Rastas

La toma de contacto con los lugareños, que no estaban allí para hacerles los huevos del desayuno al gusto ni ponerles la toalla en la hamaca, les ha dejado la amarga sensación de que los antiguos súbditos de su abuela no la tienen precisamente en sus oraciones. Y que por aquellos pagos: hombre blanco que no suelta dólares, mejor que se quede en casa.

Igual de blancos y apuestos que muchos turistas de élite, pero acostumbrados al gratis total, Guillermo y Kate han intentado congraciarse e incluso mimetizarse con los nativos, hasta el punto de que solo les ha faltado lucir rastas en Jamaica. Pero cuanto mayor el esfuerzo, más chirriante el resultado. En el curso de 'Cadera caribeña' han suspendido hasta la prueba de acceso. Y, claro, en lugar de marcharse por todo lo alto con un «¡Volveremos pronto!», han tenido que modificar el discurso y se han ido en plan: «Bueno, pues nada, ya si eso...» Lo raro es que la reina Isabel, con su dilatada experiencia, no hubiera enviado antes a algún James Bond para sondear el ambiente. Les habría ahorrado el trago.