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Urgente Un incendio en un bloque de viviendas desata la alarma en Basauri
Test callejero en Shangai, en una imagen de octubre de este año. ALEX PLAVEVSKI / EFE

China y su política de 'cero covid': atrapados en 2020

Tres años después de los primeros casos de coronavirus en Wuhan, la estrategia cero covid provoca en 2022 los peores efectos de la pandemia al gigante asiático, donde la población comienza a rebelarse contra las restricciones

Zigor Aldama

Domingo, 20 de noviembre 2022, 13:19

Es el año de la marmota en China. Un día cualquiera, los ciudadanos se despiertan y vuelven a revivir el inicio de la pandemia. Como sucedió en enero de 2020 en Wuhan, de repente están confinados. Puede ser una ciudad entera, un barrio, una urbanización, un edificio o, incluso, Disneylandia. La mera posibilidad de que se haya detectado una infección de covid-19 es suficiente para clausurar un espacio, tan amplio como decidan las autoridades. Y uno de los grandes problemas de esta coyuntura es que cada lugar implementa las reglas de forma diferente.

«La situación es tan cambiante que no me atrevo a decirles a mis amigos que vengan a cenar a casa porque igual durante la cena me cierran el bloque y se tienen que quedar a dormir siete dias conmigo», comenta en tono irónico desde Shanghái un joven chino apellidado Jie. «Vives con miedo de que te llegue una notificacion diciéndote que tu edificio va a ser clausurado. Y a saber si son dos, cinco o siete dias, dependiendo de los casos y su gravedad», concuerda Fei, un cocinero hongkonés que actualmente reside en la localidad sureña de Zhuhai.

Un español que lleva más de una década en la capital económica de China también narra en Twitter cómo los diferentes edificios de su urbanización van siendo confinados uno detrás de otro. En el último mes ha sufrido nada menos que cuatro encierros, algunos de los cuales atentan contra las propias normas de China y demuestran la arbitrariedad con la que se decretan, en decisiones que a menudo toma el comité de la propia urbanización. «Me van a tener que poner una camisa de fuerza», escribe, subrayando que las medidas no tienen base sanitaria alguna.

El Gobierno sostiene que la estrategia cero covid ha salvado cientos de miles de vidas. Y las cifras lo corroboran. El país más poblado del mundo suma menos de 5.300 muertos, frente a los 530.000 que ha registrado India con una población similar o el millón largo de fallecidos en Estados Unidos, abanderado de la convivencia con el virus y donde lo difícil es encontrar a alguien que no se haya infectado.

No obstante, China ha fracasado en su intento inicial de erradicar el covid. No en vano, 2022 está siendo, con diferencia, el año en el que más casos ha registrado. Arrancó con 115.000 acumulados en los dos primeros años y ha sumado unos 900.000 más. También ha decretado este año draconianos confinamientos como el de Shanghái, considerado incluso más duro que el de Wuhan en enero de 2020. Están teniendo un profundo impacto económico que se refleja en una de las tasas de crecimiento más bajas desde que China se abrió al mundo. Todos dan por supuesto que no se alcanzará el 5,5% que el Gobierno se había marcado para 2022, y hay instituciones que incluso apuntan a menos de un 3%.

Las estadísticas demuestran que el tráfico aéreo todavía mueve solo un tercio del número de pasajeros de antes de la pandemia, algo que ha impactado con dureza en el turismo, y durante el último Día de los Solteros -el mayor evento del comercio electrónico chino- celebrado el pasado día 11 se produjo un hecho insólito: al contrario de lo que hacían anteriormente, cuando mostraban en tiempo real los miles de millones en ventas, las plataformas decidieron no hacer públicas esas cifras.

La situación también se está cobrando vidas, como han demostrado las muertes por falta de asistencia de un niño de 3 años en Lanzhou y de una mujer de 55 en Hohhot. «Se sabe de gente que se suicida. Gente que trepa por las concertinas con las que cierran los complejos residenciales aunque se corte», comenta un latinoamericano residente en la ciudad occidental de Lanzhou, donde la situación ha empeorado las últimas semanas. «Esto se está poniendo feo y creo que China está empezando a perder la guerra contra el virus. Quizá ahora los confinamientos tengan otra función», añade, deslizando una posibilidad que muchos contemplan ya: que la motivación de todo esto sea más política que sanitaria.

