Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
El país que desequilibra la balanza comercial de Estados Unidos no es China, Rusia o la Unión Europea. El más penalizado es Lesotho, un reino ... africano del que, según el presidente Donald Trump, nadie ha oído hablar nunca. Sin embargo, a pesar de esa aparente insignificancia, la Casa Blanca aplicará un arancel del 50% sobre sus importaciones. El inquilino del Despacho Oval parece desconocer que el saldo desfavorable del comercio bilateral es la consecuencia directa de una decisión de su predecesor Bill Clinton, que quiso ofrecer desarrollo a partir de facilidades comerciales, justo lo contrario que se propone el actual jefe del Ejecutivo.
El elefante parece asustarse del ratón. Estados Unidos importa bienes por valor de 237,3 millones de dólares y exporta productos con un montante de 2,3 millones. Los productos locales vendidos son textiles, principalmente prendas vaqueras, y diamantes. La diferencia es notoria, pero irrelevante dentro del conjunto de transacciones internacionales de la potencia. En realidad, esa condición evidencia la extrema fragilidad de Lesotho, un país independiente, pero situado en el interior de la región más nororiental de Sudáfrica.
La Administración Clinton implementó en 2000 el programa African Growth and Opportunity Act (Agoa) para brindar a los fabricantes de los Estados más desfavorecidos del continente la posibilidad de acceder libremente al mercado USA. En realidad, ese generoso marco favoreció a terceros. En el caso de Lesotho, las beneficiadas fueron firmas textiles americanas aliadas a empresarios chinos y taiwaneses que instaron allí sus factorías para abaratar costes de producción, una situación muy similar a la de las maquilas centroamericanas. La prebenda tan sólo alcanza indirectamente a los ciudadanos del reino.
La imposición arancelaria, en cualquier caso, no mejorará el déficit estadounidense, pero sí que resulta devastador para la pequeña economía local. El país más ignorado del mundo, según el líder del primer mundo, ejemplifica muchos de los problemas del sur del planeta. Su situación es tan precaria que el 10% de sus dos millones de habitantes ha emigrado y otros perdieron completamente las ganas de luchar. Este antiguo protectorado británico registra la mayor tasa de suicidios del mundo, con 87,5 casos por 100.000 habitantes, notoriamente superior a los 40 de Guyana, el segundo, y los 9 de media mundial.
Las razones para la desesperanza en Lesotho son numerosas. El denominado Reino de la Montaña es un Estado que se eleva sobre más de 1.000 metros de altura, ha sido ampliamente deforestado y posee escasas tierras fértiles, circunstancia relacionada con el devenir político. Su independencia dentro de Sudáfrica tiene curiosas raíces históricas y es que en el siglo XIX el rey de los basuthos, la etnia mayoritaria, pidió ayuda a Londres para evitar ser engullido por los colonos boers, ávidos de tierras de cultivo, y otras tribus más poderosas, caso de los zulúes. La Corona concedió su apoyo, pero también se hizo con sus posesiones más fértiles.
La mitad de la población sobrevive bajo el umbral de la miseria, porcentaje que supera el 60% en el campo, donde prima la agricultura de mera subsistencia. Hay otras condiciones adversas. El 23% de la población adulta, y el 32,9 de la homosexual, es seropositiva y permanece alta la mortalidad por tuberculosis, una infección oportunista entre los afectados por VIH sin acceso a medicamentos retrovirales. La vida puede, asimismo, resultar una carga insoportable allí donde el 86% de las mujeres sufre violencia de género y el 40% de los jóvenes carece de empleo.
La medida de Trump no es la única que ha perjudicado los intereses de los súbditos del monarca Letsie III. La estrategia económica gubernamental ha primado la atracción de inversiones internacionales permitiendo el control foráneo sobre la industria de la fibra de mohair, del que Lesotho es el primer productor mundial, y del cannabis terapéutico. El reino escarpado es, asimismo, el gran proveedor del psicotrópico ilegal en el Cono Sur y, en los últimos años, también se ha convertido en un intermediario en el tráfico de tik, una metanfetamina de origen afgano muy popular en el país vecino.
La estrategia punitiva de Washington no sólo ha afectado a Lesotho, sino que se extiende a toda África Austral. Los aranceles que recaen sobre las mercancías procedentes de Botswana y Sudáfrica, sus mayores economías, son del 37% y 30% respectivamente. Los miembros de la Comunidad de Desarrollo de África Austral se plantean una respuesta colectiva que se antoja complicada.
Pero hay más. El enfrentamiento con Pretoria es político y ha alcanzado una situación crítica, insólita entre dos aliados. El Gobierno de Cyril Ramaphosa se ha mostrado como uno de los más beligerantes con Tel Aviv y Ebrahim Rasool, embajador sudafricano en Estados Unidos, ha sido recientmente expulsado tras denunciar el presunto supremacismo blanco del presidente yanqui. Trump ha ido más allá y, en un gesto provocador y humillante, ha ofrecido a la población afrikáneer la posibilidad de emigrar bajo el estatus de refugiado. El delirio continúa.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Favoritos de los suscriptores
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.