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Freud hablaba de matar al padre. Dalí envió al suyo una carta manchada con su propio semen y la frase: «Ahora ya no te debo nada»... Y luego está lo de Javier Sánchez-Santos, alguien obsesionado con obtener el reconocimiento, el cariño (y, para qué ... negarlo, la herencia) de un padre desdeñoso y altivo, un padre que pasa totalmente de él. Sánchez-Santos, el presunto hijo de Julio Iglesias, ha vuelto a la carga con toda la artillería. Quiere practicar pruebas de ADN a todos los que tengan algo de Iglesias. Como se ponga el líder de Podemos a tiro, se la hace a él también. Bastaría con que Julio, el celebérrimo cantante, se sometiera al test de paternidad. Pero Julio se niega en redondo. En lo tocante a este asunto, es terco como una mula. Una tozudez que empata con el indesmayable empecinamiento de Sánchez-Santos. En eso (y en la dicción y el careto) no podrá negar Julito que el chaval ha salido a él.

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