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Tras la repentina muerte de Caritina Goyanes, han salido a la luz más detalles sobre su vida personal. Ya era conocido que en los momentos más delicados, la hija de Cari Lapique, que falleció apenas 19 días después de su padre, Carlos Goyanes, se refugió en la religión. A sus 46 años, la joven era muy creyente y la fe jugaba un papel fundamental en su vida. Pero en los últimos días ha trascendido que también acudía a encuentros religiosos
Todo comenzó acudiendo a diario a la parroquia cercana a su domicilio. Allí halló un grupo en el que se sentía arropada y así conoció el espíritu de Emaús. Unos retiros espirituales pensados para gente laica y dirigidos por personas laicas, a los que asistía con frecuencia. Pero eso no fue suficiente. «Me vi en un punto en el que mi vida iba a toda velocidad, totalmente centrada en el trabajo para no pensar en nada más. Me volví superexigente con mis hijos», confesaba en una ocasión.
La empresaria, casada y con dos hijos, también comenzó a asistir de forma habitual a unos grupos llamados 'mother prayers'. Este grupo religioso tiene su origen en Inglaterra y se ha expandido por todo el mundo. La mayor de las hermanas Goyanes creía que su vida estaba fuera de control, en especial contra su marido y sus hijos. «Tenían que ser los mejores en lo que hicieran. Mi marido era el que siempre pagaba el pato porque al final yo estaba siempre con un humor horrible. Me di cuenta de que algo me pasaba y de que tenía que poner freno», aseguró en una entrevista.
En 'Mothers prayers' encontró el espacio en el que compartir sus experiencias con otras mujeres que se sentían como ella. Desde el grupo al que asistía Caritina Goyanes explican que en el grupo «sintieron que debían entregar al Señor todo el dolor y las preocupaciones que tenían por sus hijos y confiar en sus palabras: pide y se te dará».
En estas reuniones se centraban en la oración dirigida hacia sus hijos. Ella, en particular, quería encontrar la tranquilidad tras una época en la que no se había sentido muy feliz. «Estaba muy implicada en la educación cristiana de sus hijos, y su mayor deseo era acercar a Dios a su familia y a todos los que tenía a su alrededor», afirma el padre Carlos López en la publicación 'Alfa & Omega'.
Desde la asociación explican que las madres cuando se sienten comprendidas experimentan la paz. Estos encuentros son iguales en cualquier parte del mundo. «Cada madre puede compartir sus preocupaciones sin temor a que algo de lo dicho pudiera repetirse fuera de la reunión. Las otras madres le apoyan con su oración». En cada encuentro, cada una de ellas tiene su propio libro de oraciones y se sitúan alrededor de una mesa donde figura: una cruz evocando a Jesús, una vela, simbolizando que Jesús es la luz del mundo, la Biblia y un pequeño cesto al pie de la cruz, preparado para recibir los discos de papel con los nombres de los hijos. Se trata de oraciones informales donde se puede interrumpir de forma espontánea. No hay un código marcado.
Algunas de las asistentes a estos grupos explican que hacer esa promesa les hace comprender que «el señor está siempre a la espera para librarnos del dolor, consolarnos y bendecir a nuestros hijos cuando acudimos a Él con fe«. Y aseguran que desde que asisten a las reuniones 'mothers prayers' han asistido a grandes cambios. «Hemos recibido numerosas respuestas a nuestras oraciones, incluyendo hijos que dejaron las drogas, o regresaron a casa después de años de ausencia».
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