.

Algunos detalles de la fotografía que se difundió de Oswald con el rifle que compró por correo generaron muchísima suspicacia porque invitaban a pensar que estaba trucada. ¿Se habían superpuesto la cara y el rifle?
Imagen - Algunos detalles de la fotografía que se difundió de Oswald con el rifle que compró por correo generaron muchísima suspicacia porque invitaban a pensar que estaba trucada. ¿Se habían superpuesto la cara y el rifle?

Pero el auténtico catalizador de todas las conspiraciones es la cantidad de agujeros que presenta la teoría oficial. Según ésta, certificada por la llamada Comisión Warren, el asesino del presidente fue Lee Harvey Oswald, quien actuó solo y fue capaz de realizar los disparos letales con un rifle Mannlicher-Carcano que había comprado por correo. Su inmediata muerte a manos de Jack Ruby, un proxeneta con conexiones con la mafia, impidió la celebración de un juicio y, por la tanto, conocer muchas de las circunstancias reales del magnicidio.

Otras irregularidades como la denominada teoría de la bala mágica -la increíble explicación de cómo un solo proyectil mató al presidente e hirió en varios puntos del cuerpo al gobernador Connally, que le acompañaba en el coche oficial- o los errores del Servicio Secreto en la protección de Kennedy añadieron más misterio al asesinato presidencial.

El informe de la Comisión Warren explicaba siete orificios ocasionados por una sola bala: entraba por la espalda de Kennedy, salía por su garganta, perdía velocidad hasta herir a Connally a la altura del hombro, aceleraba y atravesaba su muñeca derecha para después entrar y salir por su muslo izquierdo. Tanto la trayectoria como la potencia perforadora del disparo se antojaban altamente improbables. Además, la bala fue encontrada sin casi haberse deformado.

Algo no cuadraba y todo ello dio pie a decenas de teorías de la conspiración. A continuación detallamos las más persistentes.

¿Fue el vicepresidente?

¿Fue el vicepresidente?

Una de las teorías conspiranoicas sostiene que detrás del asesinato de Kennedy se encontraba su número 2, el vicepresidente Lyndon B. Johnson. Según esta tesis, Johnson estaba siendo investigado por al menos cuatro causas penales de corrupción cuando se produjo el asesinato. Estos procedimientos judiciales fueron archivados en cuanto asumió la presidencia, unas horas después del asesinato de Dallas.

Es una teoría que responde a la pregunta: ¿Quién fue el mayor beneficiado por la muerte del presidente?

Lyndon B. Johnson juró el cargo en la cabina del avión presidencial en Dallas frente a la jueza Sarah T. Hughes pocas horas despúes del asesinato de Kennedy. Lo hizo flanqueado por Jacqueline Kennedy, viuda del presidente asesinado.

El vicepresidente, además, tenía en su círculo íntimo a dos personas que acabarían siendo procesadas por escándalos económicos: el empresario tejano Billy Sol Estes y Bobby Barker, un lobista que acabaría procesado por sus oscuros nexos con el partido demócrata. El primero de ellos llegaría a acusar años más tarde a Johnson de estar detrás del asesinato en un libro escrito por un periodista francés. En ese texto se incluye una frase de una supuesta amante del vicepresidente, que le vincula a una reunión con los responsables de la CIA y el FBI en la que se pudo tramar el crimen.

¿Fue la CIA?

¿Fue la CIA?

La tesis de la implicación de los servicios secretos norteamericanos en la muerte de su presidente se basa en dos nombres: Howard Hunt y Frank Sturgis. El primero de ellos era un agente de la CIA que había participado en un golpe de estado en Guatemala pero cuya carrera como espía se vino abajo a partir de la fallida invasión de la Bahía de Cochinos, el intento de una grupo de anticastristas de desembarcar a Cuba para acabar con la revolución en la isla. Hunt había estado destinado en lugares como México, por donde pasó Lee Harvey Oswald.

Frank Sturgis, por su parte, era un exmilitar que había participado en diversas misiones secretas en Cuba antes y después de la revolución. Sturgis había creado movimientos anticastristas en Estados Unidos y conocía, supuestamente, a Oswald. Pero su contacto más extraño era Marita Lorenz, una alemana amante de Fidel Castro que realmente trabajaba para la CIA y que llegó a participar en uno de los complots fallidos para matar al dictador cubano. Lorenz declaró en dos ocasiones ante los principales organismos creados para investigar la muerte de Kennedy: la comisión Warren y el comité selecto sobre asesinatos. En ambos testimonios detalló las relaciones de Sturgis con los preparativos para matar a Kennedy pero siempre se consideró que su testimonio era poco fiable.

Frank Anthony Sturgis estuvo implicado en varias operaciones militares secretas en Cuba.

