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El grupo de teatro El Temple, de Zaragoza, ofrece una nueva versión de 'Edipo', del poeta trágico griego Sófoclés, con adaptación de Alfonso Plou y la colaboración de Sostoa Abesbatza. El reparto, que está encabezado por Carlos Martín, se completa con Félix Martín, Irene Alquézar, Chavi Bruna, Francisco Fraguas y Alba Gallego, con la participación en directo del músico Gonzalo Alonso.
Teatro del Temple, un asiduo en las Jornadas de Teatro de Eibar, plantea una vez más una puesta en escena ambiciosa, arriesgada y cuidada, gracias a la cual entender el teatro clásico siempre resulta más sencillo.
El grupo aragonés contactó con la organización de las Jornadas de Teatro para contar con la colaboración de un coro local, aceptando Sostoa Abesbatza la invitación, durante la cual actuará «como banda sonora» dentro la propia representación.
A través de la tragedia de Sófocles, Teatro del Temple trata de responder a preguntas que cuestionan nuestra mirada de la realidad, si existe algún modo de asegurar que las cosas son tal y como se ven en el día a día, si las acciones del pasado y del presente tienen alguna consecuencia en el futuro o si el destino no existe y somos las personas quienes construimos sobre nuestros errores aquello que no queremos o no nos atrevemos a ver.
El grupo zaragozano ofrece la esencia de Sófocles con un dominio absoluto del lenguaje teatral contemporáneo, música en directo y la sensación de estar en un teatro de la antigua Grecia.
Los miembros de El Temple señalan que «nos aparece un Edipo que constituye una denuncia contra el yo, contra el individualismo que no entiende que el mundo, para ser mejor, debe ser compartido. Por eso 'Edipo' es la tragedia perfecta, porque representa al género humano mejor que ninguna otra. Con un Edipo ponderado y mesurado reclama. incluso, el castigo porque así debe ser».
Edipo es el gobernante de una ciudad asolada por una epidemia. Los augures del lugar predicen que la enfermedad no se terminará hasta que se resuelva el asesinato de Layo, el anterior mandatario.
Edipo se pone entonces al frente de la investigación de un crimen que seguía sin resolverse y los diferentes testigos y pistas acaban trayendo la verdad de los hechos: fue Edipo, sin saberlo, quien mató a Layo, resultando además ser su padre, y Yocasta, su actual mujer, es en realidad su madre. Esta noticia conducirá a Yocasta al suicidio y a Edipo a cegar sus ojos, incapaz de soportar la visión de su destino y asumiendo el destierro como condena.
La de Edipo y Yocasta es una historia universal que nos seduce y conmueve porque nos identificamos con su fragilidad, con su atrevimiento, con su ignorancia. Así, nos hace reflexionar sobre las preguntas esenciales para las que todavía no tenemos respuesta: ¿Somos dueños de nuestro destino? ¿Quién o qué interviene en nuestras vidas? ¿Los acontecimientos que nos suceden son causados por nuestras acciones, por azar o por capricho divino?
Según El Temple, «su historia familiar se eleva a lo universal y nos alcanza hasta nuestros días. ¿Acaso no seguimos asolados por acontecimientos imprevistos? ¿No sufrimos pandemias, guerras, desastres naturales que no podemos controlar?».
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