El hijo de la princesa Mette-Marit admite haber agredido a una mujer bajo los efectos del alcohol y la cocaína
Marius Borg Høiby ha asegurado en su comunicado padecer «varias dolencias psíquicas» que le han provocado «desafíos» tanto de adolescente como de adulto ·
El caso de Marius Borg, hijo de la princesa Mette-Marit de Noruega, ha sacudido a la opinión pública desde que se conociera su arresto en Oslo hace una semana. Lo que comenzó como un incidente aislado se ha convertido en un escándalo de gran magnitud que ahora involucra no solo a la familia real, sino también a la justicia noruega.
Todo empezó con la detención de Borg, de 27 años, acusado de agredir física y psicológicamente a una joven de 20 años en su apartamento. La escena que encontró la policía al llegar fue alarmante: un cuchillo clavado en la pared y una lámpara rota, signos claros de un episodio violento. Las pruebas apuntaban a un nivel de agresión considerable, lo que llevó a que las autoridades ampliaran los cargos contra él, incluyendo posibles acusaciones por estrangulamiento, tras encontrarse marcas en la laringe de la víctima.
La investigación reveló que Borg estaba bajo los efectos del alcohol y la cocaína durante el incidente, lo que complicó aún más su situación. Las muestras de sangre confirmaron su estado alterado, mientras que el relato de la joven, cuya identidad se mantiene en secreto, describía un episodio de miedo y violencia.
El comunicado
Marius Borg emitió un comunicado en el que admitió los hechos, reconociendo haber agredido a la joven bajo la influencia de alcohol y cocaína. Este reconocimiento podría ser un paso hacia un posible acuerdo judicial, aunque las consecuencias para Borg y la familia real aún están por verse.
«El pasado fin de semana ocurrió algo que nunca debió haber ocurrido. Cometí una agresión y destruí objetos en un piso puesto de alcohol y de coca después de una discusión», declaró a través de su abogado en un comunicado enviado a la televisión pública noruega NRK.
Høiby aseguró padecer «varias dolencias psíquicas» que le han provocado «desafíos» tanto de adolescente como ahora de adulto y que durante «largo tiempo» ha tenido problemas con el alcohol, lo que hizo someterse a tratamiento, algo que va a continuar ahora, señalando que se lo va a tomar «en serio».
«El abuso del alcohol y mis diagnósticos no disculpan lo que ocurrió en el piso de Frogner (barrio de Oslo) la noche del sábado al domingo de hace dos fines de semana. Quiero hacerme responsable de lo que hice y explicarme de forma veraz a la policía», afirmó.
La intervención, casi ilegal, de la princesa
En medio de esta tormenta mediática, la princesa Mette-Marit decidió intervenir. Según fuentes cercanas al Palacio, la princesa contactó personalmente con la víctima, en un gesto que, según la prensa del pais, «roza el límite legal». Sin embargo, la Casa Real Noruega alega que la princesa solo buscaba mostrar apoyo y preocupación sin influir en el curso de la investigación.
Esta acción, sin embargo, ha generado un enardecido debate sobre la legalidad y el papel de la realeza en casos tan sensibles. Aunque se insiste en que la intención de Mette-Marit no era proteger a su hijo, sino mitigar las consecuencias para la imagen de la monarquía, el gesto ha sido visto con cierta reserva.
A medida que el caso avanza, nuevas voces han surgido para complicar la situación de Marius Borg. Su exnovia, Juliane Snekkestad, hizo públicas acusaciones de maltrato psicológico y físico durante su relación de cuatro años con él, agregando más peso a las ya graves acusaciones que enfrenta.
Haakon, el príncipe heredero se pronuncia
El príncipe Haakon, quien se encontraba en París cuando estalló el escándalo, expresó su preocupación por la situación, pero dejó claro que no interferiría en el proceso legal. «Es un asunto serio cuando la policía está involucrada», comentó, subrayando la gravedad del caso y su deseo de mantenerse al margen.
La situación ha colocado a la familia real noruega en una posición incómoda, especialmente a Mette-Marit, cuya imagen pública ya se había visto afectada por sus problemas de salud y su reciente ausencia en eventos importantes, como los Juegos Olímpicos. La preocupación por el futuro de la monarquía noruega es palpable, mientras la prensa local sigue de cerca cada desarrollo y la policía continua con la investigación.
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