Tanto Hunt como Sturgis tendría un final complicado. Ambos fueron condenados por el 'escándalo Watergate', el espionaje al partido demócrata ordenado en 1972 por el presidente Richard Nixon. Esa investigación desveló sus relaciones con las tramas corruptas de la administración norteamericana.

¿Fue la mafia?

¿Fue la mafia?

La teoría de la implicación de la mafia en el asesinato también tiene tres nombres claves: Sam Giancana, Santo Traficantte Jr y Carlos Marcello. El primero de ellos era el gran jefe de la mafia de Chicago y heredero de Al Capone. El segundo dirigía el crimen organizado en Florida, el estado en el que se mezclaban todas las conspiraciones anticastristas. Marcello era el jefe de la mafia en Nueva Orleans. Hay un cuarto actor en esta trama: Jimmy Hoffa, el líder del sindicato de camioneros, amigo de Giancana y que desapareció en 1975, sin que su cuerpo haya aparecido nunca.

Samuel Mooney Giancana era el jefe de la mafia en Chicago.

La mafia tenía varias cuentas pendientes con los Kennedy. Su hermano Bobby, fiscal general, había iniciado una cruzada contra la mafia y contra Hoffa que no tenía precedentes en Estados Unidos. Pero además, los tres mafiosos citados no perdonaban que la revolución cubana hubiera expropiado la red de casinos y hoteles que poseían en la isla. Ese ánimo de venganza contra Castro hizo que la CIA contara con la mafia en distintos planes para acabar con la vida del líder cubano. Distintas teorías conspirativas sostienen que los planes para eliminar al dirigente caribeño fueron los que luego se reconvirtieron para acabar con la vida de Kennedy, al que acusaban de no haber apoyado la invasión de Bahía de Cochinos, que de haber triunfado les habría permitido recuperar sus negocios.

El escritor norteamericanos James Ellroy, en su libro de ficción 'American tabloid', introduce un dato nuevo en estas versiones. Este autor sostiene que el padre de Kennedy, un magnate cuya fortuna procedía entre otras fuentes de la venta de alcohol, había pedido ayuda a la mafia para que su hijo fuera elegido presidente. Cuando JFK inició desde su Gobierno la persecución del crimen organizado, los mafiosos juraron vengarse por esa traición y planearon el crimen.

¿Fue la Reserva Federal? ¿El Pentágono?

¿Fue la Reserva Federal? ¿El Pentágono?

En realidad, las tesis que vinculan a estas instituciones con el asesinato de Kennedy no tienen nada que ver con la ejecución del crimen sino con las afrentas que tanto la Reserva Federal como el Pentágono podían haber sufrido si algunos de los planes del presidente hubiesen salido adelante.

La primera de ellas, la FED (Reserva Federal), estaba amenazada con algunas intenciones presidenciales. Para comprenderlas hay que saber que la FED es una organización privada con control gubernamental, ya que su dirección está formada en gran parte parte por representantes de los principales bancos del país. El mandatario asesinado, según esta versión, se proponía eliminar la presencia de entidades privadas en la Reserva Federal, lo que habría dejado fuera del control de la economía estadounidense a las familias que a lo largo de la historia había regido las decisiones monetarias de Estados Unidos. Entre ellas, los Rothschild y los Rockefeller. Un motivo suficiente, según los partidarios de esta conspiración, para preparar el magnicidio.

La tesis del Pentágono va en un sentido similar. Kennedy, por ejemplo, no era partidario de una implicación militar a gran escala en la guerra de Vietnam y sus decisiones se estaban limitando a enviar asesores al Ejército de Vietnam del Sur. Los militares estadounidenses, sin embargo, querían un compromiso mayor con el envío de tropas. Lyndon B. Johnson, al ser ascendido a presidente, comenzó a desplegar soldados en Vietnam.

Soldados estadounidenses en Vietnam, enviados tras el asesinato de Kennedy.

La tesis de la implicación militar en el crimen de Dallas se ha visto siempre ampliada por el enigmático discurso que pronunció el antecesor de Kennedy, Dwight Eisenhower, al abandonar la presidencia en 1961. El presidente saliente denunció la existencia de un complejo «militar-industrial» en EE UU que amenazaba sus valores.

«Existe el riesgo de un desastroso desarrollo de un poder usurpado (...) No debemos permitir nunca que el peso de esta conjunción ponga en peligro nuestras libertades o los procesos democráticos»

Dwight Eisenhower

Presidente de los Estados Unidos de América

Oliver Stone, el autor de 'JFK', la película canónica sobre el atentado de Dallas, utiliza esta afirmación para sustentar su teoría de la conspiración.

¿Los judíos?

¿Los judíos?

