Contexto socipolítico. «Lorca hoy nos daría a todos un zarandeo de cordura». Javier Mingueza

Miguel Poveda: «Siendo padre, el sexo pasa a un plano distinto»

«Vivimos en una pelea por ver quién es más catalán o español puro, parece que estemos volviendo a la época de Queipo de Llano», asegura el cantaor

Martes, 22 de mayo 2018, 00:27

De un padre murciano que escuchaba a Pink Floyd y una madre manchega de Puertollano nació en Barcelona un niño cantaor vocacional, un flamenco por su cuenta. Tras mudar muchas veces de piel, Miguel Poveda vive feliz en la de padre amantísimo de Ángel, su ... hijo de tres años. Él y Lorca iluminan ahora mismo su universo. El cantante acaba de lanzar el disco 'Enlorquecido'. Y en junio comenzará la gira.

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¿Qué le 'enlorquece' de Lorca?

–Su personalidad arrolladora, que es un ser mágico, con un sentido de la justicia, del amor a lo popular, a la gente, a la tierra...

¿Se identifica con él?

–Intuyo que si lo hubiese conocido nos habríamos llevado muy bien. Era un entusiasta, se emocionaba con todo y le daba mucho valor al compañero. En eso sí me identifico.

¿Queda algo de Lorca por descubrir?

–Mucho. Yo por ejemplo he descubierto que Federico era muy sexual. No homosexual, que eso ya lo sé, sino sexual, pasional... Un hombre que amaba la belleza y el sexo. Pese a la represión de la época, tuvo una vida sexual bastante extensa.

¿En eso también se parecen?

–Para mí el sexo tiene importancia por supuesto. Es algo maravilloso y, cuando además es con amor, se convierte en la expresión máxima. Pero creo que Lorca ahora mismo me gana en sexualidad, ja, ja, ja... Quizás hace unos años no, pero ahora tengo 45 y un hijo pequeño, y cuando llega la noche estoy muerto de cansancio. Estoy en esa fase en la que tienes un hijo y el sexo pasa a otro plano distinto.

'No me encontraron' es uno de los temas del disco. ¿A Miguel Poveda dónde no lo encontrarán?

–Uf, pues quizá en un mitin político, je, je... En general, en la mentira, en lo superficial, en lo banal. No quiero ponerme ahora de trascendente ni de culto. Son épocas que uno ha pasado. Pero a mí no me encontrarán donde yo tenía la cabeza hace quince años. Yo he ido, como la serpiente, dejando cáscaras por ahí. He ido mudando de piel y no me reconozco en esas pieles que he dejado atrás. No me encontrarán en el Miguel de hace diez años.

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¿Cuál ha sido su última 'mudanza'?

–Con Lorca. Él me ha zarandeado en todos los sentidos, todos los cimientos. Me ha hecho darle importancia a lo que realmente la tiene, que es el ser humano. Sobre todo en una época en la que estamos peleándonos por territorios y por cosas absurdas. Federico debería estar vivo hoy día y darnos una conferencia que nos hiciese reflexionar a todos. Creo que nos daría un zarandeo de cordura.

¿Estamos volviendo a la intolerancia que mató a Lorca?

–Quizá no tanto, pero estamos llegando a extremos que son jodidos. Por ejemplo en mi tierra todas las ideologías estaban conviviendo con cierta tranquilidad. Ahora no. Ahora no puedes manifestarte ni decir nada, se respira un ambiente hostil, triste. Llegar hasta extremos de odio y de rechazo es una torpeza gravísima. Deberíamos elevarnos un poquito, observarnos desde fuera y ver hasta qué punto merece la pena llegar a ese extremo, esa pelea por ver quién es más territorial que el otro, más catalán puro y más español puro. Parece que estemos volviendo a la época de Queipo de Llano.

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Creció en Badalona. ¿Le hicieron sentirse charnego?

