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Lizarralde en su despacho, donde hay dos fotos: una de sus padres y otra la de su mentora, Marilyn Rossner y su marido. Juantxo Lusa
Médium en Euskadi: Mikel Lizarralde: «Sé cuándo voy a morir, me vino mi funeral»
Médium en Euskadi

Mikel Lizarralde: «Sé cuándo voy a morir, me vino mi funeral»

El médium de Urretxu cuenta en el libro 'Un nuevo mensaje' como aprendió a comunicarse con el más allá

ANE URDANGARIN

Lunes, 8 de marzo 2021, 09:38

«El médium español más reconocido del mundo nos cuenta cómo aprendió a comunicarse con el más allá», se puede leer en la contraportada de 'Un nuevo mensaje', (editorial Vergara, Penguin Random House). Mikel Lizarralde le quita hierro a la presentación. «No sé si será demasiado. Siempre digo que soy de Urretxu», responde con una sonrisa en su despacho del Instituto Izarpe, que dirige en el centro de Donostia, y donde se puede ver una foto de sus aitas del que cuelga un rosario y otra de su mentora, Marilyn Rossner, y su marido. Dice que este primer libro supone «un desnudo integral» de su vida, recuerda que «jamás morimos» y cree que las personas «con un don tenemos que hacer cosas para ayudar a los demás, aportar a la sociedad». La lista de espera para una sesión con él llega a 2022.

- ¿Estamos solos en esta habitación?

- Nunca estamos solos, siempre hay gente a nuestro alrededor: familiares, ayudantes, guías, protectores, e incluso si quieres puedes llamarles deidades.

- ¿Siente frío?

- Con el tiempo he aprendido a manejarlo. Cuando empecé a hacer consultas de manera más profesional sentía tanto frío que cada dos o tres sesiones tenía que beber algo caliente y ponerme un abrigo. Me di cuenta de que me pasaba porque los espíritus estaban muy ceca de mí y aprendí a negociar con ellos para que se pusieran en frente, sobre la cabeza de la persona, a metro y medio o dos, como con el Covid. Ahora rara vez siento frío.

- ¿Ve espíritus todo el rato?

-No, aprendes a hacer on/off. Todo eso te lo da la formación, si no me volvería loco. El 99,9% de las veces consigo hacerlo: estoy en una sesión y, a continuación, me voy al súper, aunque a veces hay alguno que se te cuela. Pero eso que dice la gente de que le persiguen espíritus no es verdad, es más un producto del subconsciente, miedos propios de las personas o necesidades emocionales no trabajadas que se manifiestan de esa manera. Si tienes técnica, casi siempre es abrir y cerrar, encender y apagar.

- ¿Quién era Manolo?

- Aquello me afectó mucho. Era una personas muy cercana a la familia, íbamos mucho a su casa y sus hijos venían a la nuestra. Tenía 11 años y estaba de excursión con el cole, dormíamos fuera. De madrugada se me presentó y me anunció su muerte. Me dijo 'me va a pasar esto y el lunes me voy a morir'. Yo miraba alrededor y veía a mis amigos dormidos en sus sacos, sentí un frío terrible. Había recibido mensajes anteriormente, pero nunca de esa manera. «Ostras, esto es muy fuerte, distinto», me dije. Se me puso un nudo en el estómago y necesitaba contarlo. A veces pasa con los mensajes de los espíritus y a menudo con los de advertencia, que se te pone una cosa en las entrañas, algo que te hace contarlo. Lo conté en casa y no me hicieron en caso. Y el lunes murió.

- ¿Cómo recibió la noticia?

- Fue horrible, me culpaba: Esto ha ocurrido porque yo he dicho que iba a ocurrir. Entonces para qué quería yo ese don, que en vez de un don lo veía como una maldición, porque pensaba que solo ocurren cosas malas, lo cual no es verdad. Me solía meter debajo de la cama a llorar. Mis padres no sabían qué hacer.

- ¿Y tuvo una infancia feliz?

- Sí, mucho. Fue un poco a lo Pedro y Heidi. Vivía como en mi mundo, a mi bola, en una barriada fuera de Urretxu. Pasaba mucho tiempo solo. El fin de semana íbamos al caserío familiar en Azpeitia. Yo decía cosas y no me creían, hasta que las cosas van pasando.

«Con 11 años recibí el mensaje de un vecino anunciando su muerte. Y se cumplió»

- ¿Quién era Marisol?

- Me gustaba ir andado a la ikastola con un grupo de amiguitos, entre ellos Marisol, porque era como la actriz rubia y con ojos azules, a veces venía una señora mayor... Muchas veces no notaba que no eran de carne y hueso. Con los años vi a Marisol en una foto en casa de un familiar y descubrí que era María Ángeles, una prima mía que falleció cuando tenía dos años y a quien yo no había conocido.

Juantxo Lusa

- ¿A cuántos compañeros del Instituto de Legazpi les echó las cartas?

