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Cada regreso de 'Salvados' es como un soplo de aire fresco, algo inusual en la televisión dinámica y competitiva de hoy. Habituados a que el ritmo no pare, Jordi Évole y su equipo apuestan por las pausas, la calma. Son paréntesis para ... que el espectador disfrute del paisaje, una estampa desacostumbrada que da voz a la ternura, a lo corriente, sin temor al share. Es un espacio que nada a contracorriente ganándose el respeto del respetable. Y esa ausencia de pensamiento en halagar a la audiencia logra, precisamente, el efecto contrario: que los televidentes se multipliquen echando por tierra aquello de que la 'telebasura' (término que, por cierto, detesto) existe porque la concurrencia la exige.
'Salvados' comenzó nueva etapa reuniendo a los protagonistas de la película 'Campeones' y charlando con ellos del día a día. Fue una lección de vida. En las palabras de este grupo no hay ni maldad ni intereses ocultos, y Évole actuó como hilo conductor dándoles visibilidad con naturalidad. Y el presentador acabó desbordado con tanta ternura. La parte del periodista charlando con Stefan fue extraordinaria. «Una de las secuencias más brutales que he podido rodar», confesaba él mismo en Twitter. El joven le contó su vida a través de los audios de su iPod, reclamándole abrazos continuos. Igual que la conversación con Sergio, que le contó cómo se habían aprovechado de su discapacidad para involucrarle en un robo y cómo lleva tatuado el nombre de su abuelo, que falleció durante el rodaje del largometraje. «La vida es así, aquí no nos vamos a quedar», zanjaba el chaval bordeando el precipicio de la muerte sin postureos. De nuevo, la naturalidad.
Alejandro Sanz hizo una conexión en directo para felicitarles («Soy un admirador vuestro y quiero daros las gracias por todo lo que nos habéis enseñado con esa película», expresó el cantante) y Chimo Bayo envió un mensaje a José De Luna, acérrimo fan que no se creía que su ídolo se dirigiera a él. «Por primera vez en nuestra vida nos respetan más», es la conclusión a la que llegó el clan por acariciar la fama tras su triunfo cinematográfico. Y hablaron de amor (a unos les gustaría casarse y a otros, no), de política (les gusta Pedro Sánchez, pero porque fue jugador de baloncesto), de su familia (el temor a quedarse sin sus padres hizo que la preciosa Gloria se rompiera), de los bancos («son unos ratas», dijeron), del bullying («en el instituto se reían de mí y me pegaban», desvelaban Sergio y Roberto)…
Como no se puede ser más transparente, uno de los protagonistas, José De Luna, informó a Évole de que estaba participando en un taller de prensa y por ello entrevistó al conductor del formato sin filtros. «¿Es cierto que ganas un millón de euros por programa?», lanzó. «Hay muchas 'fake news', no hagas caso», respondió el cuestionado.
Sin prisas catódicas, 'Salvados' nos mostró un trocito de sus vidas, sin más pretensiones. «No quiero hacerme mayor, quiero ser un niño», fue la filosofía más repetida. Y también la lírica hizo acto de presencia. «Me gusta volar. Me gustaría estar dentro de un torbellino de arena y volar. Y algún día volaré porque están inventando una turbina. Y abriré los brazos como si fuera un avión», regaló Stefan a cambio de un nuevo abrazo del presentador. De nuevo, un diez para 'Salvados'.
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