Carlos Esteban, durante los últimos trece años párroco de Haro, comunidad católica a la que llegó a finales de 2005 después de haber ejercido ese mismo cargo en San Vicente de la Sonsierra durante todo un cuarto de siglo. Apenas puso pie en ... la localidad jarrera dejó esculpida una frase que se destacó entonces en titulares. «Si la fe no me ayuda a ser mejor ¿para qué me sirve?». Desde hace unos días prepara las maletas para asumir las responsabilidades de su nuevo destino, la Parroquia de San Miguel Arcángel y Nuestra Señora del Burgo, en Alfaro.
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Aunque, antes de afrontar esa nueva etapa en su trayectoria como sacerdote, tendrá la oportunidad de despedirse de la ciudad a lo grande. Según pudo saber este medio, el equipo de gobierno de la Administración riojalteña le ha ofrecido ser el pregonero de las fiestas patronales de la Virgen de la Vega. Y éste habría aceptado el reto de dar contenido a los juegos florales que se celebran, el 7 de septiembre, en el Teatro Bretón, de víspera a la festividad de la patrona.
La elección, que seguramente celebrará buena parte del vecindario, sorprende no obstante sobremanera a la vista de los profundos desencuentros que se dieron al inicio de la legislatura entre el aún responsable de la Parroquia de Santo Tomás Apóstol y el concejal de Cultura, Leopoldo García, al ignorar éste la petición que se le formuló para poder optar a subvenciones públicas cuando se afrontaba la ejecución de dos ambiciosos proyectos de restauración en la Basílica de la Vega y de la Parroquia de Santo Tomás Apóstol, en la primavera de 2006.
Pero lo cierto es que el saldo de la gestión desarrollada por Esteban al frente de la comunidad católica de la ciudad viene avalada por cifras incontestables y actuaciones de gran calado que han permitido recuperar el patrimonio histórico y artístico de la ciudad.
Su llegada a la capital riojalteña coincidió, curiosamente, con la ejecución de los trabajos que condujeron a la restauración de las pinturas murales que el jarrero Francisco Zorrilla pintó en el crucero de la Basílica de la Vega en el siglo XVIII (2006). Y con la apertura de las puertas de la Casa del Santo, en la Plaza de la Iglesia, dos años después (2008), después de haber asistido a una de las crisis más traumáticas de cuantas se vivieron en el seno de la Cofradía de San Felices, donde trató de imponer cordura para iniciarse, a renglón seguido, una etapa de absoluta normalidad.
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Pero hay una apuesta, sin duda la más arriesgada de cuantas han sido afrontadas por la iglesia del municipio en el último medio siglo, que define la personalidad, la capacidad de movilización y la solvencia del párroco de Haro.
Fue en el año 2010, y después de infinidad de encuentros con los responsables de la Consejería de Cultura del Gobierno de La Rioja. Carlos Esteban alertó sobre la preocupante siuación de la cubierta de Santo Tomás Apóstol, el único edificio de la ciudad que ostenta el título de monumento nacional, y acabó obteniendo el respaldo del Ejecutivo regional que adjudicó los trabajos para su sustitución a la empresa Cabero Edificaciones por 737.000 euros, un 20% por debajo del presupuesto previsto. En julio de ese mismo año, comenzaban las obras más complejas de cuantas se habían ejecutado hasta ese momento en la parroquia.
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Hoy en día, por el espacio que se sitúa bajo el tejado y sobre las naves del templo, pasan al cabo del año centenares de turistas, a pesar de programarse un número limitado de visitas a las cubiertas.
La ordenación de los archivos de la comunidad católica, que concluyó con su posterior clasificación (2012); la creación de una muestra de vinos de consagración con marcas procedentes de todo el planeta (2013) que se inauguró con motivo de la celebración de la bienal 'La Rioja. Tierra Abierta' (2013); y en los últimos años la recuperación de los muros y zócalos de Santo Tomás (2016), son algunas de las actuaciones que definen, junto a la limpieza y restauración de los retablos de los dos templos religiosos de la ciudad, y a corto plazo la próxima renovación del sistema de alumbrado del parroquial, una de las etapas más sorprendentes de cuantas se han vivido en Haro.
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Carlos Esteban podrá recordarlo, si lo desea, en el pregón del 7 de septiembre. Aunque dispone de margen suficiente para poder definir las claves de una exposición que se presume resumirá su experiencia personal en el municipio jarrero.
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