Sábado, 19 de octubre 2024, 00:03
Dentro del Día del Deporte de las Jornadas Micológicas de Ermua, el pasado jueves, se homenajeó a las árbitras de balonmano, Maialen Calderón y Marta Fernández por los logros conseguidos en su carrera deportiva. De hecho, Calderón y Fernández, de 24 y 25 años respectivamente, abordan su labor, a nivel internacional, con muchas ganas. Pese a que Maialen, periodista, trabaja en el mundo del marketing y Marta es higienista dental y estudiante de odontología, destinan muchas de sus horas libres a su tarea como jueces en los encuentros de balonmano de la máxima categoría femenina y la segunda masculina, a nivel nacional.
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- ¿Cómo comenzaron como árbitras?
- Fue casual. Jugábamos a balonmano y nos dijeron para arbitrar algunos partidos de categorías más bajas. Teníamos 15 años y nos permitía ganar un dinerillo y ver el balonmano de otra manera y nos animamos. Ese mismo año hicimos el curso para ser federadas y hasta ahora.
- Una década ya. Cambia mucho la perspectiva desde entonces.
- Marta: Sí, cuando empezamos nos dimos cuenta de que nos iba gustando cada vez más. Llegó el momento y tuvimos que decidir y poner en la balanza si seguir jugando o arbitrar. Arbitrábamos juntas siempre y nos arriesgamos. Nos ha ido bien. Hemos ido ascendiendo.
- Maialen: Nuestra forma de ver el arbitraje ha cambiado. Al principio era un hobby y ahora acomodamos toda nuestra vida, incluso nuestro trabajo, en torno al arbitraje, los partidos que podamos tener, las reuniones de trabajo de los partidos.
- ¿Entrenan juntas?
- Maialen: No. Yo ahora vivo en Santander. Sí que hacemos un trabajo físico, porque en eso somos muy comprometidas las dos y 3 o 4 días a la semana mínimo, entrenamos.
- Marta: Y trabajamos individualmente los partidos que hemos tenido, con un tutor, y los que vamos a tener. Individualmente vemos los partidos de esos equipos, los comentamos y establecemos ítems en los que tenemos que fijarnos. Durante la temporada tenemos exámenes tipo test y vídeo test de reglas de juego, pruebas físicas. Tienes que estar continuamente preparándote.
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- Ya han arbitrado partidos internacionales ¿Son diferentes?
- Hay mucha diferencia en el estilo del balonmano dependiendo del país. Aprendes viendo a otros árbitros. Estamos agradecidas de vivir esta experiencia. Estos partidos internacionales nos coinciden muchas veces con los Santiagos, pero hay que sacrificar algunas cosas. Enriquece mucho, conoces compañeros de muchos sitios, la forma de comunicar es diferente dependiendo del país, la forma de juego, el tipo de competición, todo cambia. Es un chute de energía para seguir la temporada.
- Al ir en pareja arbitral lo llevan muchísimo mejor ¿no?
- Sí. Este año estuvimos en Montenegro y llegar al aeropuerto, un sitio super oscuro. Te viene a recoger un desconocido, tienes que hablar en inglés. Juntas es diferente. En Eslovaquia coincidimos con una árbitra de gimnasia rítmica, estaba sola. Entonces te das cuenta de lo bien que estamos las dos. No es lo mismo para afrontar todo, las cosas buenas y las malas. Casi nos apoyamos más y discutimos más entre nosotras que con nuestra propia pareja.
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- En el campo habrán vivido situaciones desagradables. Ser árbitro es terrible ¿árbitra es peor?
- Al principio, que solo había habido una chica que era árbitro, sí nos costó más. En cuanto a la primera impresión, puede que nos cueste más, porque en un campo notas a veces la desconfianza que genera que vengan a arbitrar dos mujeres jóvenes. Hay veces que estás calentando y te miran como las vacas al tren. Pero ahora mismo en el arbitraje español hay chicas que son referentes y creo que cada vez se normaliza más. No hay tanta distinción entre un hombre y una mujer. En un primer momento quizá sí, pero enseguida te ganas el respeto con tu trabajo y desaparece cualquier distinción.
- Viajan mucho.
- Sí. No crea que no vemos mucho. Nos ha pasado estar en Sevilla 4 días, en un sector, y, salvo una mañana que fuimos a ver la ciudad, solo vimos balonmano. Focalizamos y vamos a trabajar el partido que nos toca al hotel, porque la clave es ser autoexigentes. Y tenemos claros los objetivos. Sabemos que es importante trabajar, para poder mejorar todo lo que esté en nuestras manos.
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- ¿Qué pedirían tanto al público como a los jugadores y jugadoras?
- Un poco de empatía. No ven la figura del árbitro como una persona más. Hay cosas que se pueden entender, pero no los insultos. De todas formas, nuestro arbitraje se basa mucho en el respeto, en hablar mucho, sobre todo, con los jugadores. Cuando se pasan las líneas del respeto todo el mundo lo pasa mal, grada, jugadores. Lo peor es cuando vas a ver deporte base, ves jugar a niños y ves a los padres gritando es horroroso. Hay que pensar que esa persona también tiene familia y está intentando hacerlo lo mejor posible. Ni a nosotras no a los jugadores nos gusta fallar, pero entra dentro del deporte.
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