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El empresario ermuarra afincado en Madrid Jesús Cimarro recibió ayer el galardón Vasco Ilustre en Madrid. Este gran emprendedor, amante de la cultura y, sobre todo, del teatro, tiene entre sus méritos la fundación, en Madrid, de su compañía Pentación; es propietario del teatro La Latina, el Reina Victoria y el Bellas Artes; lleva la dirección del Festival de Mérida desde el año 2012, y es presidente de las Artes Escénicas de España y de la Asociación de Productores de Teatro de Madrid. Aun habiendo recibido numerosos reconocimientos durante su carrera, confiesa que «este galardón marca mucho».
En el público le acompañaron compañeros de profesión como Lola Herrera, Rafael Álvarez 'El Brujo', Gurrutxaga, María Galiana, Magüi Mira, Luis Luque, Juanjo Artero y Eduardo Galán, entre otros muchos.
-¿Qué tiene de especial este reconocimiento?
-Que te den un premio siendo vasco en Madrid, sobre todo tiene unas connotaciones emotivas, que son, en estos momentos, de las más importantes. Por esta emotividad llega mucho más. Dentro de lo que es la concepción del premio, se habla de la diáspora, de cómo los vascos salen de su tierra a otros lugares y es un ejemplo. Soy de Ermua, salí de allí hace 38 años, y me he forjado mi presente y futuro en esta ciudad.
-Su trabajo en Madrid es muy conocido, pero con el paso de los años queda diluido lo que hizo, en su momento, en Ermua. Fundó el primer teatro municipal de Euskadi aquí en la Villa.
-Éramos un grupo de estudiantes, seis o siete chicos y chicas, que nos pusimos las pilas y lo fundamos. Estamos hablando de los años 80, cuando las primeras elecciones democráticas fueron en el 79. Con el primer ayuntamiento de Ermua, cuando en aquel momento la concejala de cultura era Begoña Vesga, trabajamos con ella todo ese proyecto. Viajé con ella muchas veces a las reuniones de distintas escuelas de teatro que se hacían en todo el estado español.
-¿Cómo fue la experiencia?
-Estaba todo por hacer. Fundamos el taller; programamos, con el ayuntamiento, los espectáculos; montamos unas jornadas de teatro y trajimos por primera vez a Ermua a Els Joglars y compañías importantes. Marcamos un hito porque estaba todo por hacer. Y los de mi generación y generaciones mayores se acuerdan, pero las posteriores lo desconocen. El germen se sembró y floreció. La cultura es una inversión y da sus frutos en el tiempo.
-Después pasó por el grupo teatral Geroa.
-Estuve tres años allí y luego, con 21 años me fui a Madrid y con 22 fundé la empresa que dirijo ahora, Pentación, hace casi 37 años.
-¿En aquel momento era necesario moverse a Madrid?
-Yo quería experimentar otras cosas. Desde el centro del país creía que se podían hacer cosas más grandes, con riesgo, con más importancia. No sabía que iba a llegar hasta aquí.
-Ahora es un profesional muy destacado de la cultura. Incluso fue elegido como una de las 100 mentes más creativas del mundo por la revista Forbes.
-Al final me he involucrado en esta profesión y he tratado de tocar todos los palos. Cuando salí de Ermua no me imaginaba conseguir lo que tengo ahora. Llegué a Madrid y me alquilé un piso en la calle Toledo 69, justo en frente del teatro La Latina. Veía las colas de Lina Morgan y pensaba, algún día trabajaré ahí. ¡Quién me iba a decir a mí! Años después lo alquilé y lo compré. Son sueños que se hacen realidad.
-Ahora también es docente en diferentes másteres. Su alumnado estará encantado con ese ejemplo de un chaval que se vino de un pueblo a Madrid y ha conseguido tanto.
-Yo les animo mucho y les digo siempre, si os planteáis un objetivo en la vida y trabajáis muy duro, dedicáis muchas horas y hacéis mucho esfuerzo para conseguirlo, con toda la probabilidad, se consigue.
-Sigue teniendo contacto profesional y personal con Euskadi.
-Pentación manda espectáculos a Ermua, a las Jornadas de Eibar. Llevamos muchos espectáculos a Euskadi: a Donosti, a Bilbo, Vitoria, Irún. De hecho, por ser director del Festival de Mérida, voy todos los años a Irún, en julio, a inaugurar una exposición en su Museo Arqueológico. Tenemos casi una extensión del festival de Mérida allí. A Ermua vuelvo todas las navidades.
-Le noto especialmente orgulloso de su papel en el Festival de Mérida.
-Sí. Estaba prácticamente desahuciado, lo querían cerrar, había una deuda muy grande y asumí la dirección. Este año han ido 180.000 personas. Se ha triplicado el público. Es un modelo mixto, público-privado. Precisamente estoy escribiendo ahora un libro sobre ello.
-Usted siempre ha tirado por la producción ¿lo de actuar no le llamaba?
-Siempre he sido productor. En Ermua le llamábamos organización (ríe).
-¿Recuerda su trabajo como corresponsal de este periódico en Ermua?
-Con mucho cariño. Estuve cuatro años. La experiencia fue maravillosa. Me permitió ver Ermua desde perspectivas diferentes. Menos deporte, hice de todo. Estuve hasta en un desfile de moda. Mi primer traje me lo compré para ese desfile de moda, porque me parecía que debía ir elegante. Son experiencias que uno vive, con 17 años, muy joven, aunque, de hecho, sigo teniendo esas ganas de seguir experimentando e investigando sobre cosas nuevas. Fui txupinero de las fiestas de Santiago en 2019. Ya ve ¡cosas nuevas para experimentar!
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