Los visitantes tan sólo dispusieron de cuatro horas para abandonar el último domingo de julio las ciudades marroquíes de Casablanca, Marrakech, Tánger, Tetuán o Fez, incluidas dentro de una relación de ocho que vieron cerrados sus accesos a partir de la medianoche y por un ... periodo indefinido. El temor al colapso de los servicios sanitarios ha provocado el aislamiento de cerca del 20% de la población de Marruecos, afectado por un repunte del número de infectados, estimado entre 700 y 1.000 casos diarios. La situación es preocupante porque la estrategia de sus autoridades sanitarias, empeñadas en hospitalizar a todos los positivos, incluidos aquellos con síntomas leves y asintomáticos, podría saturar el sistema a corto plazo.
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Las imágenes televisadas de mercados abarrotados por los clientes que acudían a comprar corderos en los días previos a la fiesta de Eid al-Adha o del Sacrificio, celebrada el jueves pasado, provocaron el pánico y precipitaron la adopción de la medida. «No había distancia social ni se usaban mascarillas y los medios se preguntaban si esta falta de control no había sido un error trágico y reflexionaban sobre el precio que vamos a pagar», explica Mohamed Fuad, director de ATIL, organización local que lucha contra el abandono escolar.
La decisión ha sido bien recibida por la opinión pública. «Aquí hay mucho miedo, no es como Occidente, porque los padres recuerdan aún las epidemias de cólera o tifus y sus terribles consecuencias», señala. Ahora bien, existen dudas sobre la efectividad del aislamiento porque no prohíbe la circulación en su interior, especialmente importante en Casablanca, el motor económico del reino con siete millones de habitantes. También ha causado estupor que Rabat no fuera incluida entre las aisladas. «Se ha librado porque es la capital política y acoge muchas delegaciones diplomáticas», aduce.
La visión de las playas locales, abarrotadas durante los últimos días, ha generado inquietud. Marruecos ha cerrado fronteras e impuesto severas restricciones a la entrada de nacionales, que sólo disponen de dos puertos y determinadas aerolíneas para regresar al territorio, y prohibió las celebraciones multitudinarias propias del Ramadán. «Pero, tras el levantamiento de las restricciones, se produjo un importante movimiento interno que ha provocado este incremento», advierte Fuad.
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La inquietud económica se ha agudizado. Tras la anulación de la Operación del Estrecho y la suspensión de la llegada de la comunidad inmigrante, la esperanza del importante sector hostelero radicaba en el turismo interno. «Pero la inmovilización de ocho millones de personas supone un enorme varapalo», explica. El balance del mes de julio fue peor de lo esperado, circunstancia también inquietante en el aspecto sanitario, y el de agosto se teme dramático. «Creo que la temporada ha muerto antes de nacer y este verano será un desastre», confiesa Fuad. El 12% del PIB del reino alauí depende de este sector y constituye su mayor fuente de divisas.
La irresponsabilidad cívica es tan solo uno de los factores que han podido desencadenar esta crisis un mes después de la relajación de una estricta cuarentena. «Además, aquí contamos con el problema de los barrios periféricos, donde millones de personas viven hacinadas en pequeñas casas, sin cultura ni medios para acceder a la higiene, lo que facilita la propagación del virus», alega.
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La inversión de 11.000 millones de euros fue uno los anuncios más relevantes incluidos en el discurso del rey Mohamed VI, hecho público con ocasión de la reciente Fiesta del Trono. «Se interpreta como la provisión de créditos blandos para pequeñas y medianas empresas», indica el representante de la sociedad civil.
El plan para implantar una cobertura médica universal y pensiones no contributivas también resultó sorprendente, una iniciativa singular en los Estados situados en el sur del planeta. El monarca llamó al diálogo entre el Gobierno, la clase empresarial y los sindicatos, para llevar el proyecto a cabo en un plazo de cinco años.
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«La pretensión es extender el fondo impulsado por la Corona para combatir el efecto del coronavirus entre las clases más humildes», señala Fuad. Pero el contexto económico no alienta este tipo de ambiciones. Las previsiones apuntan que Marruecos sufrirá una de las mayores recesiones de todo el continente, la peor crisis nacional en el último cuarto de siglo.
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