El cielo mundial es ya un espacio completamente vetado para el Boeing 737 MAX 8. Ni siquiera EE UU, el único país que faltaba por retirarle la confianza al cuestionado avión, ha podido resistirse ante las sospechas. Fue el propio presidente, Donald Trump, quien ... ordenó suspender «inmediatamente» este miércoles los vuelos del controvertido modelo y el MAX 9 tras recibir nuevas evidencias sobre el accidente de Ethiopian Airlines, que el pasado domingo se cobró la vida 157 personas, entre ellas 19 trabajadores de Naciones Unidas y dos españoles.
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La soledad de EE UU ya era total tras la decisión anunciada horas antes por Canadá de seguir los pasos del resto de países y dejar en tierra «inmediatamente» y «hasta nuevo aviso» el avión 'maldito'. A pesar de la plena confianza exhibida desde un principio hacia el fabricante norteamericano, el Gobierno de Ottawa cambió de opinión tras recibir también nuevos datos sobre las circunstancias del siniestro de Etiopía, que fue protagonizado por el mismo modelo de avión que en octubre causó otra tragedia con 189 muertos en Indonesia.
A pesar de los esfuerzos de la Agencia Federal de Aviación (FAA) estadounidense por hacer ver que el avión era seguro y no había motivos para impedir que siguiera operando, el descrédito hacia Boeing pudo más. Y la FAA no tuvo más remedio que retroceder. Acto seguido del mensaje de Trump, dio la orden de cancelar todas las operaciones con el hasta ahora buque insignia del fabricante norteamericano. La decisión afecta tanto a los aparatos operados por aerolíneas estadounidenses como aquellas que cruzan su territorio.
El escándalo que golpea a Boeing amenaza con salpicar a la propia FAA. Prueba de ello es que un exinspector del organismo, David Greene, al ser preguntado por el 'The Daily Beast' sobre si volaría en un 737 MAX 8, mostró sus recelos al hacer una larga y reveladora pausa hasta decir que sí. Por si quedaban dudas, advirtió de que no se lo permitiría a su familia, incluidos sus nietos, y denunció que la agencia de aviación «no está haciendo su trabajo».
En las aerolíneas, por su parte, crecen el enfado y los recelos. No en vano, Lion Air –propietaria del 737 MAX 8 que se estrelló hace cinco meses en el mar de Java– ha informado de que ha suspendido un pedido de cuatro aparatos de este tipo. La compañía indonesia ya tiene en su flota diez unidades del cuestionado modelo y duda igualmente del encargo de 218 aviones que ha hecho a la firma norteamericana para los próximos años.
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Como Lion Air, el descontento es generalizado en las compañías aéreas por las pérdidas que les causa tener en tierra los 737 MAX 8, al margen de los incovenientes que está causando en el tráfico de pasajeros de todo el mundo. En ese contexto, Norwegian anunció que pedirá una compensación económica a Boeing. «Hay muchos que se preguntan cómo esto va a afectar a la situación financiera de Norwegian. Se trata de aviones completamente nuevos, así que esa cuenta será para el fabricante», aseguró Bjorn Kjos, director ejecutivo de la tercera aerolínea de bajo coste en Europa, que dispone de 18 de los modelos en cuestión y su idea era ampliarlos a más de 70 para finales de 2021.
En España, el veto a la última creación de Boeing ha dejado estacionados un total de nueve aparatos y cerca de 600 viajeros afectados en Canarias, en su mayoría turistas. Aunque ninguna aerolínea nacional ha comprado ninguno de los polémicos 737 MAX 8, sí hacen uso de éstos compañías extranjeras que vuelan al territorio. Eso sí, los aviones de este modelo que aterrizaron en el país en 2018 apenas representaron el 0,2% del tráfico total.
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Las dimensiones cada vez más extendidas del escándalo golpean con especial dureza a Boeing en la Bolsa. La compañía, que en la apertura de este miércoles de Wall Street subía un ligero 1,08% tras perder 27.000 millones de dólares (23.950 millones de euros) en las 48 horas anteriores, invirtió la tendencia en cuanto habló Trump. Llegó a caer más del 3% después de que EE UU anunciara su veto al 737 MAX 8 y cerró con un alza del 0,46%. El fabricante sostiene que sus aparatos son seguros y aguarda los resultados que arrojen las cajas negras sobre la última tragedia. Etiopía propuso enviarlas a Alemania pero el país germano ha admitido ser incapaz de analizar el nuevo software que contienen.
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