El 25 de octubre de 2020 será recordado en Chile como el día en que sus ciudadanos decidieron librarse del último vestigio de la dictadura militar de Augusto Pinochet. La Constitución, heredada de ese régimen, es la pesada losa a la que un abrumador 78, ... 27% de votantes dijo adiós el domingo en un histórico referéndum donde el triunfo del 'sí' al cambio superó todos los pronósticos. Ayer, tras el veredicto de las urnas, el país iniciaba el camino para dar forma a una asamblea constituyente que también será única. Por primera vez en todo el mundo estará compuesta a partes iguales por hombres y mujeres y los encargados de redactar la nueva Carta Magna serán además íntegramente miembros de la sociedad civil.
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A partir de ahora, Chile comienza un proceso regenerador de su democracia, cuyo primer capítulo se escribirá formalmente el 11 de abril, con la elección de los 155 constituyentes que integrarán la paritaria Convención Constitucional. Los votantes se decantaron masivamente por este órgano que da voz en su totalidad a los ciudadanos de a pie, en vez de optar por una comisión que incluía también a parlamentarios en ejercicio.
La Asamblea tendrá un plazo máximo de un año para dar vida a la Carta Magna. Posteriormente, en otro plebiscito -esta vez con voto obligatorio- se ratificará o no la nueva Constitución, que reemplazará a la redactada en 1980 por la dictadura, que se consideraba un impedimento para avanzar en reformas sociales.
Al margen de aplastante resultado cosechado en el referéndum, en el que se depositaron 7,5 millones de papeletas, una prueba más del deseo popular de dar carpetazo al último reducto de la era Pinochet fue la participación. A pesar de las restricciones y el miedo causado por la pandemia de coronavirus, la afluencia a las urnas alcanzó el 50,9%, la más alta desde que entró en vigor el voto voluntario en 2012, y superó también la de la votación presidencial pasada, cuando fue elegido el conservador Sebastián Piñera.
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«Estoy feliz con la sensación de que el pueblo por fin hizo escuchar su voz y no se amedrentó por las campañas del terror», decía ayer a la AFP, Carolina Martínez, una secretaria de 58 años. Al igual que ella, Andrés Castro, un desempleado de 33 años, celebraba ilusionado el resultado, como tantos miles de chilenos que veían convertida en realidad una de sus principales reivindicaciones. «Estoy muy alegre. Fue algo que se esperaba desde hace tiempo y por fin estamos haciendo un cambio después de todos estos años», aseguraba el joven.
El respaldo al cambio y el hecho de que la jornada electoral haya transcurrido y finalizado sólo con algunos incidentes menores podría contribuir, sin duda, a rebajar la tensión. Sin embargo, no se espera que desaparezcan del todo los brotes de violencia que han acompañado este año de manifestaciones.
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De igual modo, el movimiento feminista chileno, aunque reconocía el importante paso dado, advertía de que la paridad no implica necesariamente que Chile vaya a tener una Constitución «feminista». «Uno de los mayores retos es escoger a mujeres dispuestas a defender lo que han sido las demandas históricas del movimiento», apuntaba Karina Nohale, portavoz de la Coordinadora Feminista 8M.
Mientras tanto, la comunidad mundial miraba a Chile con admiración. La UE felicitó al país por el «paso histórico», en la misma línea que los gobiernos de Argentina, Bolivia, Venezuela, Nicaragua, figuras como el expresidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva y el Ejecutivo de España, que puso su experiencia «a disposición» del proceso constitucional en el país latinoamericano.
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