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El ermuarra José Manuel González Reinoso, ya publicó anteriormente su libro de relatos 'Piel de plátano' y el próximo viernes, día 12, vuelve a Lobiano para presentar su última obra 'El porquero de Agamenón' (Ed. Olélibros), a partir de las 19.00 horas. Este licenciado en filología románica por la UPV, guionista, actor y músico, entre algunas de sus facetas, afincado en Madrid, vuelve a Ermua con un poemario, según dicen, «lleno de verdad y grosera sinceridad». Son 80 páginas en las que cuenta y canta lo que pasa «sin matéforas ni hostias» (que le dice Karra Elejalde a Dani Rovira en 'Ocho apellidos vascos') y es el título de una de sus composiciones. El libro se puede adquirir en la propia presentación (15 euros), en la página web de Olélibros o encargándolo en cualquier librería.
El que fue vecino de San Lorenzo y Zearkale, más conocido como 'Bra' (porque nació en Brasil), aunque su poemario lo firma como González Reinoso, muestra en estas páginas lo que percibe de la realidad, algo que desgranará en la presentación de su libro.
-¿Por qué 'El porquero de Agamenón'?
-Por la frase 'la verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero', que viene en 'Juan de Mairena' de Antonio Machado. Esa frase presenta a dos personajes antagónicos. Por un lado, el rey todopoderoso, Agamenón, y, por otro, su porquero humilde y bufón, que cuida sus cerdos. La cita de Machado se completa porque el porquero cuestiona la verdad de Agamenón, aunque sus verdades no vayan a tener efecto frente a las del poderoso. Ese es el punto de partida del libro. Es la columna vertebral sobre este tema, de las diferentes vertientes que puede tener una verdad. De aquí se van desprendiendo poemas que tratan otros temas; de política, de gente, de lo social, del país, y pasan de lo general a lo particular, con cosas más personales o individuales.
-Ha elegido la poesía y no la prosa.
-En verdad, me ha elegido ella a mí. Empecé a escribir poesía en la adolescencia y luego empecé con prosa, canciones de 'Lo del perro' (el grupo de música en el que militó en Ermua), etcétera. A partir de 2017 me desahogaba sobre la vida diaria, soy adicto a la información. Escribía mis píldoras diarias y las iba acumulando. Como para la prosa necesitas más tiempo y eran cosas que me surgían, esto fue creciendo. Luego ya fui autoconsciente y fundí un libro anterior con éste.
-¿Por qué animaría a leer su libro?
-Es sencillo. Tiene un lenguaje directo, accesible, de la calle. Tiene bastante humor e ironía, dentro del tono de desencanto, claro, porque se habla de la realidad en estos tiempos. Como dice el poeta, «es más músculo que grasa. Va de contar lo que pasa, no de perder la 'chabeta'». Como dijo un actor «hay que afinar el 'conceto', volar poco, ser concreto y no andar de flor en flor. Sacar el mal genio, nada de imágenes vagas, mejor con palabras llanas, juegos y trampas de ingenio» (avanza el escritor en esta entrevista como declaración de estilo de su libro).
-Según parece, para usted, escribir es un desahogo.
-En el caso de este libro sí. Algún día terminaré una novela que estoy escribiendo. Está medio escrita, ya tiene ciento y pico páginas, y es un poco más cerebral y requiere organización, precisión, otro tipo de cosas que también forman parte de lo literario, pero que no me pasan con la poesía. La poesía es algo inmediato para mí. Si sale a la primera mejor. Creo que, en este caso, menos es más. Es una diversión intensa. En la novela el placer es más en diferido. Hay que tener en cuenta que soy poeta novel con casi 60 años.
-¿Tiene algún otro proyecto en mente?
-Otro libro de poemas. Es menos áspero o pesimista, más universal, más relacionado con la naturaleza, pero aún está sin publicar. Tiempo al tiempo.
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