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MILAGROS LÓPEZ DE GUEREÑO
Miércoles, 25 de abril 2018, 08:14
La fatalidad y el clima de violencia que reina en México contribuyeron a convertir la preparación de un cortometraje que tres jóvenes mexicanos, estudiantes de la Universidad de Medios Audiovisuales de Guadalajara, realizaban en la casa de la tía de uno de ellos en terrorífica ... realidad, al ser supuestamente confundidos por miembros del cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) con integrantes del cártel rival Nueva Plaza (CNP). La Fiscalía de Jalisco confirmó ayer la detención de dos personas por su probable colaboración y la orden de captura de otras ocho vinculadas al secuestro, torturas y asesinato de los muchachos, unos crímenes que quisieron encubrir disolviendo los restos en ácido.
«Las palabras no alcanzan para entender la dimensión de esta locura. Tres estudiantes son asesinados y disueltos en ácido. El porqué es impensable, el cómo es aterrador», escribió en su cuenta de Twitter el cineasta Guillermo del Toro, originario de Guadalajara. «Qué tristeza. Que se acabe esta pesadilla», reclamó también en la red social el actor mexicano Gael García Bernal.
Las palabras no alcanzan para entender la dimensión de esta locura. 3 estudiantes son asesinados y disueltos en ácido. El ¨porqué¨ es impensable, el ¨como¨ es aterrador.
— Guillermo del Toro (@RealGDT) 24 de abril de 2018
Qué tristeza. Que se acabe esta pesadilla. #SalomónMarcoyDaniel
— Gael Garcia Bernal (@GaelGarciaB) 24 de abril de 2018
La tragedia comenzó el 19 de marzo en Tonalá. Javier Salomón Aceves, de 25 años, y Marco Francisco Ávalos y Jesús Daniel Díaz, ambos de 20, junto a tres compañeras de clase se reunieron en la casa de la tía de Javier, Edna Judith, para hacer los deberes universitarios. Tras horas de trabajo, los seis subieron a dos coches para volver a sus casas.
Quizá desconocían que Edna Judith –detenida el 3 de abril por utilizar esa casa y otras como prostíbulos bajo la tapadera de un centro de estética– mantenía vínculos con el cártel Nueva Plaza (CNP), concretamente por ser pareja de Diego Gabriel Mejía, uno de los delincuentes de ese grupo criminal. Por esa razón, el CJNG vigilaba la vivienda. Tomando a los jóvenes por integrantes del grupo rival, los siguieron. Una avería mecánica de uno de los vehículos obligó a los estudiantes a detenerse. Los sicarios armados se hicieron pasar por miembros de la Fiscalía antes de llevárselos a la fuerza para sacarles información. Dejaron en libertad a las chicas.
Según la acusación pública, «los indicios encontrados en al menos tres inmuebles nos llevan a deducir que el día 19 de marzo los trasladan inmediatamente» a una finca marcada en la investigación con el número 2, en Lechuza. Según los testimonios recabados, «ahí golpean a uno de ellos y lo matan a golpes y tienen que ejecutar a los otros dos» después.
En las últimas semanas, la desesperación de los familiares y compañeros de los desaparecidos exigiendo su retorno aceleró la investigación. Hasta el momento las autoridades se han incautado de 15 fincas, 6 vehículos y 15 armas de fuego. Y el pasado día 18 una denuncia por olores fétidos en el rancho La Cruz de Tonalá destapó el horror. Las autoridades encontraron tres contenedores con ácido y armas de uso exclusivo del Ejército. Identificaron restos humanos correspondientes a Marco Francisco y Jesús Daniel, y 100 indicios genéticos con 20 perfiles diferentes.
Una realidad lamentablemente demasiado habitual en México, donde solo durante los casi seis años de gestión de Enrique Peña Nieto se han registrado 134.508 víctimas del crimen organizado. El caso de los estudiantes ejemplifica el horror en este país.
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