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Arantza Furundarena
Martes, 1 de agosto 2017, 23:03
A este paso en Mónaco van a terminar poniendo sobrasada en los canapés... Pierre Casiraghi, el tercer hijo de Carolina, se ha enamorado de la Bahía de Palma y del cerdo negro mallorquín. Se lo confesó ayer por la mañana a esta periodista en el Club Náutico palmesano mientras aguardaba a que el viento le permitiera salir a entrenar con su catamarán volador ‘Malizia’, un ‘juguetito’ de 300.000 euros con el que a partir de hoy compite por segundo año consecutivo en la clase GC 32 de la 36 Copa del Rey Mapfre de Vela. Para este monegasco, además del mejor cerdo, Mallorca posee la mejor regata del Mediterráneo, «un acontecimiento deportivo de carácter mundial y con una organización excelente».
Pierre es tan accesible que desconcierta. Un año más, ha sido acercarse a él y preguntarle si acepta una breve entrevista y conseguir un «sí» instantáneo. Contesta a todo en su inglés americano (es nieto de Grace Kelly) y sin perder la sonrisa, algo inaudito en un príncipe europeo que ha sufrido el acoso de los ‘paparazzi’ desde la cuna. Pero es que Pierre no va de príncipe. Él, igual que Umbral con su libro, no deja de repetir que está en Palma para navegar y que en el mar solo es «el que lleva el barco». Fuera del agua se diría que también se esfuerza por ser un tripulante más.
El hijo de Carolina no se despega de sus compañeros de equipo. Hasta el punto de que convive estos días con ellos en un chalé alquilado de una urbanización de la zona de Son Verí, en las inmediaciones de Palma. Esto no tendría nada de particular si no fuera porque este verano Pierre ha venido acompañado de su mujer, la periodista y aristócrata italiana Beatrice Borromeo, y (supuestamente) de su bebé de cuatro meses. ¿A Beatrice no le importa tener que compartir casa con todo el equipo?, le pregunto. «¿Y por qué iba a importarle? -responde Pierre divertido-. Ella sabe que estoy centrado en mi deporte y lo entiende perfectamente».
Está claro que tiran más un par de velas que un par de carretas... Y a Borromeo, que ha tenido que compartir la celebración de su segundo aniversario de boda con toda la tripulación, no le ha quedado más remedio que asumirlo. El tercer hijo de Carolina lleva el veneno de la navegación extrema en la sangre. Quizá por eso a su pequeño le ha puesto Stefano, que era el nombre de su héroe y su modelo a seguir: su padre. Enamorado de la velocidad hasta las trancas, Stefano Casiraghi falleció en 1990 en una regata de lanchas ultrarrápidas a los 29 años, la edad actual de Pierre.
- ¿Qué diría hoy su padre si le viera pilotando un peligroso catamarán volador?
- Creo que estaría feliz de saber que amo el mar tanto como él.
- ¿Se sentiría orgulloso de usted?
- Eso ya no me atrevo a decirlo.
Pierre, que tenía solo dos años cuando murió su padre, no navega a motor sino a vela, pero igualmente su catamarán es el más veloz que existe. Y exige a sus tripulantes llevar traje de neopreno y una botella de oxígeno por si al volcar quedan sumergidos y atrapados bajo el casco. El ‘Malizia’ ya se estrelló el año pasado con Pierre al timón en el lago de Garda, por fortuna sin consecuencias... «Ahora que soy padre no lo paso peor ni siento más miedo, porque yo cuando compito solo pienso en hacerlo lo mejor posible con mi barco». Y para quitarle hierro al asunto, Pierre añade que él solo siente miedo «cuando me levanto por la mañana y veo la cara de este tío», dice riendo y señalando a un fornido barbudo que forma parte de su equipo.
Por no temer, Pierre no le teme ni al campeón olímpico Iker Martínez. «Es un tío genial. Estuve entrenando con él aquí en invierno y enfrentarnos ahora va a ser motivador. Es estupendo competir con amigos y luego irnos a tomar unas cervezas». El sábado termina la regata y, al contrario que el año pasado, Casiraghi no estará en la entrega de premios... Se marcha volando a otra competición en Inglaterra. Con su mujer, su hijo, toda la tripulación... Y quizá un par de sobrasadas o tres en la maleta.
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