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Roberto Rivera
Jueves, 17 de marzo 2022, 00:01
Abran paso. El arte otea el futuro desde el Torreón de la Paz, haciendo hueco a las obras que fueron seleccionadas por el jurado de entre las más de 400 que participaron en la última edición de la Muestra de Arte Joven de La Rioja. En todos los formatos posibles, desde perspectivas completamente diferentes, con estilos de lo más diverso. Y se ofrecen al público que visita la Sección de Arte Contemporáneo del museo regional como una bocanada de aire fresco.
Ésa es la sensación que se percibe al asomarse a la sala de exposiciones temporales que abraza los trabajos de quince artistas que se mueven en la franja de los 17 y los 35 años. Entre ellos los señalados por el tribunal para hacerse con los máximos galardones de la convocatoria. Desde la madrileña Rebeca Malcon y la salmantina Ester Fraile hasta el colectivo 'Los Picoletos' que integran los argentinos Fabro Tranchida y Dante Litvak, a los que se concedió, en ese mismo orden, los tres primeros premios por 'Traje altavoz. Manifiesto de una vocinauta', 'Sacra Scripta' y 'Los viajes'. Se trata, más en los dos primeros que en el tercero de los casos, de creaciones plásticas donde prima el concepto por encima de cualquier otra consideración.
Por ejemplo. Un maniquí vestido con un mono de cuero y reforzado con arneses porta a cuestas una estructura de madera que soporta dieciséis altavoces repartidos por todos el cuerpo para reproducir, en formato sinfín, un manifiesto que aspira a convertirse en «el agujero donde se vierten las voces de aquellas que son silenciadas» para rescatarlas «perforando sus muros y dejando que rebose el oscuro líquido de la desesperación», poniendo en solfa de esa manera la tesis de que, «a pesar de los numerosos avances sociales en la lucha (…) el mero hecho de manifestar una idea, una capacidad o un deseo continúa viéndose obstaculizado en el caso de las mujeres». Y para hacerlo se conjugan, en el 'Traje altavoz' de Rebeca Malcon, estética y sonido, reclamando del espectador atención, al menos, con dos sentidos.
En 'Sacra scripta', la autora presenta cinco metros de papel que parece haber sido extraído de las impresoras informáticas de hace más de 20 años. Se presentan tendidos sobre rollos de lectura medieval y uso eminentemente religioso, un detalle al que se otorga especial relevancia porque los mensajes que se muestran de forma casi encriptada son de las redes sociales más utilizadas y el título de la propuesta se traduce del latín como 'Sagradas escrituras'. Es la manera ideada por Ester Fraile para presentar a estos canales como el «rollo identitario de la sociedad post digital» que asocia a la corriente del Net Art con el que se trata de trasladar a formato tridimensional el ámbito de lo digital.
La composición realizada por 'Los Picoletos', por el contrario, es una acuarela sobre papel fabriano que debería interpretarse como la traslación a sala del arte urbano porque parte de las «conversaciones cotidianas» mantenidas por Fabro Tranchida y Dante Litvak «con 'skaters' del Parque Etxebarria de Bilbao al caer el sol». Los artistas las grabaron para traducir a lienzo «las inquietudes, sueños y deseos de los patinadores» y, con ello, ejecutaron parte de un proyecto de mayores dimensiones que conviben como un proceso de investigación social y que se presentará al público bajo el título 'Offrendas exprés'. Todo ello dentro del pequeño rincón de un supuesto muro por donde se mueven los protagonistas de un cómic alocado cargado de dinámica y rotación de perspectivas.
Priman, no obstante, los audiovisuales, la fusión de elementos y técnicas, la innovación en el uso de materiales y las composiciones plásticas, algunas tan atípicas como la diseñada por la logroñesa Ana Urbina en 'Los diminutos', donde se eleva a la categoría de extraordinario elementos y situaciones que consideramos ordinarios, o los proyectos de profesionalización centrados en esta ocasión en la edición y exposición de folletos y catálogos. Pero siguen defendiendo plaza acabados que podrían ser considerados clásicos dentro de ese escenario de revoluciones plásticas, como el dibujo con grafito y tinta sobre papel al que recurre el cordobés Guillermo Velasco para reinterpretar las aventuras de Pinocho recurriendo a tres viñetas (S. T.) que recuerdan a los 'tebeos' de los años 30 (cartoon) pero compuestas por imágenes distorsionadas y cargadas de sátira y sarcasmo para recordar que «la educación es casi comparable al modelado: es talar la conducta y el comportamiento, esculpir el carácter de un bloque de carne hasta hacerlo persona».
De esto y de mucho más va la muestra, que incide en la máxima popular de que los ojos que no ven, no sienten. Más razón para que se acerquen a la colección y, de esa manera, sientan.
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