Los cimientos del futuro hogar del Eibar

Esa es al menos la hoja de ruta que se marca el Consejo de Administración encabezado por Amaia Gorostiza, que no duda en afirmar que va a «suponer un antes y un después para un club que está en constante evolución».

Son los primeros en lamentar el retraso del nacimiento de un proyecto que ha sufrido un sinfín de contratiempos desde que fue aprobado en el 2018 con fecha de parto en este 2022 que está a punto de irse. Pero tras dejar atrás las consecuencias del trágico derrumbe del vertedero de Zaldibar y la irrupción de una pandemia que paralizó nuestras vidas durante dos años, ralentizando aún más la consecución de los permisos de edificación, la ecografía muestra por fin los rasgos del deseado bebé.

Culminada una primera fase que ya muestra el esqueleto y la apariencia de unas futuras instalaciones que en breve se sumergerán en la segunda y tercera etapas de la 'gestación'. Ahí ya se dará forma a la urbanización del entorno, con la construcción de una acera que conecte la ciudad deportiva con el centro urbano de Mallabia y una rotonda que ordene el tránsito de vehículos y los accesos al emplazamiento, y además está previsto que en próximas fechas se inicie la construcción del graderío de tres de los cinco campos incluidos en un diseño modificado de forma ostensible tras la millonaria inyección por parte del CVC.

Y es que, pese a que había músculo suficiente para pagar la obra a 'tocateja' gracias a los casi 70 millones que el Eibar consiguió ahorrar durante su paso por Primera, ha decidido utilizar parte de los 68 millones que le corresponden de ese fondo de inversiones británico para añadir nuevas mejoras al margen de la inclusión de inicio del quinto campo.

De hecho, el antiguo edificio Esparru, que en principio se iba a mantener para habilitarlo por dentro, ha pasado a mejor vida para poder dar la bienvenida al nuevo edificio principal que acogerá las oficinas de trabajo, sala de prensa y cafetería y comedor, entre otros servicios, y también se construirá un centro de rendimiento destinado a los equipos profesionales, y otro más para la cantera, este último ubicado bajo la tribuna de uno de los campos principales.

Además de los cinco campos de fútbol de hierba natural y artificial de última generación, el complejo también contará con gimnasio con vistas panorámicas de las instalaciones, espacios para calentamiento y entrenamientos específicos de porteros y dos parkings a la entrada, uno abierto al público con capacidad para unas 200 plazas, y otro más pequeño junto a los edificios para uso de los empleados del club.

Todo un salto de calidad, cuyos detalles fueron presentados en sociedad en la pasada Junta de Accionistas con la proyección de un vídeo realizado por LKS KREAN, una firma de reconocido prestigio internacional que forma parte del Grupo Mondragón, elegida por el club para lograr que este gran sueño se convierta en realidad.

La proyección de las imágenes desató las lágrimas de la mandataria armera, que no pudo evitar dejar fluir «la emoción de ver que un proyecto en el que has puesto tu alma está creciendo y va a quedar para siempre». Un legado que «nos convierta en equipo de Primera aún sin estar en esa categoría», porque como bien apunta «ya no somos los mismos que éramos cuando subimos a la élite entrenando en el anexo, cuando era un campo de caucho». Y, aunque parece que ha llovido mucho, solo han pasado ocho años y medio desde que Gaizka Garitano logró la mayor proeza de la historia del club.

En cuanto se corte la cinta de inauguración de unas instalaciones propias que hasta ahora nunca ha dispuesto, el Eibar se despedirá del que ha sido su campamento base en Atxabalpe desde que ascendió a Primera en el 2014, y se alojará en su hogar para siempre, donde no solo se dotará a los equipos profesionales de las condiciones que necesitan para optimizar su rendimiento, sino que también se pondrá fin a la segregación que sufren los equipos de las categorías inferiores, obligados por la falta de espacio a ejercitarse en diferentes emplazamientos.

Porque uno de los grandes objetivos que la entidad se marcó a la hora de lanzarse a construir la Ciudad Deportiva fue precisamente potenciar el crecimiento de su cantera para ser capaces de retener el talento propio y evitar así que los diamantes en bruto que lleva años tratando de pulir con mucho esfuerzo humano y económico no terminen en las grandes canteras que le rodean. «Queremos crear nuestro propio nicho», afirma Jon Ander Ulazia, que resalta el hecho de que «contar con cuatro centros de alto rendimiento para la cantera es positivo para Euskadi y las instituciones públicas lo tienen que ver como tal y deben ser capaces de crear y mantener modelos que permitan la coexistencia».