Las aplicaciones que rastrean los movimientos de la población son imprescindibles para acceder a cualquier servicio público. AFP

«Los chinos antes se saludaban con un '¿ya has comido?', pero ahora literalmente se saludan con '¿ya te has hecho el test?'. Algunos incluso se hacen dos al día, pero viven estresados o deprimidos porque todo ese esfuerzo no parece disminuir la amenaza de confinamientos y restricciones», denuncia un profesor español en Guangzhou, donde estos días se repiten escenas de supermercados desabastecidos, con la diferencia de que ahora la gente sale ya a protestar con violencia. «La estrategia era más o menos eficaz, aunque estamos comprobando que con ómicron solo funciona al precio de hundir la salud, mental o física, y la economía de demasiada gente», añade. Así, tres años después de la detección de los primeros casos de SARS-CoV-2, el país en el que empezó todo vive ahora el peor año de la pandemia.

Wuhan, noviembre de 2019 – enero de 2020

Las primeras neumonías que hicieron saltar las alarmas en Wuhan se detectaron en noviembre de 2019. De ahí que la enfermedad se haya bautizado como Covid-19. En diciembre, algunos ya comenzaron a hablar de que el causante era un virus como el SARS que provocó la epidemia de 2003. De ahí su nombre SARS-CoV-2. Sin embargo, hasta el 31 de diciembre China no informó a la Organización Mundial de la Salud de lo que sucedía, cuando ya había decenas de casos aparentemente relacionados con el mercado de abastos de Huanan, donde se comerciaba con animales salvajes. Y tardó aún tres semanas más en decretar el confinamiento de la capital de Hubei, en lo que hasta entonces fue la mayor cuarentena de la historia.

Wuhan, enero de 2020. Traslado de un afectado al hospital. AFP

La falta de conocimiento sobre el comportamiento del virus y de preparación para hacerle frente provocó una ola de pánico y el desbordamiento del sistema sanitario de esta megalópolis de 11 millones de habitantes. Aunque el mundo miraba con asombro, no fue previsor y el virus escapó. Sin embargo, se extendió más por el planeta que por el resto de las provincias chinas, ya que el cierre de Wuhan fue hermético. De forma adicional, después de haber criticado a los países que restringieron los vuelos desde China, Pekín decidió eliminar casi por completo las entradas desde el extranjero el 28 de marzo de 2020. El país quedó practicamente aislado del resto del mundo. Y, aunque ha relajado algo las restricciones, así sigue.

Cómo llegar a China

  • Lo primero, un visado. Aunque China ha relajado considerablemente las restricciones, solo se conceden aún algunos tipos de visados y con cuentagotas. El turismo tendrá que esperar.

  • Sacar el código de salud. Los viajeros deben registrarse 'online' con sus datos personales para obtener el codigo QR del móvil que tendrán que escanear en todas partes para poder moverse por el país.

  • PCR 48 horas antes China ha reducido de dos a una el número de pruebas PCR que exige realizar 48 horas antes de la salida del vuelo.Y ya no se cancela si se detectan cinco positivos a bordo.

  • Cinco días de cuarentena centralizada. A la llegada, los visitantes son confinados en hoteles que tienen que pagar ellos durante cinco días, muchos menos que los 14 que se exigían a principios de año.

  • Tres días de confinamiento domiciliario. Antes de poder moverse por el país con la misma libertad de la población local, los viajeros deben confinarse en su domicilio durante tres días más.

Shanghái, Guanghzou, Zhuhai, Lanzhou noviembre de 2022

A pesar del conocimiento adquirido durante estos tres años, del desarrollo de las vacunas, y de la mutación en variantes más leves, como ómicron, el Partido Comunista ha decidido mantener intacta su estrategia inicial: caso que se detecta, caso que se erradica. Es un sistema que descansa en sofisticados sistemas de rastreo, adoptados por la población sin fisuras porque son indispensables para poder hacer algo parecido a una vida normal, pero que cada vez tiene más detractores. Si en un inicio los chinos adoptaron convencidos la política cero covid, cada vez son más quienes la critican.

«Con la excusa del covid cero nos tienen rastreados hasta para ir al baño. Hay que escanear el código en todas partes, o sea saben dónde has estado en todo momento. Es un control total, sin paños calientes, con el que tragamos porque mucha gente cree que es por su bien», critica Jie.

«Economicamente, si me cierran el bloque, día que no trabajo es día que no cobro. Y no hay ayudas sociales para los afectados por el cierre de bloques. Es más, a alguna gente le cuesta dinero, porque al enterarse y pillarles fuera, se van a un hotel hasta que el bloque o la urbanizacion se abra de nuevo», comenta Fei, que también lamenta llevar tres años sin poder salir del país. «El pasaporte me caducó hace 3 meses, he intentado renovarlo varias veces y me dicen que hasta nuevo aviso no se estan renovando pasaportes a nadie», afirma.

