Muere Lily Ann con nueve meses, la hija de la influencer Lauren Cummings Johnson: «Fue alegría y luz pura»

Leire Moro

Lunes, 14 de abril 2025, 16:49 | Actualizado 17:34h.

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Los seguidores de la influencer Lauren Cummings Johnson están de luto. Ella y su marido, Wilson Johnson, han comunicado que el 6 de abril su hija, de tan solo 9 meses, ha muerto. «Lily Ann se fue con Jesús el domingo 6 de abril. «Tenía exactamente 9 meses, 9 meses de ser nuestro milagro, 9 meses de amor, alegría y luz en nuestro hogar y en nuestros corazones», han escrito Lauren y su esposo Wilson en una publicación conjunta. «Estamos increíblemente agradecidos por la promesa del Cielo y la esperanza que tenemos en nuestro Padre Celestial».

Aunque la pareja no ha compartido las causas de la muerte de la pequeña, la familia había compartido en los últimos meses que Lily Ann tenía una enfermedad genética rara que afecta al metabolismo de las proteínas y que requiere cuidados médicos intensivos desde el nacimiento, Citrulinemia tipo 1 (CTLN1).

Desde que nació el 6 de julio de 2024, Lily Ann luchó contra los efectos de esta afección, incluyendo largas estancias hospitalarias, intervenciones médicas como la colocación de una sonda gástrica y meses en cuidados paliativos. A pesar de todo ello, su familia la describía como «una niña milagrosa», siempre sonriente y con una luz que llenaba su hogar. «Ha sido el honor de nuestra vida poder compartirla con el mundo», escribieron sus padres. «Sabemos que muchos la queríais y rezasteis por ella. Era alegría y luz pura. Siempre dijimos que era un ángel en la vida real».

Lauren ha compartido también lo complicado que está siendo continuar publicando en redes sociales tras la pérdida de su hija, confesando en sus historias de Instagram que Lily Ann adoraba formar parte del contenido que creaban juntos.

En el cierre de su mensaje, los Johnson citaban al pastor y teólogo Tim Keller con una reflexión sobre el sufrimiento, la esperanza y la promesa del reencuentro eterno: «Los deleites más sublimes que hayas vivido —en la belleza de un paisaje, en el placer de la comida o en el abrazo de un ser querido no son más que gotas de rocío comparadas con el océano de alegría que será ver a Dios cara a cara».