Sí. Tienen razón las trillizas. Julio Iglesias es, o al menos era, ‘tocón’. Y conste que no hablo por propia experiencia. Al contrario. En el 92, Julio visitó con su inefable papá el pabellón de Galicia en la Expo de Sevilla y accedió a ... charlar con la prensa. Éramos unas cinco o seis periodistas. Casualmente, todas mujeres. Y jóvenes. Formamos un semicírculo en torno al cantante y comenzamos a preguntar... A la primera, Julio la agarró cariñosamente de la barbilla: «Dime, rubia, guapísima...». A la segunda, la acarició en la mejilla: «Pregunta, morena, pregunta...». A la tercera, le soltó un pellizquito en el moflete y la llamó «ojos bonitos»... Y así hasta que llegó mi turno. No recuerdo qué le pregunté. Pero algo debió de disparar en su interior las alarmas. Ni caricia, ni pellizco, ni piropo... De golpe, se puso serio y ofreció una respuesta de trámite buscando con la mirada a la siguiente rubia o morena a la que agarrarse.
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Durante un tiempo me cuestioné (medio divertida, medio dolida) la razón de aquel rechazo. Vale, yo no era la más rubia ni la más guapa, pero tampoco era una persona desagradable... Y no recuerdo haberle formulado una pregunta demasiado incómoda. Hasta que un día un amigo al que le conté la anécdota me dio una interesante respuesta: «Deberías estar orgullosa de haber sido la excepción -me dijo-. Fuiste la única a la que Julio sintió que tenía que tratar con respeto y manteniendo las distancias». No sé si fue exactamente eso o que sencillamente el famoso cantante (con gran intuición) no vio una rendida fan en mí, pero en algo mi amigo tenía razón. Y su comentario me abrió los ojos a mis propios tics machistas... Lo alarmante no era que Julio se hubiera puesto distante conmigo, sino las confianzas que se tomó con el resto de mis colegas, solo por el hecho de ser mujeres. Y, sin embargo, yo me quedé confundida y ellas, encantadas.
Recuerdo que en la crónica sobre aquel encuentro describí a Julio Iglesias como un náufrago que necesitaba agarrarse de continuo y desesperadamente al cuerpo de (casi) cualquier mujer. Las trillizas, que tantos años le hicieron los coros, dicen ahora que el ‘tocón’ de Julio hoy estaría en la cárcel... Puestos a exagerar, quizás con él también tendríamos que ir a la cárcel muchas mujeres, por cómplices.
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