Linda Evangelista era en los años 90 una de las modelos más famosas del mundo junto a Cindy Crawford, Naomi Campbell, Claudia Schiffer. La canadiense desapareció de los focos a mediados de 2015. Nada se supo de ella. Ni fiestas, ni desfiles... Siete años después ... aclaró en su perfil de Instagram la razón de su ausencia en la vida pública. Un tratamiento estético le dejó «completamente desfigurada», estaba «irreconocible». Ahora ha hablado para la revista 'People' y cuenta su pesadilla a lo largo de estos años. En la que ni siquiera es capaz de mirarse al espejo. «No me miro al espejo. No soy yo».
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Todo comenzó en agosto de 2015 cuando se sometió a un tratamiento estético. En él se trataba de extraer grasa de un modo muy similar a la liposucción, pero sin cirugía invasiva. Sin embargo hizo lo contrario a lo prometido y le provocó una enfermedad llamada hiperplasia adiposa paradójica (PAH, por sus siglas en inglés). La modelo, que pide 44 millones a la compañía de los aparatos de ese tratamiento, sostiene que quedó «brutalmente desfigurada» y «permanentemente deformada».
Durante la entrevista en la revista la modelo rompe a llorar. «No puedo vivir así nunca más, escondiéndome y con vergüenza. No podía seguir viviendo en este dolor durante más tiempo. Estoy decidida a hablar», dice. Evangelista, que ahora tiene 56 años, cuenta su calvario durante el tratamiento. A los tres meses empezó a notar bultos en la barbilla, los muslos y en la zona del pecho, unas zonas que pretendía disminuir con la terapia. Ante esta situación trató de arreglarlo con ejercicio y dieta. «No comía nada. Pensé que estaba perdiendo la cabeza», afirma.
Sin visos de mejora acudió al médico, quien contactó con la empresa comercial de los aparatos para el tratamiento. Se ofrecieron a pagarle una liposucción siempre y cuando la modelo firmara un contrato deconfidencialidad. Evangelista rechazó la propuesta y pagó dos liposucciones. A la primera se sometió a mediados de 2016, y la segunda 13 meses después. Unas operaciones que le obligaron a llevar fajas de compresión durante dos meses. Hasta tuvo que usarlas para taparse el rostro. Le aseguraron así que la PAH no aparecería de nuevo. Pero no fue así.
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Evangelista cuenta cómo se vestía ante esa situación. «No podía llevar un vestido si no llevaba una faja, me haría rozaduras hasta el punto de llegar a sangrar. Porque no es como grasa blandita rozándose, es grasa dura», explica.
La modelo está sumida en un pozo. Asegura que ahora no se reconoce. «Ella se ha ido», sostiene cuando habla de sí misma.
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