- Ni sé. Solo sabía una tirada, la del amor. Hacia otras, pero me las inventaba. Yo no sabía leer las cartas, pero veía cosas: es como una pantalla, una tele antigua con una imagen que se va ampliando encima de la cara o alrededor de la persona que tienes delante. En Urretxu venían amigos a casa, y me pedían: «echame las cartas con Nerea» o «he conocido a una chica, dime cómo va a ir». Una vez se las eché a un chico y le salía todo fatal. Le pregunté en quién estaba pensando porque lo que me salía no tenía ningún sentido. «Estaba pensando en mi perro, te quería pillar», me respondió. Recuerdo que hacíamos 'piras' en el Instituto para ir al bar Altube a echar cartas.

- ¿Qué diferencia a un médium de un vidente?

- El médium ve un espíritu y lo identifica con datos verificables, y es el espíritu el que da el mensaje. Puede comunicar «soy yo, estoy aquí y estoy bien» o enviar más mensajes. El médium es también vidente, puede predecir cosas del futuro o pasado o darte detalles de cómo te sientes o cómo te va a ir en el trabajo. El vidente tiene esas cosas de adivinación, pero no la parte de los espíritus.

- ¿Cuántas veces se ha sentido un bicho raro?

- Mogollón. Yo tenía una tienda en la calle Etxaide de Donostia y cuando me preguntaban qué hacía decía: «Tengo una tienda, doy clases», incluso cuando hacía esto de forma profesional. Ahora no lo anuncio, pero si preguntan digo «soy médium».

- ¿Cuantos médium hay, los reconoce?

- En la calle no, pero si está haciendo una lectura pública lo noto, incluso si está más conectado o menos. Con Marilyn Rossner hay tal conexión que veo y siento lo mismo, muchas veces nos terminamos las frases. Médiums hay tantos como personas, porque es un don que tenemos todos en mayor o menos medida, y podemos trabajarlo. Es como el canto o el piano, que hay gente con un duende. Con clases y disciplina todos podemos tocar el piano, pero no todos podemos ser Mozart.

«Es un don que tenemos todos en mayor o menor medida. Es como el piano, todos podemos aprender a tocarlo, pero no todos serán Mozart»

- ¿Se puede rechazar lo que denomina don?

- No. He hecho de todo para taparlo, ocultarlo. Tengo hasta tercero de periodismo y luego me decanté por la traducción e interpretación.

- Cuenta en el libro el fallecimiento de su hermano o cómo le vino el año de la muerte de su padre.

- Me dieron la información y fue horroroso. Es algo que algunos familiares aún no saben. Los mensajes de los espíritus son muy claros, escuetos, directos y no solo los visualizas, los sientes con todos los sentidos en el cuerpo. Sé que siempre ocurren. Luego hay otros mensajes a través de símbolos que hay que interpretarlos, y ahí hay más margen de error. Pero ese mensaje sobre mi aita, como el de Manolo, fue tal cual. Dudé qué hacer, ¿lo digo o no lo digo? Al final decidí no decírselo por cobardía, o protección mía; pensaba que les iba a generar más sufrimiento. Fue horroroso porque cada vez que escuchaba el teléfono me daba un vuelco el corazón esperando la noticia. Es como si hubiese pasado por el duelo antes. También es verdad que con esa información no me quedó nada pendiente de decirle, le hice todos los regalos que quería, el último un escanciador de sidra automático que le hacía ilusión, y le llevé a todos los restaurantes que le apetecía. Hasta nos fuimos a Londres, y tenemos la foto del aita con la txapela, con el café de Starbucks en la mano en Westminster. Compartí todo el tiempo que pude con los aitas. Una de las cosas que más recuerdo es la cena que me preparó antes de su último ingreso, unas sopas de ajo y tortilla de patata. Me ha quedado esa cosa de que igual debería habérselo dicho a mis hermanos.

«Supe en qué año iba a morir mi padre. Dudé mucho, pero al final no se lo dije»

- Dice que olvida la información de las sesiones, pero no olvida algunos casos. ¿Por ejemplo?

- El de Ana. Vino a consulta por otro tema. Había intentado sin éxito ser madre mediante reproducción asistida. De repente se me abre como una pantalla y veo una mujer que da sus datos, ella la reconoce y le dice: «Te vas a quedar embarazada de forma natural, de dos, uno lo vas a perder al cuarto mes pero tranquila que el otro saldrá y le tenéis que llamar Ángel». Luego vino su marido fuera de sí gritando por qué le estaba dando falsas esperanzas, reprochándome que estaba jugando con los sentimiento de las personas. Yo le dije lo que suelo decir en estos casos: «Donde acaba la ciencia empieza el mundo de los espíritus». A los meses vinieron con un regalo a pedir disculpas. Se había cumplido todo. Y le llamaron Ángel. Cosas de estas me han pasado bastante.

- ¿Siempre da noticias buenas?

- No, a veces hay cosas que no son malas pero no queremos saber. Desde el punto de vista del alma, del espíritu, son nada más que experiencias, pero para nosotros son malas. A mí me vino, por ejemplo, mi funeral, cuándo va a ser mi muerte. ¿Y para qué quiero saber eso? Pero tengo esa información. O la de otros familiares. A veces en consulta, como la de Ana, transmites que va a nacer un hijo pero otras tienes que decir no gaste más dinero porque no va a ser posible.