Una de las conspiraciones más extrañas sobre el crimen presidencial es la que vincula el asesinato con el enfrentamiento que Kennedy había iniciado con Tel Aviv para que no crease su bomba atómica. Los servicios secretos americanos habían descubierto en los años 60 que Israel tenía una base secreta en el desierto del Negev, en un lugar llamado Dimona. El entonces presidente David Ben Gurion negó que esas instalaciones fuese realmente un laboratorio para crear armas atómicas pero Kennedy nunca le creyó. Además, amenazó a Israel con aislarle internacionalmente si entraba en la carrera nuclear. Según los conspiranoicos, Israel decidió acabar con Kennedy para eliminar esa traba en su política de armamento.

Esta leyenda se vincula con un par de datos. El asesino de Lee Harvey Oswald, el mafioso Jack Ruby, se llamaba en realidad Jacob Leon Rubinstein y era un judío de Chicago. También era judío el mafioso Meyer Lansky, uno de los responsables de las redes de lavado de dinero de la mafia y de la presencia del crimen organizado en la isla de Cuba.

Jack Ruby (Jacob Leon Rubinstein) en el momento en el que disparó contra Oswald.

Colofón. En 1986, un antiguo ingeniero nuclear que había trabajado en Dimona, Mordechai Vanunu, filtró el plan nuclear israelí a medios de comunicación británicos y aseguró que disponían ya de, al menos, 200 bombas atómicas. Fue secuestrado en Italia por el Mossad, trasladado a Tel Aviv y encarcelado.

¿Fueron los franceses?

¿Fueron los franceses?

La conexión francesa es una desviación de las anteriores ya que su idea principal es que los asesinos que dispararon en Dallas eran un grupo de mafiosos corsos contratados por el crimen organizado, o por la propia CIA, para llevar a cabo el magnicidio. Uno de los principales defensores de esta tesis es el escritor Steve J. Revele, que investigó las supuestas conexiones de unos traficantes de drogas de la isla francesa con la mafia norteamericana y con el crimen. Revele era conocido del cineasta de Oliver Stone y ambos escribirían más tarde el guion de la película 'Nixon', sobre este presidente estadounidense.

Revele pone en el centro de la conspiración francesa a un siniestro individuo, Lucien Sarti, un exmilitar francés implicado en el tráfico de drogas desde Asia a Estados Unidos. Según la teoría, Sarti contrató a dos tiradores corsos, Roger Bocagnani y Sauveur Pironti. Los tres serían los hombres que en Dallas abrieron fuego contra Kennedy y luego desaparecieron. Se trata de una tesis muy endeble, aunque los descendientes de miembros de la CIA como los hijos de Howard Hunt la apoyan.

La tela de araña creada por todas estas historias increíbles y sospechas exageradas no tardó en llegar a lo que quizás sea su sitio natural: la ficción. Los Rolling Stones, en su canción 'Simpatía por el diablo', concibieron su propia teoría. «Todos» somos los asesinos de Kennedy porque detrás de su muerte está el sistema.

«I shouted out who killed the Kennedys? When after all It was you and me» cantaba Mick Jagger

Yo grité ¿quién mató a los Kennedy?

Cuando, después de todo, fuimos tú y yo

The Rolling Stones

Sympathy for the devil

Stephen King fantaseó en su libro '22-11-63' con qué sucedería si alguien viaja en el tiempo para evitar el magnicidio. Incluso el escritor español Manuel Vázquez Montalbán escribió 'Yo maté a Kennedy', el primer libro de su detective Pepe Carvalho, donde narra la reacción de este personaje con la CIA.

Toda esta maraña conspiracionista se alimenta de una pregunta que no tiene respuesta todavía. ¿Se conocerán algún día todos los datos que tienen que ver con el asesinato? Las respuesta, por ahora, es un no rotundo. La documentación oficial vinculada con la investigación del atentado está depositada en los Archivos Nacionales norteamericanos (NARA, por sus siglas en inglés). Son más de cinco millones de páginas, de las que un 88% ya ha sido desclasificado. Un 11% está disponible para el público, pero con restricciones. Y un 1% se considera absolutamente confidencial, según los propios datos de NARA. Es decir, está prohibido divulgar esa información.

Además, los responsables de los archivos están realizando hoy en día sus propias investigaciones, que, en ocasiones, en vez de ofrecer luz crean más zozobra. En los 90, los historiadores descubrieron que una bala hallada en la limusina presidencial se encontraba en los archivos pero jamás había sido examinada. Los miembros de NARA ordenaron entonces un análisis forense del proyectil. El descubrimiento, divulgado en 2000, es asombroso. La punta metálica tiene restos orgánicos, pero no de la tela de la ropa de las dos víctimas. Era tan mágica que alcanzó los cuerpos, pero sin tocar sus trajes. Así que quizás, ese 1% de datos secretos solo contenga más misterios.

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