–No, porque todos lo éramos, ja, ja, ja... Yo fui un niño muy de mi casa pero a los 20 años me independicé y me fui a vivir a Barcelona. Siempre crecí en un ambiente muy diverso. Mi padre es de Murcia y escuchaba a Pink Floyd, a Allan Parson y a los Beatles. Y mi madre, de Puertollano, que sin ser andaluza escuchaba a Bambino, a María Jiménez, a Pepe Marchena... Yo de Badalona y cantando flamenco. Y además era 'casteller' con los Minyons de Tarrasa.

¿Llegó a coronar alguna vez la cima?

–No. Me quedé en el tercer piso, je je... Pero pasé mucha fatiga ahí arriba. Ahora me emociono al verlos.

Buena mezcla: flamenco, 'casteller'...

–Claro. Y además tengo un interior rico y apasionado que está en concordancia con el planeta en el que vivimos. No me siento limitado. Y siendo tantas cosas no soy menos catalán, ni soy menos cantaor ni menos homosexual.

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¿Le ha cambiado Lorca más que la paternidad?

–No, ja, ja, ja... Tanto no. La paternidad es lo que más me ha cambiado. Federico me ha dado un universo fascinante de poesía, de belleza, y un poco el zarandeo de vamos a hacer algo, vamos a cambiar el mundo con nuestro granito de arena.

Y lo de ser padre...

–Eso se sale de todos los universos, del mapa. Eso no se puede describir. Madre mía, eso me ha hecho el ser más chiquitito del mundo pero a la vez el más feliz.

Tiene fama de padre muy entregado.

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–Se lo pueden contar mis amigos, mi familia. Ellos alucinan conmigo. Tenemos mi hijo y yo un vínculo tan bonito, tan fuerte, tan intenso... El niño tiene una 'papitis' impresionante. Y sí, a mí me gusta. Cuando decidí tener a mi hijo fue con todas las consecuencias: yo lo cambio, yo lo ducho, yo le pongo los pañales, le hago de cenar, le doy de comer, le pongo su merienda, lo llevo al parque... Y todo el tiempo libre que tengo me dedico a él en cuerpo y alma.

Creo que sufre mucho cuando están separados.

–Muchísimo. Un día que el niño se quedó atrapado varias horas en el AVE con mi hermana sufrí lo indecible. Los independentistas habían colocado piedras en las vías. Puse un 'tuit' y me llamaron lo que no me habían llamado nunca en mi infancia: 'Charnego, español de mierda'... Ese es el ambiente que se respira hoy día en mi tierra.

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¿Ya ha conocido a su 'doble', Gabriel Rufián?

–Calla, calla... Que el otro día iba yo en el AVE, me levanto para ir a la cafetería y al volver le veo a Rufián. Por suerte, iba dormido.

¿Sintió un desdoblamiento?

–No, je, je... Pensé: dios mío, que no nos vean juntos, porque si no esto ya va a ser un cachondeo. Nunca lo he saludado en persona. Una vez hablamos por teléfono por un reportaje que hicieron de parecidos razonables.

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¿Usted se encuentra ese parecido?

–Hombre, ojitos achinados, barbita, cara así como redondita... Pero yo tengo otra energía. A lo mejor el chaval como persona es un tío estupendo... Como político, estoy a 300 millones de kilómetros de su ideología, pero yo también tengo fans independentistas y los respeto.

¿Y la familia qué tal?

–Una de mis hermanas simpatiza con Podemos. La otra es como yo, más apolítica, nuestra ideología es más social, más espiritual. Y luego tengo unos primos... Uno es de ultraderecha y otros dos independentistas a muerte.

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¿Se hablan entre ellos?

–Eso es lo maravilloso. Al final tenemos que convivir. Y podemos hacer incluso hasta bromas, porque yo les digo de todo, claro, y nos reímos... Pero sí, muchas familias se han dejado de hablar y amigos de toda la vida se han peleado por las redes sociales. Esto es un despropósito.

Nació la víspera del día de los enamorados, ¿se adelantó?

–Pues sí, ja, ja, ja... Por eso he sido siempre tan enamoradizo. Pero el 13 es un número como cualquier otro. Hay que desmitificar esas tonterías. Yo nací un martes y 13 a las 13 horas y no he tenido mala suerte en la vida.

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