-¿Qué perfil tienen sus clientes?

- Antes venían más mujerse de 50 para arriba, sobre todo a preguntar de lo típico, dinero, salud o amor. Ahora tengo todo tipo de gente, muchos jóvenes, lo que me llama atención, que quieren saber cómo están sus seres queridos, si están bien.

- ¿Sorprendería saber qué gente pasa por su consulta?

-Sí, sí. He tenido varias monjas de Gros que venían a clase y a consulta. Una vez vino un político y me dijo «no sé qué hago aquí».

- ¿Cuánto dura una sesión?

- De media unos 45 minutos, pero si veo que necesitan más tiempo, porque están muy rotos o por lo que sea, estoy más. Suelo empezar con una oración y luego a través de la voz me vienen ráfagas. No siempre viene el espíritu que quiero recibir, puede venir o no, o llegar más tarde. No siempre viene la información que quiero, pero sí la que necesito desde un punto de vista espiritual. Antes solía agarrar las manos, pero con el Covid no se puede. Como hablo inglés, también hago sesiones online con usuarios de Australia o de Estados Unidos.

- ¿Cuántas consultas hace al día?

- Aprendí a las bravas, porque enfermaba tras todas las que hacía. En Inglaterra me enseñaron a no hacer más de 3 ó 4 al día. Yo hago alguna más, unas 5, como máximo 7.

- ¿Para qué se manifiestan los espíritus?

- Vienen a decir que no han muerto y que están interactuando con nosotros. Por eso dan pequeños detalles: «Cuando dices esto, te veo». Para que sepan que están acompañando. Su misión es ayudarnos a tener una vida más plena y que aparovechemos el tiempo que estamos aquí, sin interferir. A veces también advierten de cosas. Lo que suelo intentar explicar es que yo no puedo traer un espíritu. Yo veo una tele que se enciende y voy contanto lo que hay: a veces la información viene con caras, nombres, sensaciones, cosas que escucho y voy montando el puzzle. Yo cuento la historia, soy el narrador, pero no el creador de la historia.

«No soy adivino, soy médium, no acierto. Me pongo en contacto con un espíritu que me da la información que quiere o puede»

-¿Mueven cosas, como en las películas?

- Tienen que aprender a comunicarse y pueden llegar a mover objetos. Lo más común es que enciendan aparatos electrónico como la radio. A mí me ha llegado a pellizcar en consulta el espíritu de un hombre, porque no le había citado. Cuando aparecen varios espíritus, intento dejar para el final el más importante. Pero si no los nombras los demás no se van, son como niños.

- ¿Le ofenden si le dicen que ha acertado?

- La gente dice 'me has acertado mucho' pero es una expresión incorrecta. Nosotros no acertamos, no soy adivino, soy médium. Me pongo en contacto con un espíritu, el que quiera o no, y ese espíritu va a dar la información que quiere o puede. Yo suelo decir «tú tienes un plan para tu vida, pero la vida tiene un plan para ti». Más que acertar es dar la evidencia. Y luego hay muchas cosas de nuestra vida marcadas por el destino, pero otras de las que somos cocreadores.

«Alguna vez me han llamado sacacuartos, normalmente la prensa»

- ¿Cuántas veces le han llamado sacarcuartos o charlatán?

- Alguna vez sí, normalmente la prensa.

- Se queja de que hay intrusismo en su gremio

- Mogollón. Hay que regularlo, pero creo que lo que están haciendo desde el Gobierno cenral con las pseudociencias no es lícito, ni se puede meter a todos en el mismo saco. Hay gente que no ha estudiado nada y se pone a echar las cartas con la mejor de las intenciones. O a hacer adivinación porque no tiene otra cosa para ganar dinero. Otros tienen el don pero no la formación y pueden hacer mucho daño. No hay un médico que opere en primero de carrera. Pero aquí sí hay quien se pone a hacer sesiones tras un curso de fin de semana, y puedes hacer mucho daño porque viene personas vulnerables.

- Más de uno opina que es usted el intruso.

- Nosotros nunca podemos sustituir a una terapia. En mi caso, cuando viene gente con algo relacionado con el duelo, siempre les digo: primero terapia, con el psicólogo, con el psiquiatra, con grupos de apoyo. Hay que tener el criterio y rigor para decirle a la persona que una o cinco sesiones con el médium no pueden sustituir a una terapia. Hay que saber encaminarles. Y tener mucho cuidado en no pisar el terreno y no atribuirnos competencias que no lo son.

- ¿Lo suyo no es una pseudociencia?

- La ciencia es necesaria, nos ha dado muchos avances, pero no podemos meter nuestra alma en una probeta. Una vez un periodista intentó desacreditarme, y no solo no lo consiguió, sino que al cabo de un tiempo tuve un sueño y le advertí sobre algo que le iba a pasar en el terreno amoroso. Se cumplió y ahora somos amigos.

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