A ese respecto, sin embargo, China ha ido relajando paulatinamente las restricciones para acceder al país. La última normativa, aprobada la semana pasada, estipula que los viajeros con visado -que solo se otorga en contadas situaciones-, tienen que mostrar una pcr negativa realizada 48 horas antes del vuelo y someterse a una cuarentena centralizada (generalmente en un hotel) de cinco días, seguidos de otros tres en casa. Además, se elimina la cancelación durante dos semanas de los vuelos en los que cinco pasajeros o más hayan dado positivo, una medida que incentivará el establecimiento de más conexiones aéreas con China y una reducción en los astronómicos precios de los pasajes.

Vivir bajo el 'cero covid'

  • Contagiados. Quienes contraen el SARS-CoV-2, independientemente de que desarrollen covid o no, son confinados 14 días en un centro de cuarentena.#Muchos de ellos tienen condiciones deplorables.

  • Contactos estrechos. Allegados de los contagiados deben pasar también cinco días encerrados en centros de cuarentena. A su salida, deben observar tres días más de confinamiento domiciliario.

  • Barrios de dos tipos. China ha eliminado las zonas de riesgo medio y solo quedan las de alto riesgo, donde se registran contagios, y las de bajo, donde no se dan infecciones en cinco días consecutivos.

  • Clausura de edificios. Los bloques residenciales o de oficinas en los que se den contagios o haya contactos estrechos son cuarentenados durante 2, 5 o 7 días, dependiendo del riestos que supongan.

  • Cuarentena total. Como hicieron en Wuhan en 2020 y en Shanghái el pasado mes de marzo, las Autoridades pueden sellar barrios y ciudades enteras si el número de casos se dispara.

  • El riesgo de viajar. Visitar una zona de alto riesgo o estar en contacto con un contagiado, aunque sea solo en el mismo tren, conlleva un confinamiento de entre cinco y siete días.

El Partido Comunista también ha revisado algunas de las normas que gobiernan los confinamientos dentro del país. El cambio más relevante es que los contactos estrechos de contactos estrechos -o sea, contantos de segundo nivel con un positivo- no tienen que ser ya sometidos teóricamente a cuarentena. En principio, eso debería reducir el número de edificios confinados, pero muchos confirman a este periódico que los cierres se siguen sucediendo.

Los positivos tienen que seguir haciendo una cuarentena de 14 días en centros habilitados para ello, en los que las condiciones van de aceptables a terribles, y lo mismo sucede durante cinco días con sus contactos estrechos, que luego tienen que encerrarse tres días más en sus casas. «Así hay mucha gente haciendo trampas y tratando de escapar de las autoridades. Yo soy un tío legal, pero no voy a dejar que me encierren porque he estado en el mismo edificio que un contacto de algún infectado», sentencia Jie. Algo similar sucedió hace un par de semanas en Zhengzhou cuando la principal fábrica de Foxconn, fabricante de los iPhone, fue cuarentenada: decenas de empleados huyeron saltando la valla y caminando cientos de kilómetros para evitar tener que escanear sus móviles.

Las protestas contra las restricciones se multiplican

«Tuvimos un brote en primavera que llegó a afectar a mi escuela porque una estudiante había comido en un restaurante por donde había pasado un caso positivo. La reacción fue cancelar inmediatamente las clases, me cortaron una a la mitad, y cerrar los accesos durante 4 días para hacernos tests», relata el profesor de Guangzhou. «Yo tengo un pequeño piso dentro del recinto, pero los trabajadores de las oficinas y muchos profesores no y se vieron forzados a dormir en el suelo. El último día tuvieron el detalle de llevarles colchonetas», añade, subrayando que «está disminuyendo bastante el número de estudiantes de español, así como su rendimiento académico».

Claro que el acceso de la población china a la información es limitado. «Vivo con mi novia, una chica nacida en Lanzhou. Ella siempre me muestra las cosas que la gente comparte por WeChat e incluso me muestra cuando las censuran y ya nadie puede mencionarlas. Yo le muestro lo que llega a las redes sociales occidentales y lo gracioso es que contamos con más información que ellos», comenta el latinoamericano desde la provincia de Gansu.

«Tengo una amiga a la que se llevaron de cuarentena a un hotel diez días por haber estado en el mismo centro comercial que el contacto directo de un caso positivo. Se quejó públicamente por Wechat y le cerraron la cuenta; desde entonces, se la devuelven y se la cierran de nuevo cada pocas semanas», explica el español en Guangzhou. «Es obvio el hartazgo creciente. Últimamente incluso algunos chinos, y no solo los 'occidentalizados' o con estudios, empiezan a quejarse públicamente en WeChat. Hasta veo compartidos artículos críticos o con noticias trágicas. Las medidas incongruentes entre sí, los abusos y la improvisación que se encuentran a diario complican mantener la disonancia cognitiva. Observo que la población cada vez comprende menos esta guerra contra una enfermedad que, según las insultantes cifras oficiales, no causa muertos», añade.

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