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Zhiying Zeng, -más conocida como Tania Zeng-, es la palista chino-chilena de 58 años que se ganó el cariño del público en los Juegos Olímpicos con su historia de superación y su optimismo vital. La atleta no tuvo suerte y cayó en la primera ronda ante la libanesa de 46 años, Mariana Sahakian. Aún así, el Museo Olímpico de Suiza ha querido rendirle homenaje a su debut en los Juegos y ha adquirido la pala que utilizó en París para exponerla en su vitrina.
«Nunca pensé que mi pala pudiera ser parte del Museo Olímpico. Ver eso me llena de orgullo y de muchos sentimientos, no sólo es un reconocimiento a mi persona, si no también al espíritu deportivo, no importando la edad, los sueños se pueden hacer realidad», agradecía la atleta. Su pala estará junto a algunos objetos de otros olímpicos chilenos. Como la camiseta que vistió el extenista Nicolás Massú en Atenas 2004, las zapatillas de Fernando González en Beijing 2008 y las que calzó la campeona mundial de triatlón Bárbara Riveros en Londres 2012.
Tania es de origen chino, pero acudió a la cita en la capital francesa en busca de una medalla para Chile, donde vive desde hace más de 35 años. Zeng vendía muebles en la ciudad de Iquique y aprendió a jugar al ping-pong de muy pequeña gracias a su madre, que era entrenadora de esta disciplina. A pesar de competir oficialmente desde hace tan solo cuatro años, cuenta con el respaldo y el cariño de la comunidad chilena.
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En París, la palista vivió una divertida anécdota. Era una de las más longevas, y muchos la confundían con los entrenadores y el resto del personal que acompaña a los deportistas. Por eso, en la Villa Olímpica, se vio obligada a dar más de una explicación porque «soy un poco vieja, pero soy atleta. A veces me dicen 'lo siento, esto es para los atletas, no para los entrenadores', y yo les enseño mi credencial y les digo, 'perdón, ¡yo soy atleta! ¡cuidado!'», contaba entre risas. Para Tania esto no tuvo más trascendencia, ya que varias ocasiones aseguró que se sintió «muy especial» entre tantos jóvenes. Así, tampoco pudo evitar pensar « en lo bueno que habría sido tener esto antes».
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