Borrar

Recuerdo que en una entrevista el escritor Francisco Ayala, ya hacia el final de su vida, me confesó que cuando acudía a una oficina bancaria o a la sede de un organismo oficial para realizar una gestión siempre buscaba con la mirada, tras la ventanilla ... o el mostrador, a alguna mujer. Y se dirigía a ella. «Las encuentro más resueltas, más vivaces», me decía. No pude evitar darle la razón. Yo también he pensado muchas veces que las mujeres tenemos un plus especial, que somos la sal de la Tierra. Veo esa imagen de la colombiana Jessica Hernández recorriendo las calles de su barriada con la lavadora al hombro para alquilarla de casa en casa y siento orgullo. Me parece la metáfora perfecta del coraje que es capaz de echarle una madre o cualquier mujer para salir adelante.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elcorreo LAVADORA