Imagen de uno de los trabajos de Lulu Figueroa para Matarranz.

La sastrería y el arte comparten mesa

puntadas con hilo ·

La centenaria marca Matarranz inicia su vínculo con la pintura con las pinceladas botánicas de Lulu Figueroa Domecq

Domingo, 4 de julio 2021, 08:31

Sentirse acariciado por unas sábanas gustosas antes de caer en los brazos de Morfeo o comer en una mesa vestida con mimo son placeres incontestables. Placeres en los que son expertos en Matarranz, «un negocio dedicado a las sensaciones» desde hace 110 años, como ... describe su legado Miguel Matarranz, bisnieto de su fundador y cuarta generación de una saga que ha dedicado su vida al bienestar, a «alegar a un sentido como el tacto al igual que los cocineros alegan al gusto», apunta el último eslabón de una familia que comenzó con el comercio textil.

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Fue en 1911 cuando un joven Ramiro Matarranz abrió un comercio especializado en la venta de telas por metro y pañuelos en la madrileña calle Atocha. Su buena acogida hizo que ampliase la gama de productos ofertada. Tejidos, trajes, pañuelos y textil, en general, llenaban las estanterías del establecimiento, que rápidamente se extendió por otras conocidas calles de la capital. Tres décadas después, en 1940, es el momento de decidir y la apuesta parece clara: la especialización del negocio en productos de ropa de hogar de calidad.

Una época, la década de los 40, en la que Matarranz abre su taller, potenciando así la producción propia, lo que ayuda a que la casa se posicione en poco tiempo como un claro referente en la fabricación de estos productos, no solo en el sector e industria españolas sino también en el resto de Europa. Una firma centenaria que sigue escribiendo su historia sin dejar de lado la filosofía sobre la que siempre se ha sustentado: los valores de calidad, personalización, tradición y precio justo, evitando intermediarios, para no adulterar las cualidades naturales de los materiales.

Imagen de los manteles de Lulu Figueroa Domecq para Matarranz.

Conocida como la gran sastrería del hogar, Matarranz emprende un nuevo camino con el que ganar adeptos a su fiel ejército de clientes: el arte. Un vínculo mediante la elaboración de colecciones con artistas reconocidos que ha comenzado con la pintora Lulu Figueroa Domecq y su pasión por las flores y la naturaleza. «Compartimos valores como la sensibilidad, y la búsqueda de la mejor calidad y personalización... ¡y nuestra pasión por el arte!», explica a este periódico el director de Matarrranz sobre la nueva aventura de la marca.

Lulu -hipocorístico de Lucila- Figueroa lleva su obra original al diseño de unos manteles individuales en los que traslada su emoción con la botánica y su experiencia en el sector de la moda. Una obra llena de color y detalle de edición limitada elaborada en un tejido 100% reciclado de plástico desarrollado junto a la empresa vasca Nueve botellas x metro -usan 117 gramos de plástico para cada metro cuadrado de tela, o lo que es lo mismo, nueve botellas por metro-, que ha sido galardonada con el premio German Design Awards Special por su innovación. Su composición de poliéster reciclado a través de botellas de plástico provenientes del mar genera un tejido que permite el uso de la sublimación como técnica de estampación que garantiza una definición y fijación óptima del color. Una interesante propuesta con todo lujo de detalle a lo que ya solo cabe añadir ¡buen provecho!

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